Hay constancia de que la 1ª fiesta de toros celebrada en Caravaca tuvo lugar el sábado 2 de septiembre de 1538 para celebrar la paz firmada entre Carlos I y el rey de Francia.

 

Para la ocasión se celebró juego de toros, dividido en dos partes; primero fueron corridos,  tras el juego de cañas, matados y vendida su carne, para recuperar gastos; Y en segundo lugar se corrieron varios novillos, prohibiendo en este caso el uso de garrocha y cualquier maltrato a los animales, para que una vez finalizado el festejo, se pudiesen devolver a sus propietarios sin causar gasto alguno.

 

A partir de esta fecha se suceden, con cierta regularidad, festejos taurinos en Caravaca, unas veces por celebrar algún hecho concreto como el 15 de agosto de 1551 la llegada a España del príncipe; el 28 de septiembre de 1580 la victoria contra los franceses; el 4 de octubre del mismo año la victoria contra Portugal o a finales de septiembre de 1601 por el “feliz parto de la reina”, y otras simplemente para divertimento de la población, con motivo de las festividades de la Vera Cruz de mayo y septiembre o para obtener fondos para diversas obras públicas

 

Hay datos escritos de que la 1ª vez que actuaron toreros profesionales  en Caravaca fue el 9 de noviembre de 1789.

 

Los festejos taurinos se celebraban, generalmente, en la plaza pública (actual Plaza del Arco) convenientemente acondicionada. 

 

En 1870 se toma la decisión de construir una plaza de toros estable. El proyecto se redacta y se realizan los planos, pero tras varios intentos infructuosos, queda olvidado hasta que una década más tarde un grupo de caravaqueños forman una sociedad con el objetivo de construirla.

 

Las obras empezaron el domingo 6 de junio de 1880, sobre las ruinas del monasterio de San Francisco, abandonado tras la desamortización de 1835 y concluyeron el 19 de septiembre, tan solo se tardaron poco más  de tres meses.

 

Se inauguró el 29 del mismo mes con Arjona Reyes, hijo del legendario Curro Cúchares, que figuraba en el primer puesto del escalafón taurino,  acompañado por su cuñado José Martín “La Santera”,  con  toros de Flores.     

 

El primer diestro en triunfar en la plaza de toros de Caravaca fue el murciano Juan Ruiz “Lagartija” que tuvo dos brillantes actuaciones en las fiestas de mayo de 1881. En esta feria actuó el mítico torero cordobés y primer califa del toreo Rafael Molina “Lagartijo”. En los años siguientes actuaron, entre otros,  Ángel Pastor, Joaquín Sanz, Santos López “Pulguita”, Fernando Gómez “El Gallo” (padre de  Rafael  y  “Joselito”), Raimundo Rodríguez, Julio Aparicio Fábrilo o Rafael González “Machaquito .

 

En 1921 se cerró la plaza por primera vez.  En 1925 Bartolomé García sufragó los gastos de la remodelación, se hacen dos pisos de gradas y la fachada neo mudéjar, que actualmente se conserva.       

 

La reinauguración tuvo lugar el 4 de octubre de 1926 con Manolo Márquez, Martín Agüero y Cayetano Ordoñez “Niño de La Palma”. Se lidiaron toros de Marqués de Guadalest. Al año siguiente con motivo de las fiestas de mayo se celebró una corrida de notable expectación con Rafael “El Gallo”, Valencia II y “Cagancho”, al que le sonaron los tres avisos en sus dos toros. Los años treinta suponen la  consolidación de festejos taurinos en Caravaca, con predominio de novilladas. Los caravaqueños Julián Medina y Pedro Barrera  actuaron en numerosos festejos. El más destacado de esta época fue la corrida mixta celebrada en 1933, actuando Joaquín Rodríguez “Cagancho”, Cayetano Ordóñez “Niño de la Palma” y el todavía novillero Pedro Barrera, con ganado de D. José Ruiz Dayesten.

 

Al contrario que en otras localidades, durante la guerra civil,   se elebraron novilladas, organizadas por el Ejército Rojo, alternando Julián Medina, Pedro Barrera, “El Niño del Barrio” y “La Viuda del Atarfeño”, con ganado expropiado a Ruiz Dayesten.

 

Terminada la contienda se celebran corridas con regularidad. Destacando la corrida celebrada el 6 de octubre de 1943,  un memorable  mano a mano  entre  Manuel Rodríguez “Manolete” y Pedro Barrera. Cortaron tres orejas y rabo por coleta y fueron llevados en volandas hasta el hotel.

 

En esos años hacen el paseíllo, en esta coqueta plaza, Pepín Martin Vázquez, Pepe Luis Vázquez, Vicente Barrera, “Parrao”, Pepe Bienvenida, Luis Miguel Dominguín, “El Niño del Barrio”, Cesar Girón, Julio Aparicio, Manuel Cascales, entre otros y  novilleros locales, Alfonso del Toro, “El Niño de Caravaca”, Ramón Barrera y Pedrín Moreno.                               

 

En octubre de 1953 se cierra de nuevo la plaza de toros.

 

Se reinaugura el 25 de junio de 1967 con una novillada en la que actuaron José Luis Capille, “Sánchez Coloma” y “Antoñes”. La nueva empresa y propietaria de la plaza, Hnos. Vélez y Antonio Rabadán. Fueron años de  auge, hicieron el paseíllo Victoriano Valencia, Jaime Ostos, José Fuentes, Miguel Mateo “Miguelin”, Ángel Teruel, Manuel Benítez “El Cordobés”, “El Niño de la Capea”, José María Manzanares o Curro Vázquez y los entonces novilleros “El YiYo” y Pepín Jiménez, entre otros.  Vuelve a surgir el gusanillo en los caravaqueños Salvador López Caro, Antonio Soria, Raúl Godínez y Antonio de la Cruz.

 

A finales de los años 70 la familia de Pepín Jiménez compra  parte de la plaza siendo ellos los empresarios. Celebraron pocos festejos y cerraron en 1979.

 

Dos años más tarde en 1981 se volvió a abrir para celebrar el 750 aniversario de la aparición de la Vera Cruz. Ese mismo día se cerraron definitivamente las puertas y sumió al coso en un estado de ruina y abandono.

 

En 1987, en el homenaje al matador de toros caravaqueño, Pedro Barrera, el entonces alcalde de la localidad, Antonio García Martínez-Reina, prometió que haría las gestiones oportunas para conseguir el inmueble y así poder restaurar la plaza de toros, ponerla en funcionamiento,  devolverle su antiguo prestigio, no solo para albergar festejos taurinos, sino para cualquier manifestación artística o cultural que requiriese un local con esas características.

 

La reconstrucción del coso caravaqueño fue muy complicada. Fueron necesarios varios procesos judiciales para aclarar quienes eran los propietarios. Una vez adquirida por el ayuntamiento, se redactó un proyecto de rehabilitación por los arquitectos José Antonio Molina, José Luis Arama y María Aroca.  Incluía  también la remodelación de la plaza del Ejido, donde iba ubicado un monumento al diestro caravaqueño.

 

Semanas después el gobierno Regional lo desestimó al considerar que no era una acción prioritaria para la Comunidad, ya que la plaza de toros no está considerada como un bien de interés cultural. Considerando que al no estar dentro del casco histórico-artístico de la ciudad, la restauración debía correr a cargo del ayuntamiento que era el propietario del coso. Este al no contar para las obras más que con recursos propios, abandonó el proyecto pues suponía una inversión de más de 180.000 €.

 

D. Antonio García Martínez-Reina tenía el compromiso moral con su ciudad, de reconstruir la plaza de toros. Contando tan solo con parte del presupuesto municipal, el día 8 de abril de 1995 se puso la primera piedra para la reconstrucción del coso taurino. Asistió la entonces presidenta de la Comunidad Autónoma, Dña. Mª Antonia Martínez.

 

El nuevo proyecto fue realizado por el arquitecto municipal, Julio Martínez Torreblanca.

 

La primera fase de la construcción se realizó en varias etapas al tener que modificarse el proyecto, en varias ocasiones, por la modificación del reglamento Taurino y por el abandono de las obras por parte de varias empresas constructoras. A pesar de las dificultades, el alcalde anunció:  ”Vamos a seguir luchando hasta que de nuevo suenen clarines y timbales en la plaza de toros”.

 

Cuatro años  y dos meses duraron  las obras de construcción.

 

Por fin el 12 de junio de 1999 a las 19 horas el presidente Antonio García Martínez-Reina, asesorado por D. Francisco Rodríguez y el veterinario Víctor Jesús Ibáñez, sacó el pañuelo blanco y sonaron clarines y timbales anunciando el paseíllo de los diestros Manuel Caballero, Pepín Liria y Vicente Barrera. El primer toro que saltó a la arena se llamó Español, nº 40, negro, nacido en diciembre de 1994, perteneciente, como sus hermanos, a la vacada de D. Manuel San Román, de Salamanca.

 

La nueva plaza de toros conserva la fachada neo-mudéjar, aunque algo modificada. Cuenta con dos escaleras interiores, a cada lado de la puerta principal, que dan acceso a las ocho filas de gradas con capacidad para 3.009 espectadores. Tiene varios corrales, caballerizas, desolladero, capilla, despacho y enfermería dotada de un quirófano para intervenciones quirúrgicas, donado por el Hospital Comarca del Noroeste.

 

En estos años hacen el paseíllo las figuras del toreo, César Rincón, Enrique Ponce, Manuel Caballero,  Uceda Leal, “Finito de Córdoba”, Manuel Díaz “El Cordobés”, “El Fandi”, Antonio Ferrera, Juan José Padilla,  Pepín Liria,  Rivera Ordoñez, “El Juli”, “Morenito de Aranda”, Eduardo Gallo, “Morante de la Puebla”, Alejandro  Talavante, Alfonso Romero, Manuel Cascales, Antonio Ferrera, Eugenio de Mora, Joao Moura o  Fermín Bohórquez. También han actuado los novilleros locales A. José López “El Rubio”, Daniel Barrera y los novilleros sin picadores David Fernández,  Javier Reina y Julián Medina Torres.

 

En la plaza de toros, a lo largo de su historia, se han celebrado muchos festivales, para recaudar fondos para las Fiestas Patronales, Asilo, Templete, con gran afluencia de público.  También se han celebrado otro tipo de eventos como conciertos, teatro, concursos, cine y torneos medievales

 

En las temporadas 2010 y 2011 se ha celebrado solo una novillada y en la temporada 2012 no abrió sus puertas para festejos taurinos.