El quinto toro de la tarde prometía, pero se despitorró y no fue cambiado por el juez al no haber toro de reserva, por lo que el público armó la gran bronca –con justa razón- y El Payo tuvo que abreviar su labor. El único toro potable del encierro fue el sexto, Antonio Romero supo aprovecharlo y le cortó dos orejas, con lo que se llevó el Premio del Centenario, otorgado por la empresa taurina a cargo de Marco Castilla.

Sólo media entrada registró la Monumental Zacatecas, los precios de entrada estuvieron altos y la publicidad fue deficiente. Una nueva modalidad para anunciar a los toros sorprendió a los aficionados: dos chicas acompañaban al monosabio encargado de portar el letrero, como si se tratara de una función de box. Un nuevo juez para la plaza, Gilberto Ruiz Torres, aprobó el encierro y aceptó que la corrida se diera sin haber toros de reserva; tiene un lamentable historial de broncas en la Plaza México y ahora nos lo traen a Zacatecas, como si aquí no hubiera gente apta para desempeñar el puesto. Por si fuera poco, en los cuatro últimos toros, los picadores fueron derrumbados junto con su caballo y en el quinto de la tarde un monosabio fue herido al tratar de incorporar al varilarguero. Mucho desorden en la plaza. Esperemos que no siga así.

Arturo Macías, de palo de rosa y plata, tuvo en suerte a Cien Años, No. 11, 620 Kg. Los kilos le pesaron desde el inicio y no se prestó para la lidia, fue despachado con una media estocada. Palmas. Su segundo toro, Esperanza, No. 13, de 510 Kg. Salió peor que su primero, al segundo viaje dejó una estocada entera. División de opiniones.

Octavio García El Payo, de grana y oro, recibió a Deaquisomos, No. 485, descastado, sin transmisión, fue despachado al quinto golpe de descabello. Silencio. Su segundo toro, M.L. No. 19, de 550 Kg., se despitorró en el burladero antes de ser picado, el juez no autorizó el cambio, fue despachado al tercer intento. Bronca para el juez.

Antonio Romero, de verde esperanza y oro, tuvo en suerte a Mariolo, No. 9, de 530 Kg., el toro se prestó más que los anteriores y Romero se mostró voluntarioso, deja una estocada entera. Una oreja. Vuelta al ruedo. Con el sexto de la tarde, Mendo, No. 10, de 530 Kg., cárdeno oscuro, sobaquero, meano corrido, carifosco, enmorrillado y acucharado, realizó buena labor con el capote, inició por tafayeras y luego ejecutó muy buenas verónicas. El toro recargó con fuerza en los caballos; al quite por navarras y remate con una media. Pone tres pares de banderillas que aplaude el público, en el tercero el toro hizo por él y a punto estuvo de ser alcanzado. Brinda a su hermano Juan José Romero. Con la muleta inició rodilla en tierra toreándolo con la mano derecha; Mendo acusaba debilidad y tendía a distraerse, a desparramar la vista y a salir suelto, pero aún así fue el mejor toro de la tarde; Antonio Romero supo comprender las condiciones del burel y logró meterlo en vereda. Lo toreó con suavidad por ambos lados; luciéndose sobre todo por naturales. Culmina su faena con una serie de manoletinas que emocionaron al respetable. Deja un estoconazo de efectos letales. Dos orejas.

Pese a los malos toros, fue muy bueno ver en la plaza a verdaderos aficionados, como a mis paisanos, los integrantes de la Peña Taurina José María Gallardo, de Río Grande, Zacatecas; a los de la Peña Brava de Sol y a los de la Peña de Izquierda. Ojalá que algún día las peñas se organicen también para exigir calidad y profesionalismo en la fiesta brava de Zacatecas. Alguien tiene que poner orden.