Un radiante sol iluminó la tarde de toros en Cali, pero a medida que se escondió el sol… también huyó la alegría del festejo. Se cortaron cuatro orejas  en la primera mitad de la corrida que agrupó más de 10.000 personas.

Se lidió un encierro de Juan Bernardo Caicedo, de excelente presentación y juego variado. Destacaron los lidiados en primer y tercer lugar, este último premiado con la vuelta al ruedo.

El gran triunfador de la tarde fue el colombiano Luis Bolívar que tuvo la alegría de un novillero con la madurez de una figura del toreo, cuajó una importante faena al primero de su lote, tercero de la tarde; con poder, temple y arte, consiguió mover los tendidos de Cañaveralejo y cortar las dos orejas que le dieron las llaves de la puerta grande. En su último toro las cosas no funcionaron por el complicado juego del lidiado en sexto lugar.

Abrió plaza el rejoneador bogotano, Jorge Enrique Piraquive, quien tuvo ganas de agradar; sin embargo desaprovechó las buenas condiciones del ejemplar, que persiguió galopando y con mucho fondo, el toro transmitió y permitió una conexión entre el torero y el público, hecho que se reprodujo en una petición de oreja; la cual fue correctamente negada por el palco presidencial.

Manuel Jesús “El Cid”, no estuvo al colmo de sus buenas capacidades, se le vio algo pasivo y prevenido. Sus mejores momentos los vivió con el segundo de la tarde que le permitió algo de lucimiento, logró probarlo por los dos pitones e hilar algunos pases de buena factura; en este cortó una oreja. Por el contrario en el segundo todo fue angustia para el sevillano, incluso un accidente con el toro,  lo dejó con una herida de 6 cm a la altura de la espinilla de la pierna derecha.

El andaluz Daniel Luque, se mostró seguro y maduro, estuvo muy por encima de sus dos ejemplares. Al primero logró convertirle en un toro con transmisión, cuando comenzó siendo un toro de unipase  y parado; en este cortó una oreja muy merecida por la gran labor de lidiador que confeccionó en cada minuto de la faena. Ya con el séptimo de la tarde, no se pudo hacer mayor cosa con un ejemplar complicado y que no peleó en los caballos, incluso se llegó a pedir su cambio, eso  hubiese sido innecesario, porque en caso que no lograra acudir a los caballos, lo indicado habría sido banderillas negras; no se llegó a ese extremo y por lo contrario lo que tuvo que hacer Luque fue abreviar y matarlo, eso sí tras intentarlo.

 

Desde Colombia, informa Carolina Baquero