Es el momento de vencer incomprensiones y recelos y convencer con la contundencia de los hechos y las cifras para que el único y común objetivo sea, como en el toreo fundamental, parar la ofensiva, templar los furiosos embates y mandar con la fuerza de la razón. Si además le cargamos la suerte en forma de unión sin fisuras ni recelos de todos, absolutamente todos, los llamados estamentos de la Fiesta,  el triunfo, es decir, la continuidad del milenario rito del toreo, lo tendremos en la mano y a salvo de intereses partidistas y políticos, que tienen en la demagogia y la manipulación la raíz de su discurso. 

Son estos,  tiempos de cambalache y mercachifles en los que cuesta creer que alguien se embarque en aventuras de final incierto sin esperar nada material a cambio. En nuestro caso, el de quienes formamos la nueva Junta Directiva de la Plataforma para la Promoción y Difusión de la Fiesta nos mueve, única y exclusivamente, la pasión por lo que nos quieren arrebatar: la pervivencia de  un espectáculo reglamentado y autorizado, la corrida de toros y un rito milenario, la tauromaquia. No se trata de salvar el negocio a nadie. Tampoco nos guía un  afán de notoriedad que, en este caso y dadas las circunstancias,  sólo  podría perjudicarnos individual y socialmente. Sólo es  un ejercicio de la voluntad, aquello que la copla canta tiene el corazón razones, que desde la libertad  busca que ésta no quede cercenada.

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Desde Cataluña, informa Alicia Guillem