Comparto con todos los taurinos del mundo, las palabras que sin daño moral y psíquico, con gran sentimiento y afición taurina, pronunció el niño Pedro Luis Echenagucia Ortiz, en la Asamblea Taurina Merideña celebrada en el Salón «Iván Cova Rey» de la Monumental «Román Eduardo Sandia» de Mérida, Estado Mérida, que ojalá puedan ser leídas también por Gabriela Ramírez, Defensora del Pueblo; su Delegada Mérida, Maryur Mora y los Concejales del Municipio Libertador de dicho Estado Andino Venezolano.

Palabras que hablan por sí solas, que expresan lo que no quiere escuchar la Defensora del Pueblo, quien con su propuesta antitaurina «tomada por los pelos» hizo llegar a varios Concejos Municipales de Venezuela, a través de la cual viola los derechos ciudadanos de padres e hijos que tienen afición taurina, comete crimen de lesa humanidad, atropella las tradiciones, costumbres, afición de un colectivo que no tiene culpa que ella, en su interior, sufra alguna frustración y arremete sin cuartel contra los derechos de niños, niñas y adolescentes aficionados a las corridas de toros, contra las Escuelas Taurinas, contra la Fiesta Brava.

He aquí textualmente, lo dicho por Pedro Luis Echenagucia Ortiz, con 11 años de edad, en su defensa de la Fiesta Brava, en la defensa de su derecho de ir a las corridas de toros:

«Amo profundamente los toros, no permitiré que por mi edad me priven de este bello arte, cultura y tradición. Prohibirme esto, es atentar y violar mi derecho universal a la libertad.

Nací y continúo creciendo en un hogar donde vivimos para y por el toro, puedo dar fé que son animales privilegiados, tratados con inmenso amor, pero sobretodo con total respeto.

Los toros los considero mis maestros y el de los demás niños porque nos brindan un espectáculo de creación de belleza como la poesía, la música y la literatura.

Pido respeten mis derechos, de lo contrario me extinguirán mis deberes».

Gabriela Ramírez, Defensora del Pueblo lea e interprete muy bien las palabras de Pedro Luis Echenagucia Ortiz, un niño de 11 años de edad, como cualquiera en Venezuela, que es aficionado a las corridas de los toros ¿se considera ud. capaz de contradecir a este niño, tiene ud. la suficiente moral para decirle a él, a otros niños como él, no puede ir a las corridas de toros porque a mí no me nace?.

Defensora del Pueblo y todos sus lacayos «recoja los vidrios» si en verdad puede hacerlo y grábese bien esto «Taurino soy, taurino he de morir siéndolo, nadie está obligado a serlo, eso sí, respeten mi afición» y olé por siempre, hasta la muerte, hasta la eternidad.