El primer toro de nombre Gocho, colorado bragado con 450 Kgs y marcado  con el numero 93 correspondió al venezolano «Cerrajillas» quien salió ataviado de Alelhi y oro, muy bien con el capote, verónicas con mucho arte, con la muleta tuvo momentos vistosos como solo él sabe hacerlo, a mi humilde entender creo que a Cerrajillas le falto entregarse con el astifino toro de Santa Fé  ya que de haberlo hecho el público se le hubiera entregado pues cuando toreo con pureza y verdad por naturales y de verdad se arrimó por manoletinas la plaza era un clamor, mas la faena bajó de tono y el escaso público se mostro parco e indolente con el torero del patio, pinchazo y media… silencio.
 
El otro valenciano Manolo Zapata hijo del célebre banderillero Luis Zapata «Cohetón» salió vestido de alelhi y azabache al más puro estilo goyesco le correspondió en suerte «Pandereta»  segundo de la tarde retinto chorreado de capa y con 420 kgs de peso corporal. Impresionó a muchos Manolo con su buen hacer con el capote, verónicas y chicuelinas con mucha enjundia y arte, muy sereno cual si toreara muy seguido cosa que todos sabemos que no es así. Las tandas relativamente cortas por ambas manos pero con sal y pimienta y la música que no llegaba razón por la cual el público se mostró molesto con el palco presidencial ya que cuando musicalizo la faena la misma había bajado de tono, va por uvas y deja un pinchazo hondo que no acaba por despenar al de Santa Fé, en el segundo intento deja media lagartijera y de una vez pide el tiro de mulas.
 
Los rejoneadores salieron a dar la cara y el mexicano Pedro Luceiro vestido a la usanza portuguesa, silencio   en su primero de nombre Charro marcado con el numero 144, negro de pelaje y con 428 kgs sobre sus lomos, 2 avisos; con el segundo de su lote de nombre Acoplado negro listón, numero 180 y con 446 kgs estuvo Luceiro más acoplado vibro con las farpas y luego dejó un rejón de muerte un tanto trasero, le concedieron un oreja que a mi criterio fue benévola.
 
El yaracuyano Francisco Javier Rodríguez hijo del ilustre rejoneador Javier Rodríguez Jaureguí salió ataviado a la usanza campera  andaluza, le correspondió en su primera salida el toro Cacique negro de pelaje y de 426 kgs,    Francisco  Javier muy bien con las banderillas cortas y largas las cuales el respetable agradeció y aplaudió con furor… pero vino la debacle el toro dobló sin haber recibido el rejón de muerte y no hubo dios ni santo que lo hiciese poner de pie nuevamente, se apuntillo el animal el público pedía la oreja que la presidencia  acertadamente no concedió. Con el segundo de su lote de nombre Antioqueño, negro numero 151 y de 460 kgs con una embestida franca y noble, pudo lucirse Francisco Javier  con los rejones de castigo, clavando banderillas a dos manos y haciendo gala de su repertorio se hizo sonar la música el público se le había entregado y falla con el rejón de muerte cuando ya tenía asegurado  al menos un apéndice auricular, vuelta al ruedo.
 
Andrés Chica vestido al más puro estilo campero andaluz le correspondió en suerte Zacatecas, negro, numero 100 y de 430 kgs. Buenos rejones de castigo, decanto su arte dejando banderillas al violín, deja un rejonazo de efectos fulminantes razón por la cual fue premiado con una muy merecida oreja; con el segundo de su lote no logro Andrés entenderse abreviando la faena y al fallar con el rejón de muerte repetidas veces recibe un aviso.

 

 

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Desde Valencia (Venezuela), informa Gilberto J.Alvarez