Sergio Cerezos (de berenjena y oro). Recibe a Cofrade, No. 352, de 452 Kg.; cárdeno entrepelado, bragado corrido, lucero, sobaquero y jirón. El novillo embistió bien y se quedó rápidamente con el novillero, quien lo lanceó por verónicas y remató con una media. El novillo remató bien en los caballos y recibió dos puyazos; luego, con la muleta se quedó aplomado en la arena y muy poco pudo hacerle el novillero valenciano; se tiró a matar y al séptimo viaje dejó tres cuartos de espada, cruzada, pero efectiva. Su segundo toro, Rey Moro, con el No. 342, de 474 Kg., apretado de carnes, de bonitas hechuras, carifosco, cárdeno oscuro nevado de los cuartos traseros, con espejos en los corvejones, enmorrillado y con bragas, tuvo una buena salida y desarmó a Cerezos cuando lo probaba con el capote; tardó en ir a los caballos pero en la reunión embistió con fuerza; en las banderillas se lució el aspirante Felipe Rangel; con la muleta, el toro rebrincaba un tanto y al novillero le faltó técnica y mando para hacer una buena labor; se empeñó mucho , pero no hubo buenos resultados; al tercer viaje con la espada despacha a Rey Moro; silencio del respetable. El séptimo de la tarde –de regalo- fue de los mejores novillos, pero Cerezos también estuvo por debajo de las condiciones de Envidioso, Segunda Reserva, No. 340, de 476 Kg. –negro, listón, bragado, entrepelado con castaño-; lo recibió de rodillas frente a la puerta de los toriles y el novillo hizo por él, le pasó encima y le lastimó una pierna; recargó con codicia en los caballos y tenía una embestida muy suave; Cerezos brindó al ganadero; se vio falto de serenidad y de sitio, pues no pudo quedarse quieto frente al burel; su toreo desparpajado y sin arte quedó de manifiesto; deja una media y el toro rueda por la arena; el juez le concedió una oreja.

Antonio Romero (de marfil y oro con remates en negro), recibió a Turco, No. 380, de 487 Kg.; cárdeno oscuro, enmorrillado, bragado, sobaquero, carifosco, con una larga cambiada de rodillas, lo lancea por verónicas y lo remata por reboleras; Mauro Prado recibe la ovación del público al dejar un soberbio puyazo; Romero puso banderillas y luego le brindó emotivamente la muerte de Turco a los monosabios; con la muleta inicia con una capetillina en el centro del ruedo y en la tercera tanda, se llevó un susto cuando el novillo lo empaló y le dio una aparatosa voltereta; sin mirarse el vestido, se levantó para ligar dos tandas más de derechazos; por naturales el novillo desarrolló sentido y echaba las manos por delante; Romero se le arrimó mucho a Turco y en una pelea constante logró ligar más tandas de derechazos; deja un pinchazo hondo y despacha a su rival al segundo viaje, recibe un aviso de la autoridad. No hay quinto malo y afortunadamente la frase se cumplió con Cuetón, No. 371, de 457 Kg., el mejor novillo de la tarde, cárdeno, nevado, gargantillo, meano y sobaquero; inicia con dos largas cambiadas y luego le hace tres verónicas que arrancan los aplausos del público; apenas fue señalado por el picador y Romero puso banderillas, resultando el mejor el tercer par, en el que se asoma la balcón y luego lo gallea hasta dejar parado al novillo; brinda al ganadero; con la muleta inicia con pases de doblón y al ritmo de la Marcha de Zacatecas, le cuajó una muy buena faena, al novillo que pasaba con claridad y franqueza, metiendo muy bien la cabeza por ambos lados; faena que coronó con una estocada entera, lo que le hizo merecedor de dos orejas, ovacionadas por el respetable. Arrastre lento para Cuetón, Vuelta al ruedo de Romero acompañado por Manuel Sescosse.

Luis Ignacio Escobedo (de grana y oro), tuvo una actuación sin lucimiento con los novillos que le tocaron en suerte. Al primero, Infiel, No. 399, de 457 Kg. –cárdeno claro, nevado, bragado-; le pudo hacer muy poco, nunca se quedó quieto y resultó evidente que le falta práctica, pero no voluntad; lo mejor fue la actuación del picador Héctor Cobos y el aspirante Felipe Rangel; despachó a Infiel al quinto viaje y hubo división de opiniones. Su segunda actuación fue prácticamente igual que la primera, tuvo en suerte a Zuavo, un muy buen novillo, con el No. 337, de 486 Kg., negro zaino, comodito de cuerna; Escobedo se vio muy voluntarioso, pero evidenció su falta de tino para el toreo; despachó a Zuavo después de dos pinchazos. Pitos del respetable.

Con el pie derecho inició la empresa taurina “Zacatecas, tierra de toros”, al realizar esta Feria Internacional del Novillero. Felicitaciones a Juan Enríquez, a Manuel Sescosse y a Felipe Pescador. Enhorabuena, Antonio Romero.

 

Desde Zacatecas (México), crónica de Jánea Estrada Lazarín