El sevillano Martín Núñez tuvo detalles de clase torera pero sin acoplarse debidamente con sus enemigos. El primero, noble y flojo de manos lo despachó tras oír un aviso de una estocada entrando con el brazo suelto. El cuarto no se le castigó como cabía esperar en varas lo que acusó en la muleta. Inició la faena doblándose bien con el novillo que echaba la cara arriba y descomponía el pase. Con el brazo suelto mató de dos pinchazos, sonó un aviso y remató con el descabello. No contento con su actuación decidió cortarse la coleta.

 

El también sevillano Manuel Fernández, que hacía su presentación en Madrid, con el segundo que sacó genio en varas y se dolió al pincho en banderillas, lo citó fuera de cacho y con el pico de la muleta de manera que no llegó a entenderse bien con el novillo, sufriendo una cogida aparatosa pero sin consecuencia. Lo despenó de una estocada. El quinto, que peleó bien en varas, se acostaba por el izquierdo al tomar la muleta y buscaba. Por el derecho que ofrecía mejor embestida sacó aceptables pases y cerró con una tanda de manoletinas. Entrando con el brazo suelto dejó una estocada ladeada.

 

Adrián de Torres, de Linares, estuvo estilista toda la tarde y realizó un quite con el capote a la espalda que fue muy aplaudido. Aguantó al tercero con muletazos mandones resultando cogido sin nada que lamentar. Gustó cuanto había realizado al novillo y tras una estocada que fue definitiva le concedieron una oreja. El sexto fue a menos y el diestro lo intentó y cuando vio que no había nada que hacer lo remató de dos metisacas y media perpendicular.

 

Al arrastrarse este novillo todo el mundo se despedía hasta el año que viene.