El natural en las distintas tauromaquias

Centradas las cuestiones fundamentales, llega el momento de ir recordando la concepción que con el correr de los tiempos ha tenido del pase natural las grandes figuras.

En este sentido, el histórico Pepe Hillo realiza una breve anotación al respecto: “Toma el diestro la muleta con la mano izquierda. Para la suerte la pone al lado del cuerpo y siempre cuadrada y situado en el terreno del toro le incita a partir, y lo recibe en dicha muleta al modo de la suerte de capa, al pase regular”. Un “pase regular” que en su época debía ser tan básico, que el histórico torero no hace otra referencia más al mismo.

Rafael Guerra “Guerrita” lo definía en los siguientes términos: “Cuando el animal llegue a jurisdicción y tome el engaño, se cargará la suerte, que se remata girando y estirando el brazo hacia atrás con sosiego, describiendo con los vuelos de la muleta un cuarto de círculo, a la vez que se imprime a los pies el movimiento preciso para que una vez terminado el pase quede el diestro en posición de repetirle”.

Más directo, diríase que más natural, se muestra Juan Belmonte, que en una conversación periodística para ABC en 1919 con Gregorio Corrochano afirmaba: «Es una cosa tan sencilla, tan natural, que no encuentro término de comparación adecuado. Es tomar al toro, que está en la derecha del torero, y trasladarlo a la izquierda, sin violencia, con un suave movimiento de mano, como si no hiciese más que indicarle el lugar que desea que ocupe. Es un diálogo en el que se pregunta el torero y responde el toro (…). ¡Qué naturalidad, qué expresión, qué fuerza, qué manera tan suave, tan sencilla, tan natural de llevar al toro en la muleta».

Analizando esta concepción belmontina, Marcial Lalanda consideraba que el secreto de Belmonte no era otro que éste: “Juan citaba con el pecho, de frente. Cuando el toro se arranca, Belmonte adelantaba la pierna, al inicio retrasada, al tiempo que sacaba la muleta al toro. Nada de perfilerías, con la cabeza de la fiera al costado. Belmonte que lo aguantaba en los dos primeros metros de embestida, le aguanta en los dos metros que le restan sin perderle el mando ni un instante”.

Una concepción de algún modo diferente, por los matices que introduce, es la que hacía Manuel Rodríguez “Manolete”. Y así, en 1945 y en uno de los pocos artículos periodísticos que publicó en su vida, en el semanario “El Ruedo” dejó dicho: «En el toro que embiste no se debe adelantar la muleta, sino dejar llegar al toro, hasta que los pitones lleguen a una cuarta de la muleta. Cuando el toro está a esa distancia, entonces se le debe correr la mano con la máxima lentitud y estirar el brazo todo lo que se pueda. La pierna izquierda tiene que quedar completamente inmóvil y, cuando el pase llega a su terminación, hay que girar sobre la pierna derecha hasta quedar en posición de darle el siguiente muletazo en el mismo terreno en el que se inició el primero, y así, sucesivamente, dar todos los que puedan, o se deje dar el toro. En cambio, cuando el toro no tiene arrancada, hay que provocarla. Entonces está justificado adelantar la mano de la muleta para provocar la arrancada y, una vez que el toro embiste, se debe hacer lo mismo que queda explicado en el otro caso»

Breve y conciso ha sido siempre Pepe Luís Vázquez al referirse al natural. Con esa concepción del toreo que tenía entre la armonía y la pureza, siempre repitió las mismas palabras cuando se le preguntaba al respecto: “A mi me gustaba torear al natural pensando en que no llevaba muleta, por eso sólo la cogía con el dedo «purpejo», los otros cuatro los dejaba fuera de la tela. Así me hacía la ilusión de que toreaba con la palma de la mano».

En línea de estricta ortodoxia se movía Antonio Chenel “Antoñete” a la hora de explicar su concepción de esta suerte: “En el natural hay que avanzar la pierna contraria, dar el pecho al toro, adelantar la muleta y, finalmente, llevarle hasta detrás lo más despacio posible. La mano no debe ir excesivamente baja, aunque si lo suficiente para conducir la embestida atrás y rematar el muletazo. Se ha de rematar atrás y girar lo suficiente para quedar colocado y poder realizar el segundo pase. Las piernas deben estar más o menos abiertas y con el medio pecho por delante. Al echar la pierna adelante te obliga a cargar el peso del cuerpo en el muslo izquierdo, peso que hasta ese momento soportaba la pierna derecha y este cambio obliga a meter los riñones. La mano derecha que está sujetando la espada ha de estar relajada y no muy apoyada en la cadera. El palillo de la muleta ha de agarrarse por el centro”.

En cambio, pocas citas al respecto se pueden localizar de Antonio Ordoñez, el torero más importante con el capote desde los años 50 a nuestros días. De hecho, nunca fue un consumado ejecutor del pase natural. Incluso uno de sus críticos más favorables, como fue Guillermo Sureda, afirmaba que siempre tuvo un “cierto agarrotamiento” al torear con la mano izquierda. Así como en la calidad de su lance a la verónica no puede haber más unanimidad, en el pase natural no se da esta circunstancias, salvo en su forma de ligarlo con el pase de pecho.

Por otro lado, a la hora de explicar su variante del natural de frente, Manolo Vázquez explicaba que “el pase natural de frente fue algo personal que empecé a hacer en los años 50. Lo consideré como un pase de improvisación más que de repertorio ya que el toro debería reunir unas condiciones óptimas. Lo fundamental es la colocación y la distancia, que deben ser las justas para que, sin que el toro alcance la muleta, el torero pueda ejecutar los tres tiempos: traer al animal, llevarle toreado y vaciarle. ¿Cómo se hace?. Colocándose de frente, dando el pecho, para poder echarle al toro la muleta y vaciarlo con un suave giro de muñeca, de cintura, del pecho y, sobre todo, con sentimiento. Al toro hay que vaciarlo detrás, no en línea recta, sino describiendo una semicircunferencia en la que se obliga a que el toro gire y se enrosque alrededor de uno. El cargar la suerte no es echar la pierna adelante en cada muletazo; la suerte se carga con el pecho, la cintura y con los brazos. Al toro se le empieza a vaciar aproximadamente a la mitad el muletazo, siempre con suavidad y temple y con un acompasado movimiento de muñeca”.

Y si nos acercamos más a nuestros días, una concepción muy personal se localiza en Paco Camino, para quien “al torear al natural yo siempre he tenido varios conceptos muy claros: en primer lugar, la cintura tiene que estar quebrada, rota, porque en mi idea no cabía la verticalidad, sino que al toro había que llevarlo, acompañarle, mecerse con el. prolongando su embestida. Y eso se consigue con la cintura. (….) Hay otra idea muy importante: la de ligar. Un concepto que además de fundamental en el toreo, es peligroso. (…) Para lugar los muletazos es imprescindible dejar la muleta puesta y quedarse en el sitio. Esa es la única manera. La apertura del compás en mi caso solía ser bastante, sobre todo cuando estaba toreando a gusto”.

Fuentes bibliográficas: Pepe-Hillo: “Arte de torear”. Gregorio Corrochano: “¿Qué es torear?.José Mª Cossío: “Los toros”. Fernando Claramunt: “Historia ilustrada de la Tauromaquia”. Javier de Bengoechea y Carlos Ilían: “Toros y toreros”. José L. Ramón: “Todas las suertes por sus maestros”. Rafael Cabrera Bonet: recortesygalleos.blogspot.com.es.