Como de costumbre, la información de lo ocurrido en Barcelona fue caldo de cultivo para que los antitaurinos hicieran de las suyas, apareciendo en programas de televisión, radio y medios impresos, con los argumentos ya sabidos y que son los mismos que emplean en diferentes partes del mundo en el ya repetitivo debate “toros si, toros no”.

Viendo desde la distancia lo ocurrido en el Parlament los aficionados y profesionales venezolanos unidos en la impotencia, recordaban los ataques sufridos por la fiesta, que se salvó gracias a la unión de todos los taurinos, que crearon la Plataforma Taurina Nacional de Venezuela. Sin embargo, aun quedan muchas cosas por lograr, empezando por la recuperación para la fiesta de El Nuevo Circo de Caracas, plaza emblemática que continua cerrada, recordando viejas glorias y esperando mejores tiempos.

En esta triste decisión política de cercenar la libertad de asistir a los toros en Cataluña más que defender a los animales, se busca un protagonismo poco ético pero muy rentable desde el punto de vista mediático.

La fiesta de los toros une profundamente a ocho naciones que hermanan vínculos gracias al toro y al toreo, por ello en Venezuela se vive con pesar esta situación sin dejar de lado la esperanza de que algún día se rectifique.