Libros taurinos hay muchos…yo diría que muchísimos, la mayoría de ellos conocidos por todos los aficionados a la Fiesta. Los hay que son históricos, estadísticos, biográficos…uno de estos últimos he rescatado hoy de mis estanterías. Con esto de la pandemia es verdad que se sale menos a la calle, por eso hoy he decidido dedicar mi tiempo en dar un corto paseo, para a la vuelta sentarme en mi silloncito a leer, por segunda vez, el libro del que os hablo.

Lo compré en Madrid, la última vez que estuve al cuidado de un familiar en el hospital Gregorio Marañón, en uno de esos días que ves que la persona a la que cuidas va a mejor, me decido, entonces a dar una vueltecita por la popular Cuesta de Moyano para ojear algún librito interesante e incorporarlo a mi modesta biblioteca. Allí fue donde adquirí los libros del Cossío y otro de los llamados de bolsillo que me llamó mucho la atención. Su título: Julián Saíz “SALERI II”. AS EN LA EDAD DE ORO DEL TOREO. Torero de la Alcarria, nacido en el pueblo guadalajareño (Romanones 1891- 1958). Está escrito por Juan Luís Francos Brea periodista, escritor y académico de la Real Academia de la Historia, persona dedicada a recuperar y divulgar personajes de la Alcarria con proyección nacional o internacional. Un libro de rigurosa investigación escrito con pluma fácil y lectura amigable. Lo prologa el mismísimo Andrés Vázquez que, según cuenta, no pudo esquivar, el encargo del profesor Juan Luís Francos… “El historiador me pide que prologue su biografía sobre Julián Sáiz “Saleri II”. Quizás no sepa que yo apenas fui a la escuela. Pero don Julián, después de mis padres, es la persona a quien más debo en la vida”. Fui a Madrid a estudiar para torero. Cuando llegué me encontré con el Maestro. ¡Como me impactó su persona! Su serenidad, su paz, su humildad, sus reflexiones… ¡Un hombre que había alternado con Joselito y Belmonte, con Gaona y Vicente Pastor! No se limitaba a enseñarnos la técnica, el arte del toreo. No. A él le interesaba tanto como formar toreros, formar personas. Don Julián era Maestro de Toreros y de Personas”.

El autor del citado libro nos presenta a un torero que habiendo sido una figura, a decir de los críticos de su tiempo, tuvo la mala suerte de coincidir con Joselito y Belmonte en la llamada época de oro del toreo. En muchas ocasiones compartió cartel con los dos, y juntos los tres, vivieron muchas tardes de gloria. El famoso crítico taurino de ABC, Gregorio Corrochano dijo de él: “De todos los aspirantes a ocupar los terceros puestos en los carteles de José y Juan, este es de los que aportan más méritos”.

Julián Sáiz Martínez nació en el seno de una familia humilde, que se traslada a Madrid cuando solo tenía nueve años de edad. Cinco años más tarde empieza sus correrías por lo pueblos cercanos a Madrid capital, actuando en las capeas que las alterna con su trabajo de carnicero. En las épocas taurinas falta largas temporadas al trabajo con el consentimiento, o sin él, del dueño de la carnicería.

No son las capeas el único motivo que encuentra para faltar a su obligación, cuando reúne unos pocos reales los gasta en ir a la plaza a ver una corrida. El dueño harto de tener y no tener aprendiz le echa. “¡Es que estuve en los toros”. “Como si estás con las vacas, ¡a la calle!

Julián no se amilana por ello, con sus 16 años a cuestas y unos cuantos reales del despido dirige sus pasos al Rastro madrileño y compra un viejo capote y todavía le sobra para comprar una entrada de sol para la próxima corrida de Madrid. A ella acude con su chaqueta raída y algún que otro parche zurcido por su madre. Los espectadores más cercanos ven como de un poderoso salto, un espigado muchacho, salta a la arena, seguramente sería para hacerse ver. El toro ni le mira siquiera, la cuadrilla va hacía él, lo detienen y le entregan a los guardias. Se acrecienta su afición, ha pisado el albero de la plaza de Madrid, ha oído al público lo bueno y lo malo que dijeron de él, sus cinco sentidos se excitaron y captaron la emoción que debe sentir un torero. En un par de minutos se encontró en la calle, sin ver la corrida, sin dar un solo pase,…sin capote y sin trabajo.

Un año buscándolo sin conseguirlo. Los padres con unos ahorrillos cogen el traspaso de una carnicería y ponen a su hijo al frente de ella. Los 17 años de Julián comprenden la situación, su cabeza está con sus padres pero su corazón…


A esa edad trastea en capeas por los pueblos de Madrid, Guadalajara, y Toledo con el apodo de “El Posadero”. En esos lances conoce a Aniceto Ajo “Cuchareta”, a quien un toro de deshecho, como todos los de las capeas, le corneó en la boca, le partió la lengua y le dejó tartamudo.

Así anda hasta los 18 años (año 1908), en que mata su primer novillo. Ocurre en el pueblo de Fuentes de la Alcarria el 30 de agosto.

Las ausencias cortas se acaban. Las clientas se encuentran con que la carnicería de Julián no abre un día tras otro. Éste había cogido los cuartos del cajón, hizo el talego, montó en el tren y se marchó a Salamanca en busca de su amigo “Cuchareta» que tenía una fonda donde acogía a los torerillos, que se acercaban por aquellas tierras de toros y toreros.

Fue rápido, su amigo Aniceto Ajo, “Cuchareta», le prepara una novillada en Alba de Tormes y le advierte que tiene que cambiar de apodo… “Lo de “Posadero” no me gusta». Le aconseja que hable con su compañero Gabriel Hernández “Saleri» para que se intercambie con él, el apodo con la seguridad que su amigo no tendría problema para hacerlo ya que no había figurado nunca en un cartel con ese nombre. Así es, Gabriel da su consentimiento para que Julián aparezca en su primer cartel con el sobrenombre de “Saleri II”.

Por primera vez pisa un ruedo figurando en los carteles con ese nombre. Viste alamares dorados sobre fondo de sedas. Oye los clarines, la banda municipal interpreta un pasacalles. Se palpa la impaciencia del público…. Pero, no pudo ser. A esperar otra oportunidad.

Se afianza en su decisión de pasar penalidades de todo, o casi todo, aspirante a torero durante largos años de esfuerzos, sacrificios, falta de dinero, riesgo de hacerse mayor sin triunfar y sin oficio… eso, si antes no te mata un toro

de una cornada o te deja lisiado. Todo esto lo sabe el “romanonero» que, según testimonio de los que le conocen, es persona inteligente.

Tantos sinsabores los compensa con tardes de triunfo sin apenas eco en la prensa y satisfacciones que no pasan de la localidad donde arriesga su vida.

Una duda queda en el mundo del toreo desde entonces. Cada crítico que habla de Julián dice que de “Saleri II», nada de nada, que lógicamente debería haberse llamado “Saleri III”, otros opinan que “Saleri IV” y algunos llegan hasta “Saleri VIII». ¿Qué ocurre para tanta confusión.? Intentaremos averiguarlo, se contesta asimismo el autor. Y es aquí donde comienza la exhaustiva investigación que realiza el autor del libro.

Al profesor Francos Brea le había llegado la onda de que el nombre de Saleri era muy popular en el pueblo de Linares y en uno de sus viajes por motivos laborales a la Carolina, se desplaza al pueblo minero a visitar una taberna donde había parado él, años atrás a tomar un vino fresquito para aliviar la calor del verano: “La Taberna Lagartijo”.


Entra en ella, pregunta por el personaje y le indican con gesto afectuoso, que pase al precioso patio andaluz que tiene dicha taberna. Allí puede admirar los enormes carteles anunciadores de corridas de toros, de más de dos metros de altura, de las principales figuras del toreo, entre los que está uno de “Saleri II» compartiendo con “Gallito» y Camará en la plaza de Barcelona el día 7 de abril de 1918 con toros de Darnauce.

Francos Brea se encuentra con que el dueño del establecimiento es la persona que le atiende, Juan Pradas escritor de toros, además de comentarista, crítico taurino de radio y animador de las tertulias que se forma en aquel local que es un auténtico museo taurino.


Allí comparte un vino fino y otras viandas entre chaquetillas de Palomo Linares, taleguillas de Dámaso González, trajes de Curro Romero, Emilio Muñoz, Francisco Rivera Ordóñez; la cabeza del toro “Copito», lidiado en Córdoba en el año 76; zapatillas, estoques etc, de las principales figuras del toreo y la careta en cera de “Manolete» recién muerto. Y muy cerca de la plaza donde el diestro cordobés perdió su vida, Juan Pradas le habla de la figura del personaje de su libro. Le cuenta de sus chicuelinas, banderillas, pases, quites etc, y también del excelente banderillero que había sido. Coincide con los críticos de su tiempo en que Joselito y Belmonte hicieron que su figura no ocupara el lugar que le correspondía. “Él era tan bueno como ellos, pero quizás un poco frío…”

El nombre de “Saleri» aún se recuerda por estas tierras auténticamente de toros y de buenos aficionados a la fiesta, conocedores del presente y del pasado, a ello contribuyó no poco el hecho de que dos toreros que llevan la sangre de “Saleri II» por vía materna, se hayan puesto ese mote. Uno de ellos Juan Sánchez, ya fallecido y, más tarde, su hijo David que anda aún vestiéndose de torero para actuar de sobresaliente en los mano a mano.


Pero vamos al resultado de su investigación para conocer la relación de toreros que tuvieron el mismo apelativo: El primero del que hay noticias es de Juan Romero, banderillero nacido en Sevilla en el año 1861, y muerto en el ruedo de Puebla (México) a los 27 años de edad al intentar el salto de la garrocha. Romero no usaba número de orden, “Saleri” a secas. Otro banderillero igualmente sevillano que pisaba los ruedos allá por 1885 de nombre Antonio Romero se apodaba también “Saleri» sin más. De haber usado el número de orden le hubiese correspondido “Saleri II». Ahora un picador gaditano, José Villegas, que se marchó a América y allí se quedó en el 1884. Le correspondería el numeral III. “Saleri» tambien se llamó el novillero valenciano Domingo Vila. De haber seguido el ordinal hubiera sido el IV. Ahora un banderillero catalán, Juan Ponseti, a quien hubiera correspondido el V. Por fin un matador de toros, el madrileño Juan Sal López, quien hubiera sido el VI. Su compañero de correrías Gabriel Hernández quien le cediera el apodo para acartelarse con él en su primera novillada, hubiera sido el VII.

El autor señala que el día 2 de marzo de 1913 torea en Orán un novillero apodado “Saleri de Sevilla», decide no contar con él para sumar los ordinales porque añadió “de Sevilla». Si hubiésemos continuado aplicando el número de orden a Julián Sáiz le hubiese correspondido ser “Saleri VIII». De todos modos observamos que hay un cierto desorden en el tema numeral de los “Saleri», porque tambien ocurrió que el sobrenombre “Saleri III” lo usaron dos toreros posteriores, ambos familiares de Julián.

El escritor Juan Luís Francos acaba este razonamiento con una reflexión: ¿Porqué “Cuchareta» le puso “Saleri II”? Fue casual? Creemos que acertó. Podría darse dos razonamientos pero la respuesta más sencilla quizás fuera que aún toreaba Juan Sal López “Saleri» que mató solo cinco corridas de toros ese año. Está en el ocaso de su carrera tras once años de matador de toros. Entonces porque ya hay, en ese momento, un “Saleri”, Juan Sal, a Julián se le añade el ordinal II.


“Hay que arriesgar… se dice, para salir a flote y acierta, el día 29 de agosto de 1912, a los 22 años, en el pueblo salmantino de Saucelle mata su primer toro. Es el sobrero de la corrida que ese día había matado por la tarde en Vitigudino “Chiquito de Begoña». No quiere el alcalde que se mate ese toro pero no puede enfrentarse al público y Julián, él sólito, sin ayuda de ningún compañero torea, banderillea y mata al cornúpeta de la ganadería de Victoriano Angoso.

Esa tarde demuestra habilidad, oficio y muchas ganas, además de valor por lo que su apoderado consigue firmar contratos para actuar como primer espada en Fermoselle (Zamora), Ciudad Rodrigo, Piedrahita, Barcos de Ávila y otros pueblos por los que él se mueve.

Puede decirse que su carrera “empieza a empezar». El 20 de abril de 1913 debuta en la plaza del pueblo de Tetúan de las Victorias (es su primera temporada de novillero), le acompañan los diestros valencianos: Antonio Mata, “Copao» y Eduardo Serrano Gordet. Los novillos son del Marqués de Cúllar. “Saleri II» triunfa a lo grande y es llevado a hombros hasta Cuatro Caminos y el empresario Juan Sal López le hace un buen regalo en metálico. Vuelve a torear dos novilladas más con pleno éxito. Los periódicos comienzan a escribir de sus buenas maneras ante las reses.

Es por entonces un joven inquieto, ansioso de vida, serio, necesitado de dinero y de mejorar su vida. Orgulloso de verse en los carteles, en revistas, periódicos…vanidoso en el éxito con las mujeres, que es grande por su físico y espera se incremente con su arte y su fama. Julián deja atrás las capeas por los pueblos, el sudor sin lavar, el hambre saciada en los melonares indefensos e higueras desnudas, las iras de los paisanos en fiestas y dormir al sereno. El chaval está con la moral alta, los parabienes de los compañeros, aficionados, prensa, empresarios y amigos le tienen por las nubes. Él se ve capacitado para triunfar en la difícil y complicada profesión de ser torero. Su aire extrovertido, festivo, alegre y con don de gentes le hacen decir: ¡Se acabó la pobreza! Él cree que sin paso intermedio pasará a la abundancia y ¡a ser alguien!

Se ve con la familia, a la que pide perdón y promete ayudar en todo lo que pueda y esté en sus manos: “Con un poco de suerte me instalaré en Madrid y viviremos juntos, ¡ No os va a faltar de nada!…

Vuelve a contratarle el pueblo de Tetúan, con Algabeño y Aragonés para el día 4 de mayo de ese mismo año y otra para el 11 acompañado de Carbonero y Valencia. En las dos es muy ovacionado consolidando su cartel de gran torero. Son cuatro triunfos en esta plaza que le dan mucho crédito.

«Saleri II»  ayudando al toro a morir. Plaza de Chinchón. (Madrid)

Después viene una serie de novilladas que le vuelven a llevar de nuevo a Tetúan, dos veces a Madrid, ocho a Barcelona tres a Utiel y una a Orihuela, Alcalá de Henares, Aranjuez, Fuensalida, Chinchón, Zaragoza y Palma de Mallorca. Un total de 33 novilladas en la temporada, en la que va dejando sentado que es un novillero de postín, siendo considerado por la crítica el número uno de los novilleros.

«Saleri II» adornándose ante un toro en la plaza de Valencia. 

En el 1914 se inicia su segunda temporada novilleril y debuta y triunfa en Valencia en su primer paseíllo. También en el mismo mes de mayo dia 10 torea en Sevilla, de lo que gustó baste decir que le consideraron el héroe de la jornada. Repite el día 17 con novillos de Correa, Torcuato e Hipólito de compañeros, sale a hombros.

El 27 de agosto de 1913, se despidió como novillero en la plaza de Barcelona

Comienza las despedidas. Va a Barcelona a despedirse de novillero. El 27 de agosto se encierra en solitario con seis novillos de Ripamilán. El 6 de septiembre, justo una semana antes de tomar la alternativa, ante la presencia del conde de Romanones, impulsor del novillero, se despide también de sus paisanos en la bonita plaza de las Cruces de Guadalajara. Lidia cuatro reses de Garrido Santamaría, huidos y escasos de bravura. Dos días más tarde, el 8 de septiembre se despide de Madrid. Mata utreros de Esteban Hernández y sale a hombros.

El Domingo 13 de septiembre es la fecha elegida para que Julián Sáiz “Saleri II» tome la alternativa en Madrid de manos del diestro madrileño Vicente Pastor “El Chico de la Blusa», actuando de testigo Francisco Martín Vázquez. El cartel levanta grandes expectativas, por lo que a la hora del comienzo hay una gran entrada. Los toros pertenecen a la ganaderia de Pérez Tabernero. “Saleri II” estuvo bien toda la tarde pero sin gran lucimiento. En cambio su apoderado Manuel Acedo queda satisfecho y augura un futuro prometedor para el nuevo matador de toros.


Pero para auparse a la cumbre hay que codearse nada menos que con Joselito y Belmonte. El gran Bombita, ya en retirada, aun su nombre figura en los carteles. Como segundos en esta época del toreo están: Vicente Pastor el mejicano Luís Freg, Gaona o Sanchez Mejías, cada uno de ellos podía haber sido cabeza de la tauromaquia sino les hubiera tocado esta época de oro. En un cartel los primeros puestos están para Gallito y Belmonte el tercero entran uno de los citados entre ellos el que mejor compite es “Saleri II»…ya lo dijo don Gregorio.

Han pasado tres años de su alternativa. Va a Sevilla donde tiene contratadas dos corridas pero las ausencias de José y Juan, hace que le contraten en otras dos, Gusta mucho y quizás fuera la causa de tantas corridas como toreó después.

                       

 

Es Madrid la que reúne a las tres figuras en la sexta de abono de San Isidro. En los corrales esperan seis toros de Pablo Romero para Joselito, Belmonte y “Saleri II». Los tres toreros triunfaron en toda regla. Al de la Alcarria le preguntaron por la calidad de los toros que sorteaba siempre y dijo: “ Es verdad. Este año me salían los toros tan buenos que Joselito que no venía teniendo esa suerte, me dijo en la puerta de arrastre: ¿Me cambias tus toros? Le dije que sí y le faltó tiempo para decirle a Blanquet que saliera corriendo con la orden. Aquella tarde el lote de José era el bueno y como lo cambió conmigo tuvo que apencar con el malo”.

Portada de su pasodoble

Julián está dispuesto a seguir en los carteles con Joselito y Belmonte, alternar con ellos y compartir protagonismo, aplausos y trofeos. Se basa en su calidad, experiencia y dominio de todas las suertes para estar entre los primeros sin recibir las cornadas que ellos reciben, sobre todo Joselito, con el que llegó a torear en treinta una ocasiones en la temporada de 1918, al final de la cual José encabezaría el escalafón con ochenta corridas y él en segundo lugar con setenta y dos.

Considerado como torero de arte y valiente se mantiene con dignidad en los ruedos hasta que en 1921, una grave operación quirúrgica y otras incidencias personales y familiares acaban con su carrera.

La Banda de Música que dirigía el maestro Román García Sanz, autor del Pasodoble.

Retirado de los ruedos estuvo en América del Sur y Japón como empresario taurino y circense, actividad en la que perdió el mucho dinero que había ganado en los ruedos exponiendo su vida. Fue presidente a la Asociación de Matadores de Toros y Novillos y se le debe la inauguración de las plazas Monumental de Barcelona, Pamplona y Mondéjar en Guadalajara.

La Guerra Civil le dejó marcado. Vive en Madrid y colabora con el bando republicano. Monta en la planta baja de su casa un hospital de sangre, saca y pide camas de donde puede y organiza festejos taurinos en la Alcarria para recaudar fondos para el hospital. Por los pueblos cambia artículos como jabón, ropa y muebles propios, por víveres con el mismo destino.

Cuando la marcha de la guerra no va bien para los republicanos, él intenta pasarse al bando contrario. Es denunciado y trasladado al cine Europa de donde sacaban los presos para fusilarlos. Cuando sacan a Julián se oye una voz imperativa que dice: “A ese dejarlo de mi cuenta, ¡yo me encargo de él!…Quien así habla es un antiguo banderillero de su cuadrilla que se lo lleva y le salva la vida.

Finalizada la contienda comienza a ganarse la vida con pequeños negocios y como profesor y director de la Escuela Taurina de Vista Alegre (Madrid) de las que salieron alumnos como: Andrés Vázquez, Gregorio Sánchez, Ramón Solano “Solanito», Roberto Cardo, o Pepe Carbonell…

Un infarto de miocardio acabó con su vida el 7 de octubre de 1985. Hacía 23 años que no vestía de luces, los mismos que tenía cuando tomó la alternativa. La prensa de su tiempo dijo que supo ser señor, arrogante, elegante, digno, entero y altivo tanto en los momentos buenos como en los malos.

En el año 1990, coincidiendo con el centenario de su nacimiento se le erigió un busto delante de la plaza de toros de Guadalajara en la mañana del 17 de noviembre. Como uno de las grandes toreros que fue, también tuvo su Pasodoble flamenco con aires alcarreños. Su título, como no podía ser de otra manera, “Saleri II». Lo compuso el maestro Román García Sanz, natural de Checa y director de la Banda de Musica de Guadalajara.

La  boda de Saleri en Aranzueque, levanto tanta o mas expectación que la de un rey


En resumen: me ha encantado la biografía de este soberbio personaje, que se propuso se torero y lo consiguió de la única forma posible… jugarte la vida por esos pueblos de Dios para acabar codeándote con los mejores de tu tiempo.

Un torero tardío, sin ascendencia taurina, pero un torero completo, largo, el mejor banderillero de su tiempo, que en solo tres años pasó de ser un desconocido a la gloria. A fin de cuentas un torero importante que trato con su arte, con su valor, con su humildad hacer aún más grande la fiesta de los toros.

JULIAN SÁIZ MARTÍNEZ, “SALERI II“ es un caso de olvido injusto, que compartió gloria con Joselito y Belmonte y pasó a la historia grande de la Edad de Oro del toreo por méritos propios.

Antonio Rodríguez Salido

Compositor y letrista

Escalera del Éxito 176

Edita: Jose Luis Cuevas