Joselito Adame abrió plaza con un astado muy serio de Trinidad al que toreó valientemente de capote e instrumentó tandas de muletazos que gustaron el público. El espada mexicano pasaportó a su toro de confirmación con una estocada que le valió la primera oreja de la tarde. A su segundo, sexto de lidia ordinaria, Adame lo entendió perfectamente y posterior a un tercio de banderillas muy lucido y ovacionado por el público de la Iñaquito, Joselito logró una faena muy medida y perfectamente administrada a la justa raza del de Mirafuente. Su fallo con el estoque no le permitió salir por la puerta grande.

José Ignacio Ramos pechó con el peor lote la tarde. Tuvo que confirmar su alternativa con un toro de Trinidad muy peligroso, cuya embestida era violenta, corta y la terminaba con derrotes y cabezazos, pues el ejemplar que le correspondió en suerte se lastimó la mano izquierda y tuvo que ser devuelto a los corrales. El de Mirafuente prometía mucho. ¡Lástima lo ocurrido! El segundo de su lote le exigió en demasía. El de Trinidad, de muy poca raza y fuerza, rápidamente iba a menos por lo que la faena fue muy medida. No estuvo acertado con los aceros por lo que el público de Quito le otorgó una justa vuelta al ruedo.

A Antonio Ferrera, le correspondió en suerte un toro de Mirafuente, que al igual que el de Ramos, prometía mucho, pero al que Ferrera se vio obligado a despachar al iniciar el tercio de muleta, justo cuando la faena estaba tomando cuerpo. Visiblemente molesto, el diestro extremeño era testigo de cómo el burel había quedado inutilizado por lastimarse la pezuña izquierda. En su segundo, quinto en lidia ordinaria, salió a por todas. Lo recibió de capote con dos largas cambiadas muy vistosas y bien ejecutadas. Su destreza en el tercio de banderillas, prendió aún más el ambiente en la Quito. El diestro extremeño estructuró muy valiente la faena de muleta ante un toro de Trinidad con mucha movilidad pero sin clase. Al finalizar su faena recibió un fuerte golpe en el gemelo izquierdo y, visiblemente adolorido, se perfiló para matar. Tras un pinchazo y una buena estocada, cortó la segunda oreja de la tarde.

Así termina esta edición de la Feria de Quito Jesús del Gran Poder. Una edición muy completa y variopinta, en la que el público nacional y extranjero llenó el coso hasta la bandera y disfrutó a plenitud durante los 9 días de feria. Muy a pesar de las arremetidas antitaurinas, Quito y el mundo, han sido testigos que en “la Carita de Dios” se vive, respeta, disfruta y defiende una tradición que desde la conquista forma parte de nuestro acerbo cultural.

 

Desde Quito, crónica de Adriana Rodríguez Vizcaíno