Allá por los años sesenta del pasado siglo ejercían la profesión de críticos taurinos una serie de personalidades que, pasados los años, son recordadas por todos aquellos que tuvimos la suerte de leerlas o escucharles. No podemos, ni debemos, olvidar a Carlos de Larra “Curro Meloja y Rafael Campos de España, de Radio Madrid; Benjamín Bentura “Barico”, de El Ruedo; Ricardo García “K-hito” y Tilu, de Dígame;  José Menéndez “Timbales” y su hijo “Pepehillo”,  de Radio España. Algo más tarde, Manuel Lozano Sevilla en Televisión Española, etc. Unos y otros amenizaban con su mejor voluntad y acierto, unos mas que otros,  el cotarro taurino de  de revisteros, periodistas y radiofónicos, pero, sobre casi todos, siempre hay alguna excepción; el ingenio, la prosa y el verso de de José Maria Gaona “Tío Caniyitas”.

No queremos recordar el sistema que por aquellos entonces existía, que era el siguiente: El periódico o radio de turno cobraba una cantidad al periodista, directo o agencia, y estos tenía que conseguir de los toreros actuantes lo suficiente para pagar a su medio, viajar a las ferias, vivir bien y “marcarse alguna que otra francachela”. También es cierto que los toreros colaboraban en su mayoría, de mala gana, con los llamados “sobrecogedores”.

 

Pero, a lo nuestro; José Maria Gaona había nacido en Cádiz y, por circunstancias, marchó a trabajar a Córdoba. Así lo explicaba él:

 

 “Yo llegué un día, abandonando la costa atlántica rodeada de adarce, a esa bella ciudad que pisaba, sin saberlo, una alfombra de oro y que es amiga de la noche como la luna y el pelo suelto. Al poco tiempo de estar en Córdoba surgió en mí es mezcla de sentimientos encontrados entre Andalucía la Alta y la Baja, entre el ayer y el hoy, y de esa unión, de ese matrimonio espiritual –ventana baja y calle estrecha- nació primeramente el hombre que escribía versos, y después vino al mundo el que dice llamarse “Tio Caniyitas”- mixto en gaditano y cordobés-, que habla de toros porque un personaje de esta especie, como ustedes comprenderán, no puede hablar de jockey sobre patines. Y fue siempre su lema “ir a más por amenos”.

 

Queremos reflejar unas cuantas frases, llenas de intención e ingenio, de sus crónicas taurinas que, según él, fueron “vividas por esas Plazas que se extienden desde el cabo de Toriñana al de Gata y desde el de San Vicente al de Creus”.

 

“El que sin saber torear se arrima al toro tiene un valor incalculable. ¿No va a tener valor el que se tira todas las tardes al agua, sabiendo de antemano que no sabe nadar?”.

 

“En Tauromaquia hay dos clases de valor: el sereno o auténtico y el de pataleta o postizo. El uno es café y el otro malta”.

 

“El primer berrendo dejaba colocarse; pero hasta donde los toros dejan colocarse, no hasta donde el torero buscaba la colocación”

 

“El arte taurino vive el siglo de las modernidades. No puede, pues, morir, porque está continuamente renovándose”

“Hay muchos toreros que andan tan cerca del toro, que no se dejan sitio para hacer el toreo”

 

“¿Me quieren ustedes decir si es lo mismo cazar conejos que leones?”

 

“Es muy difícil ser buen catador en tauromaquia; muy difícil meter la nariz en los redondeles y distinguir en el acto el peleón de la solera.”

 

“Hay toros tan buenos, que para estar a la altura del toro hay que ser muy buen torero. Los toros buenos descubren a los toreros que no lo son.”

 

“Yo haría que todo el que se sentara en el tendido hubiera comprobado con anticipación el respeto que infunde un toro”.

 

“Entre parar a los toros y pararse con los toros hay un “Manolete” por medio”.

 

“Los que empiezan necesitan que les echen una mano. Echar una mano no es decir que el torero está bien cuando está mal. Echar una mano al que empieza es decirle los defectos para que los pueda corregir. Lo contrario no es echarle una mano, sino ponerle el pie”.

 

Próximamente incluiremos algunos de sus maravillosos y explícitos versos taurinos.