712200914320~12601423349430.jpgFernando Tendero partió plaza ante un astado de Trinidad, arrancando el trasteo por alto, y prosiguió toreando por derechazos a media altura, consintiendo a la res, que se desplazaba con corrección. Con despaciosidad, instrumentó nuevas tandas de muletazos diestros, así como naturales y un pase afarolado. Tras los molinetes de rodillas y los adornos por manoletinas, Tendero fue corneado al efectuar el volapié, pasando de inmediato a la enfermería y debiendo Juan Francisco Almeida estoquear con desacierto al primero de la tarde.

Precisamente, Juan Francisco Almeida pechó ante un jabonero de La Concepción que tuvo fijeza, clase y duración, y con el que quitó por navarras e inició el tercer tercio por doblones, dibujando luego dos importantes series de derechazos. Siguió el compatriota toreando al natural con el astado embebido en los vuelos, y efectuó también un afarolado, tres molinetes ligados y bernadinas de ajustado embroque. Entonces, la petición de indulto no se hizo esperar, pero el palco presidencial no lo concedió, matando Almeida de media estocada y cortando una oreja, mientras que a los despojos del 712200914320~12601423349591.jpgburel se les dio vuelta al anillo. A otro jabonero de La Concepción, Juan Francisco lo recogió por abajo con la pañosa y esbozó pases sobre la mano derecha sin hilván ni engarce. El novillo tuvo la embestida corta, y a la misma, Almeida no se acopló, estando además espeso con el verduguillo. Por último, a otro ejemplar de la Concepción, Almeida lo saludó con la larga cambiada de hinojos y buenos lances a la verónica. Con el viento soplando en vendaval, instrumentó derechazos y naturales enganchados, se adornó por ceñidos molinetes, y pasaportó de estocada tendida.

712200914320~12601423349592.jpgÁlvaro Montes recibió con la garrocha a su primero, de La Concepción, y colocó banderillas de frente y haciendo el quiebro en la cara Misma de la res. Dejó también rehiletes al violín, así como tres cortas cabalgando en círculos concéntricos de reducido diámetro. Efectuando piruetas y cabriolas, el jienense estuvo acertado en la ejecución de las suertes, pero falló con el rejón de muerte. A su segundo, de Trinidad, Montes lo fue encelando poco a poco, dejando luego banderillas al cuarteo. Conectando con el tendido, el de Jaén colocó también rehiletes al violín, las cortas y la rosa, pero volvió a marrar en la suerte suprema.

 

Desde Quito (Ecuador), Crónica de Fabricio Guerra

Fotos: Niko