Con el primero confirmó la alternativa el diestro vizcaíno Iván Fandiño. El toro suelto en varas, en el primer contacto con la muleta entraba descompuesto y colándose por el pitón izquierdo.  Por el lado derecho embistió pronto y con fijeza. Repitió tanda el confirmante por el izquierdo hasta que el toro acabó quedándose y escarbando. Terminó de un pinchazo hondo perdiendo la muleta y una estocada. Hubo saludos desde el tercio. El sexto, que sobrepasaba los seiscientos kilos en la báscula y los cinco años de edad, fue un manso que tomó el capote y recibió cuatro refilonazos en el caballo saliendo solo. En banderillas echó la cara arriba haciendo centro a los rehileteros. Con la muleta Fandiño sacó derechazos tragando las coladas del toro que buscaba en cada pase, hasta desarmarlo y producirle un corte con el estoque en la mano. Continuó porfiándole al astado y resultó cogido sin consecuencias. Lo remató de una estocada y hubo saludo desde el tercio.

                                

Antonio Ferrera  se enfrentó al segundo, descarado de cabeza y abanto de salida que cuando vio al caballo se fue de largo para él y se dejó pegar, saliendo doblándose de manos. En la segunda vara aguantó poco. El toro desparramaba la vista por toda la plaza. El diestro colocó dos pares al cuarteo a cabeza pasada y uno por los adentros de igual ejecución. En un alarde de jugar con el toro a cuerpo limpio fue muy aplaudido. En la primera tanda muleteril, fuera de cacho, le corta el viaje rematando el pase fuera. El toro con la cabeza a media altura seguía la muleta por la derecha en pases fuera del pitón. Perfilado al hilo de las astas cobró seis pinchazos yéndose fuera y acabó de una estocada caída. Al manso lidiado en cuarto lugar, toro que peleó en varas cabeceando, lo banderilleó por el lado derecho, como es habitual en este diestro, al cuarteo y a cabeza pasada. Cerró el tercio con un par al quiebro. El toro blandeó y lo despachó con rapidez de una estocada. Pitos al toro en el arrastre.

 

Morenito de Aranda lidió el tercer manso del festejo, que no quiso saber nada de capotes y caballos, yéndose suelto y con malas intenciones. Al fin entró al caballo y se salió suelto con la cara alta. En banderillas derrotó y ante la muleta punteó cabeceando y embistiendo con la cara a media altura, mejor por la derecha y peligroso por el izquierdo. Estocada que mata sin puntilla y saludos desde el tercio aunque fue poco, puesto que la ejecución del volapié mereció la vuelta al ruedo. El quinto, manso y con cinco años y medio de edad, embistió con la cara arriba, huyendo de los capotes y tirando gañafones. Hubo que bregar para que entrase a los caballos.  Quedó poco castigado en varas y sin problemas fue banderilleado. A la muleta fue bien por el izquierdo aunque corto de embestida. Por el pitón derecho derrotó molesto. Tras dos pinchazos y una estocada ladeada entrando con el brazo suelto acabó de dos descabellos.

Hasta ahora sigue predominando la mansedumbre de lo que sale por los chiqueros.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Crónica de José Julio García

Decano de los críticos taurinos de España