Por José María Sánchez Martínez-Rivero.

ANTONIO BIENVENIDA, UNA VIDA PARA EL TOREO

Se cumplen el día 25 de junio de 2022, cien años del nacimiento de una de las más grandes figuras del Toreo: Antonio Mejías Jiménez, Antonio Bienvenida.

El destino, quiso que este gran torero y gran español, naciera en Caracas (Venezuela). Hay que decir que por este motivo circunstancial, los venezolanos, aficionados a los toros, le tenían como algo muy suyo.

El 3 de agosto de 1939 se presenta en Madrid. Toma la alternativa el 9 de abril de 1942 en una plaza de responsabilidad, Madrid. El padrino de la ceremonia fue su hermano Pepe que le entrega estoque y muleta para que lidie al toro Cabileño, de Miura, con el que se hace matador de toros. El 26 de julio de ese mismo año, el toro Buenacara, de la ganadería de don Ignacio Sánchez le infiere una cornada gravísima, en la plaza de Barcelona. Tras larguísimas y penosas curas, con la ciencia de entonces, tarda en reponerse dos meses. 

Casi desde el centro del anillo citó con la izquierda, a muleta plegada, para darle el pase cambiado a Buenacara; se arrancó el toro ya venciéndose y, en el momento del embroque, no obedeció a la muleta empitonando al torero haciéndole caer a la arena de donde lo recogió y corneándolo introdujo en el estómago del matador el pitón hasta la cepa lanzándolo, en el derrote, a más de veinte metros de distancia. Cornada gravísima denominada en el argot taurino de caballo.

Quite y trasladado del torero a la enfermería. Durante el mismo pudo apreciarse la impresionante herida que le infirió el toro y que le destrozó el vientre: perdía sangre de forma alarmante. En el argot popular “tenía las tripas fuera”. Quiso la suerte que la cornada se produjera en Barcelona y que jefe del equipo de la enfermería fuera el eminente doctor don César Olivé Gumá que junto con el doctor don José Viñas González y su equipo se dispusieran a atender al torero y a salvarle la vida. Ante la posibilidad de morir le fue administrada la Extremaunción. El equipo médico con inspiración y ciencia consiguió salvar la vida de Antonio Bienvenida que a la sazón tenía veinte años. Durante muchos días los partes facultativos daban el pronóstico gravísimo. Se temía por su vida. Más de dos meses estuvo en cama, soportando curas muy dolorosas, hasta su recuperación total.

Torear de esa manera, arriesgar de esa forma, en los comienzos de su carrera taurina era santo y seña de lo que sería, durante toda su vida profesional, es decir, una figura del toreo y un maestro. Sangre, sudor y lágrimas le costó. Recibió 14 cornadas dos de ellas gravísimas.

Se salvó el hombre; pero ¿y el torero? Hubo comentarios y predicciones de todo tipo de la crítica y afición:

 Una cornada así acaba con un torero; ya no será el mismo; veremos…

Don Indalecio (Ramón de la Cadena y Rualla), escritor y revistero taurino, escribió:

Es el torero más fino, más puro, más clásico, de los salidos de la casa “Bienvenida”. Si un toro, en Barcelona, el año de su alternativa, no le hubiera producido una cornada gravísima, de las que quitan de en medio a un torero, restándolo ánimo para mucho tiempo, no sabemos a donde hubiera llegado. Con los años de vida torera de Antonio Bienvenida, su categoría ya está bien afirmada; su calidad artística es indudable; verle torear un toro a gusto es una delicia; su visión de lo que debe ser un director de lidia es perfecta.

Vicente Zabala, en su obra “Hablan los viejos colosos del toreo” de Ediciones Sedmay S.A. 1976, comentando la cornada con el torero  nos desvela la satisfacción del maestro, al final de su carrera taurina, entrevistado en 1973:

Me cogió muy al principio de mi carrera. No había penicilina…,cuando llegaba a curarme el doctor Olivé Gumá yo me metía un pañuelo en la boca …, perdí el sitio…, después mi voluntad quería estar delante del toro con tranquilidad, pero la carne que es débil huía; pero a pesar de todo y con quince cicatrices no se salieron con la suya los que me dieron por terminado entonces. He durado treinta años más en el toreo. Por eso estoy satisfecho.

San Isidro de 1958, un toro de Juan Cobaleda le da una cornada en el cuello mientras toreaba en el centro del ruedo. Todos acuden al quite los subalternos y su hermano Ángel Luís que asistía como espectador en el callejón. Camino de la enfermería y, al llegar al burladero de matadores,  el torero se niega a entrar en ella, pese a la gravedad de la cogida y, deshaciéndose de las asistencias, pide el estoque de matar y mata al toro. Después, es retirado a la enfermería. Gesto torero y de pundonor.

Ya, desde los comienzos de su trayectoria taurina, Antonio Bienvenida fue objeto de la atención de la critica de la época. 

Con diecisiete años se presenta en Madrid el día 3 de agosto de 1939 como novillero. El público que presenció la novillada vio en él madera de futuro matador de toros de postín.

Pero es en la novillada celebrada en Las Ventas, el día 18 de septiembre de 1941 cuando logra un triunfo extraordinario, que confirmaba la clase excepcional que tendría años más tarde en su carrera taurina. Las reses fueron de don Antonio Pérez de San Fernando para:  Morenito de Talavera, Antoñito Bienvenida y Juan Mari Pérez Tabernero, que se presentaba en Madrid, hijo del ganadero que lidiaba esa tarde.

El gran crítico taurino de Radio Madrid, Curro Meloja, Carlos de Larra y Gullón, presenció la novillada y lo que vio le emocionó tanto que, ese mismo día, tituló la crónica emitida por las ondas: ¡Salve, Antoñito Bienvenida! Habló, en resumen,  así a sus oyentes:

Señores oyentes aficionados a la fiesta nacional: No olviden ustedes esta fecha: 18 de septiembre de 1941, día de purificación y consagración de la Plaza de Toros de Madrid. Nada menos que eso. Porque esta plaza monumental nuestra, tan bella de arquitectura y tan señorial de empaque como falta de historia y de solera venía arrastrando una vida tan lánguida que casi no era vida, sino el triste arrastrar de una vida precaria y agonizante camino de una mísera muerte en vilipendio. Pero hoy, día 18 de septiembre de 1941 –no olviden ustedes esta fecha- por obra y gracia de un artista genial ungido por la gracia divina de la más excelsa inspiración, ayudado por un torero valeroso, completo y henchido también por el soplo del arte, y con la ayuda eficaz de un diestro novel, pero pleno de maestría por su dominio excepcional en el difícil arte del toreo de muleta: en el día de hoy, por esa conjunción armónica y feliz se ha purificado la Plaza de Madrid y se ha comenzado a escribir su historia.

       A Antoñito Bienvenida, representante de esa gloriosa casta, de toreros que en él ha hallado la más perfecta depuración, corresponde en primer término el honor de haber comenzado a escribir la historia de la Plaza de Madrid, cuyo prólogo, que habían comenzado otros toreros, lo terminó, momentos antes, de modo brillantísimo, “Morenito de Talavera”

En la plaza zumbaba ese run-run de las grandes emociones cuando salió, el quinto novillo, no demasiado chico y con decente arboladura, aunque al parecer con una nube en el ojo derecho, por lo que en las primeras embestidas se puso delante y cabeceó, malogrando los intentos de torearle con el capote que pusieron, su futuro matador, Antoñito Bienvenida, y sus compañeros en el primer tercio, aunque aquél logró un quite por chicuelinas pleno de armonía y de gracia rematado con primor de filigrana. Y tocaron a matar cuando el astado estaba proboncete y calamocheando. Nada hacía esperar lo que avecinaba: pero allí había un torero genial que sin duda sintió en aquel momento el soplo divino de la inspiración y se descaró con el toro citándole con la muleta en la izquierda y sin desplegarla. Se arrancó el animal y Antoñito le esperó quieto y arrogante y le vació con un soberano cambio a muleta plegada que ahogó la respiración de veintidós mil espectadores. Se revolvió el bicho y el artista avanzó un paso, mostrándole otra vez la muleta sin desplegar y en la izquierda y dejando que el bicho metiera la cabeza para desplegarla entonces lentamente y tirar de ella con el toro embebido en sus vuelos, para bordar un pase natural inmaculado y ligarlo con otro y con otro y con todos ellos el de pecho, en una armonía de belleza, de plasticidad, de arte genial que solo ese soplo divino de la inspiración es capaz de crear. La plaza entera rugía de asombro y de entusiasmo ante aquella belleza insospechada en un arte brusco y fuerte  como el del toreo…

Y repitió la incomparable serie desde el cambio a muleta plegada hasta el de pecho; todo igual, con la misma armonía y la misma belleza y la misma grandeza, pero aún más cerca del toro, pisándole más terreno y llevándole más embebido de la muleta prodigiosa. Nuevo asombro y nueva ovación…

Y de nuevo la inconmensurable hazaña. ¡Que emoción, que belleza que cuadro de arte más acabado y más excelso!

El público asombrado, entusiasmado, pidió la oreja antes de matar. Entró el artista derecho como una vela empitonándole el animal sin consecuencias. Volvió a la carga y pinchó en lo alto y luego colocó media ladeada alargando el brazo con habilidad. Veintidós mil pañuelos flamearon mientras otras tantas gargantas, rotas por la emoción, querían en vano gritar de entusiasmo, pero el presidente no concedió la oreja. Es igual. Aquello quedó allí. Mientras Antoñito daba dos, tres vueltas al ruedo, sonriente, yo sentí una honda emoción pensando que este artista de casta de toreros acababa de escribir la primera página brillante de la historia de la plaza de toros de Madrid, después de 1939,  que hasta hoy no la tenía. Porque lo que ha hecho Antoñito Bienvenida hoy, 18 de septiembre de 1941 –ya no podrán ustedes olvidar esta fecha- salta todos lo límites del estilo antiguo y del estilo moderno, está por encima de todos los estilos porque ha sido una cosa sin estilo conocido, algo de creador, algo tan personal, que acaso no pueda repetirse y que solo puede hacerse con olvido de todas las normas y al impulso del soplo divino de una inspiración excelsa. ¡Salve, Antoñito Bienvenida!  

Este triunfo, sin cortar orejas, demostraba que clase de torero comenzaba a lucir en el firmamento taurino. Pero, esta hazaña, esta faena, la volvió a repetir – ya de matador –  en la tarde del  2 de julio de ese mismo año 1942. Alternaba, mano a mano, con Morenito de Talavera que vestía de verde y oro y de morado y oro Antonio. Los toros fueron de Escobar y Marzal.  Estoqueó los ejemplares número 45, de nombre Primoroso, Rondeño, número 17 y Jurdano, número 54, primer sobrero, que resultó magnifico. Dio tres veces el pase cambiado ligándolo con tres naturales y el de pecho soberbios. La estocada, al quinto toro, quedó en todo lo alto por lo que se le concedieron las dos orejas, dando dos vueltas al ruedo. Ya en su segundo toro había cortado una y en el primero le ovacionaron.  Tiene significación la oreja que corta al toro Rondeño porque es la primera oreja que corta como matador en Las Ventas.

El 2 de junio de 1943, se celebró en Madrid una  corrida de toros extraordinaria, así se anunciaba, en la que actuaron don Álvaro de Domecq –observen el de-, Juan Belmonte de rosa pálido y oro; Manolete, de verde y oro; Antonio Bienvenida, de marrón y oro y Emiliano de la Casa, Morenito de Talavera, de blanco y oro. Se lidió un novillo para rejones de la ganadería de don Alipio Pérez Tabernero Sanchón como los restantes toros. Ganado pequeño y manso.

Antonio Bienvenida en Madrid y al lado del Monstruo de Córdoba, imagínense la responsabilidad. El maestro cumplió y obtuvo silencio y palmas. Estoqueó los toros, Hurón, negro de 411 kgs. y Perdigón, negro, de 425 kgs. 

Belmonte, vuelta y oreja; Manolete, silencio y oreja en su segundo al hacer una gran faena de muleta y matar de estocada y Morenito, oreja y ovación. 

La prensa dijo del maestro:

Antoñito Bienvenida no tuvo suerte, sus dos toros no se prestaron a lucimiento alguno, sin embargo, los toreó de cerca, con deseos y honradez artística, por lo que el público premió con aplausos la eficacia de sus faenas, con aquellos enemigos incapaces de toda lidia, como no sea la que él empleó de la brevedad.

Traemos a colación esta corrida para demostrar que Antonio Bienvenida no rehuía torear con Manolete y en Madrid. 

En mayo de 1944 Antonio Bienvenida confirma la alternativa a Pepe Dominguín. Comenzaba ya a ir cimentando, poco a poco, ese tratamiento futuro de don que, años más tarde, le acompañaría hasta la entrada en la Historia del Toreo. Confirmar un Bienvenida la alternativa daba categoría al confirmado. Bienvenida vestía de azul y oro y estoqueó los toros Gachón, número 39, negro, de 430 kgs. y Cara alegre, número 94, cárdeno, de 440 kgs. de peso. Antoñito, todavía Antoñito, hizo una faena muy buena de muleta rematándola con media estocada que le valió una oreja. En su segundo media estocada y una entera, petición de oreja, que no se concedió, y vuelta al ruedo. Pepe Dominguín fue ovacionado en los dos toros. La terna la completaba Morenito de Talavera, que fue ovacionado en su primero y silenciada su labor en el segundo.

El día 11 de mayo de 1944 la expectación en el Madrid taurino es máxima porque torean esta tarde los tres hermanos Bienvenida.

Los Bienvenidas en el redondel: Pepe, de verde y oro, Antonio, de azul oscuro y oro y Ángel Luís, de blanco y oro. Toros de Arturo Sánchez Cobaleda. El menor de los tres, Ángel Luís, tomaba la alternativa ese día, nada más y nada menos que en Madrid ante su exigente y entendida afición. El ganado no contribuyó al éxito de ninguno de los tres matadores. Los toros resultaron mansos y huidos.

Ángel Luís, palmas en su primero y algunos pitos en su segundo. Pepe, faena de muleta muy buena, matando de una estocada y petición de oreja que no se concede; en el segundo palmas. Antonio, silencio y pitos. Es curioso, en relación con lo que hoy pasa, que los seis toros recibieron cuatro puyazos.

Antonio Bienvenida, de rosa y oro,  confirma la alternativa al mejicano Carlos Arruza, de lila y oro, el día 18 de julio de 1944. El triunfo del diestro azteca fue muy importante cortando tres orejas. El tercer espada alternante era Morenito de Talavera – de verde claro y oro-. Los toros fueron de Vicente Muriel.  Otro de los acontecimientos importantes en el que participó el maestro. Su actuación fue premiada con una gran ovación en el primero de su lote y petición de oreja con vuelta al ruedo a pesar de haber hecho una colosal faena de muleta y matar de una estocada a un toro abanto. Hoy no se entendería que a pesar de haber hecho una faena de muleta muy buena y de matar de estocada  no se le concediera una oreja por lo menos.

Aquí deslumbró con su toreo Carlos Arruza que obtuvo una gran ovación en su primero y cortó dos orejas al toro Melonero, número 16, berrendo en negro, de 481 kgs. segundo de su lote.

El torear junto al Monstruo de Córdoba era algo para lo que había que estar muy preparado y seguro de sí mismo. Antonio Bienvenida lo hace por primera vez en Bilbao el 19 de junio de 1942. Toros del Conde de la Corte para: Manuel Rodríguez, Manolete, Pepe Luís Vázquez y Antonio Bienvenida. El Monstruo de Córdoba cortó dos orejas y rabo.

Torear al lado de Manolete daba categoría al que conseguía triunfar esa tarde; pero cómo torearía Antonio que, Manolete, en conversación con Pepe Bienvenida se expresó así:

-¡Qué torero he visto Pepe! Te voy a decir que si a ese toro del Conde, lo toreamos con la muleta todos los que dicen que toreamos bien; pero todos los de ahora y los de antes; y, después, coge la muleta tu hermano Antonio, nos echa a todos al estribo.

Añadió: La ventaja que tenemos los demás frente a él es que durará en esto veinticinco años, y como así no se puede torear todas las tardes, cuajará en todo ese tiempo, cuatro o cinco toros, como el que le he visto en Bilbao.

Alguien – años más tarde- comentó al maestro que Manolete hacía siempre la misma faena y que parecía que: la llevaba en la maleta; a lo que Bienvenida contestó:

Ojalá los demás fuéramos capaces de inventar una que gustase tanto, meterla en nuestra maleta, sacarla todas las tardes y estar lo bien de verdad que él está con tantos toros distintos. Perdona, añadió, pero los que no os ponéis delante de los toros, no tenéis  ni idea del mérito de Manolete. 

Claro y contundente

Al año siguiente, 1944, actúa el 15 de septiembre otra vez en Madrid y al lado de Manolete. Toros de don Antonio Pérez de San Fernando, bien presentados, grandes y gordos, para Juan Belmonte, de rosa y oro; Manolete, de marrón y oro y Antonio Bienvenida de verde y oro. Los toros no se prestaron al lucimiento de los espadas.

Otra corrida importante en la que participa Bienvenida, es en la corrida de beneficencia de 1946, es la única que Manolete toreó en España. Fueron cuatro los diestros que actuaron junto al rejoneador don Álvaro de Domecq. En nuestro programa de mano, heredado de periodista familiar ya fallecido, figura ¡Que corrida! Indicativo de que fue extraordinaria.

Toros de don Carlos Núñez de Sevilla, ocho ejemplares, para Gitanillo de Triana, grana y oro; Manolete, de celeste y oro; Antonio Bienvenida, de grana y oro y Luís Miguel Dominguín, de blanco y oro. El resultado artístico fue sensacional cortándose un total de siete orejas. Repartidas así: Domecq, una; Gitanillo una; Luís Miguel Dominguín tres; Manolete, dos. Antonio Bienvenida,  silencio y palmas. 

Alternaría, con Manolete, en otras quince tardes incluidas las ya referidas. Ferias de importancia como las de Alicante, Murcia, Bilbao, Pamplona y cinco corridas en Barcelona. Participó también, en dos festivales.

La primera corrida de la Feria de San Isidro – recién creada en 1947- cuenta con la participación de Antonio Bienvenida –de rosa y oro-  ante toros de Rogelio M. Del Corral alternando con Gallito y Andaluz. El primer toro de nombre Bravo, número 24, negro, lucero y calcetero, le empitona por lo que la corrida quedó en un mano a mano entre Gallito y Andaluz.

El 21 de septiembre de 1947, estoquea en Madrid y en solitario, seis toros de don Antonio Pérez de San Fernando (Salamanca) en la corrida que organizó la Asociación Benéfica de Auxilios Mutuos de Toreros.

El triunfo es colosal, corta cuatro orejas y sale a hombros por la Puerta Grande. Dos faenas a su primer y segundo toro muy buenas culminadas con dos estocadas respectivamente. Corta una oreja a cada toro. Ovacionado en el tercero y cuarto. Silenciada su labor en el quinto y dos orejas en el sexto. Gran triunfo en Madrid.

Hay que decir que Antonio Bienvenida salió once veces por la puerta Grande las Ventas.

Continua su escalada triunfal y en 1948, participa en la segunda Feria de San Isidro, cortándole la oreja al toro Chazarito, número 33, negro de capa, de don Alipio Pérez Tabernero como toda la corrida; ganado bravo y bueno. La corrida se celebró el 12 de mayo de 1948. Actuaron junto a él Raúl Ochoa Rovira, de blanco y oro y Francisco Muñoz, de gris perla y oro. El maestro vistió de celeste y oro.

El resultado artístico fue: Bienvenida, palmas y oreja; Rovira, oreja y oreja y Paco Muñoz, oreja y dos orejas.

El 3 de junio de 1948, confirma la alternativa a Manolo González, futura figura del toreo. Cartel: toros de don Graciliano Pérez Tabernero, de Salamanca, ganado bueno y con nervio, para, Antonio Mejías, Bienvenida, de morado y oro; José Martín Vázquez, de verde y oro y Manolo González, de azul y oro. Antonio, ovación en su primero y vuelta en su segundo. Pepín Martín, oreja y silencio y Manolo González, vuelta y oreja. Vemos como el maestro era requerido por otros toreros para, darle la alternativa o confirmarla porque les daba categoría.

En 1971 se prueba en el festival para recaudar fondos por el terremoto del Perú y decide volver

Siguió su carrera taurina cosechando éxitos y llegó el día de la despedida del toreo.

Corrida importante en la Historia del Toreo, es la que se celebra el  día 5 de octubre de 1974  en la plaza de toros de Vista Alegre en Madrid; se despide Antonio Bienvenida, lidiará toros de Fermín  Bohórquez alternando con Curro Romero y Rafael de Paula. De esa memorable tarde, en la que no cortó orejas, sobresalieron y, todavía están en la memoria de quienes le vieron, dos lances magistrales rematados con media inigualable. Como director de lidia estuvo sensacional. La faena de muleta del último toro se la brindó a su hermano Ángel Luís con estas palabras: 

-Te brindo este toro porque es el último que mataré en mi vida. Te doy mi palabra de honor que no te haré sufrir más.

Finalizada la corrida el maestro, salió de la plaza  andando, cruzando el ruedo, pensativo, solo, camino de la calle, donde le esperaban multitud de aficionados que le tributaron el último homenaje al salir de una plaza de toros. Su cuadrilla le seguía  a distancia para darle todo el protagonismo al maestro.

Torear para él era un motivo de alegría, así lo reflejó en una entrevista una vez retirado:

El toreo siempre ha sido un motivo de alegría porque lo he hecho con una gran satisfacción y con una gran afición y eso produce alegría. Yo creo que dentro de mi personalidad he tenido momentos melancólicos y momentos alegres; pero yo creo que lo importante en mi vida del toreo ha sido la profundidad que he intentado darle a todo lo que he hecho con el toro”.

Hace años que dejé de vestirme de luces, que no es lo mismo que irme del toro, porque yo no soy de los que se han ido. Siempre estaré en esto, pase el tiempo que pase, mientras aguante el peso de la muleta y el estoque en la mano.

A su amigo Vicente Zabala le confesó:

Siento dentro de mi un enorme vacío cuando no toreo. No sé lo que va a ser de mí cuando me retire definitivamente de los toros, porque yo preciso, como si fuera una droga, este desasosiego que se experimenta cuando se viste uno de luces. Es algo incomparable.

La impresionante trayectoria de Antonio Bienvenida puede apreciarse por medio de la estadística.

Intervino en 829 corridas de toros y estoqueó 1628 reses. En novilladas mató 113 novillos. La temporada que más corridas toreó fue la de 1966 con 52 y la que menos la de 1974, ya al final de su carrera,  con 11. 

Destacan sus actuaciones en la plaza de toros de Las Ventas con 106 – cinco en novilladas- siguiendo la de Barcelona con un total de 55. Llegó a torear en Argelia, dos tardes y en Marruecos, cuatro tardes. Hoy estas actuaciones serían imposibles.

Antonio Bienvenida prefería los toros de don Antonio Pérez de San Fernando, que son los que ocupan la primera posición en cuanto a los estoqueados por él, con un total de 98. Carlos Núñez también fue una ganadería predilecta para el torero que mató 54 toros a lo largo de su carrera. 

De los compañeros con los que más actuó destaca Luís Miguel Dominguín, figura del toreo, con el que alternó en 73 tardes. Le sigue Antonio Ordóñez con 55. Su hermano Pepe Bienvenida lo hizo en 39 ocasiones. Destacar que con Manolete actuó en 15 corridas.  

 Estuvo en figura del toreo 29 años. Se retiró temporalmente desde 1966 hasta 1971 año de su reaparición.

Otorgó 26 alternativas siendo la primera la que dio  a su hermano Ángel Luís en Bogotá en 1944. La última fue el 27 de agosto de 1973 a Everildo Segura en San Sebastián de los Reyes.  Igualmente, confirmó en veinte ocasiones. La primera a Morenito de Talavera en el año 1942. También confirmó, en 1944, al mexicano Carlos Arruza, y en años siguientes a Marismeño, Manolo González y  Jaime Ostos entre otros.

Antonio Bienvenida era un torero de gestos y así toreó en 49 ocasiones mano a mano con sus compañeros de escalafón. Como único espada lo hizo en diez corridas. En la plaza de las Ventas, plaza de gran responsabilidad, actuó en cinco tardes mano a mano. El día 16 de junio de 1960, en Madrid, estoqueó una corrida por la tarde y otra por la noche. En esta solo pudo matar tres toros al resultar lesionado.

El maestro era un señor dentro y fuera del ruedo. Además colaboraba en corridas benéficas y en festivales taurinos siempre que se le requería. Por sus grandes valores humanos, en 1956, obtiene la Gran Cruz de Caballero de Beneficencia. Le fue impuesta, en un acto sencillo; pero emotivo acto, celebrado en el desaparecido Sanatorio de Toreros, el 21 de octubre de 1956.

Se reunía en esta condecoración otras concedidas por toda una vida dedicada a la defensa de la fiesta de los toros; y también, por la ayuda prestada a los más necesitados incluyendo a sus compañeros de profesión. Fue Presidente del Montepío de Toreros. Por su participación desinteresada en las corridas que el referido Montepío celebraba obtuvo la Medalla de Oro. Estaba en posesión de la Medalla del Mérito Civil y la del Mérito Taurino.

La carrera de Antonio Bienvenida está plagada de gestos y de gestas. El 21 de septiembre de 1947 estoquea, en Madrid, seis toros de don Antonio Pérez de San Fernando. Antonio vestía de verde y oro, su color favorito. Al sexto toro de nombre Limonero, número 47, negro, le hace una gran faena, completa de capote, banderillas y muleta, matando de un pinchazo y estocada, por lo que se le conceden las dos orejas del bravo animal. Esta corrida fue benéfica y la organizó la Asociación Benéfica de Auxilios Mutuos de Toreros. Antonio Bienvenida, sin cobrar, recaudando fondos para sus compañeros retirados. Gesta y gesto.

En 1954 alterna, en mano a mano, con Julio Aparicio en Madrid. Obtiene un gran triunfo al cortar las dos orejas al quinto toro, tras una media estocada y descabello.

El 4 de octubre de 1975 Antonio y su familia deciden pasar el día en la finca Puerta verde de la ganadera Amelia Pérez Tabernero, en El Escorial. Verá torear a su sobrino Miguel.

Se realizan faenas de tienta. Normalidad en ellas, hay maestros en el ruedo; Antonio y Ángel Luís. Su sobrino ha toreado a gusto del maestro. Van a sacar a la becerra fuera de la placita de tientas. Lo hacen al alimón. La puerta que da al campo queda abierta. Al lado de la puerta hay otra becerra, llamada Conocida, negra, número 7, de 300 kgs. aproximadamente que nadie ve. Antonio queda de espaldas. La becerra se arranca de pronto, entra en la plaza y coge al maestro por detrás, levantándolo del suelo. Caída mala. Queda inmóvil en el pequeño ruedo. Dice:

 ¿Porqué no me habéis hecho el quite?

–  Antonio, no la hemos visto entrar, ha sido tan rápido todo.

No se debe mover al maestro tiene lesiones cervicales. Acude la ambulancia y es trasladado a Madrid, Hospital de la Paz. Nada se puede hacer por salvarle. Murió a las cuatro de la tarde del 7 de octubre de 1975. Es trasladado a la casa familiar en la calle General Mola, 3. Capilla ardiente presidiendo la imagen el Cristo del Gran Poder, que transcurriendo el tiempo la familia Bienvenida donará a la capilla de Las Ventas.

El entierro, verdadera manifestación de duelo popular, quedará para siempre en la memoria de quienes lo vieron. El féretro lo cubría un capote de grana y oro –el color de los valientes-, así lo pasearon por el ruedo de Las Ventas, aquel ruedo que con su eterna sonrisa recorría en triunfo tiempo atrás.

En el centenario de su nacimiento.

Junio de 2022 y en Collado Villalba.

José María Sánchez Martínez-Rivero.