Fuente: Alfonso Ussía – Escalera del Éxito 139. Deltoroalinfinito.com

—¿Adónde vas, langostino
Con gesto de gran pesar?

—Me voy, amigo cangrejo
A otros fondos, a otra mar,
Que esto ya no es lo que era
Y he decidido emigrar-.


—¿Hacia dónde te diriges?

—Al Cantábrico-.

—¡Caray!


Muy lejos está el Cantábrico
Para tu lento nadar-.

—Ni que tú fueras, cangrejo
Ejemplo de agilidad.
Que yo nado hacia adelante
Mientras tú andas hacia atrás.
Pero te echaré de menos
Cangrejo, nuestra amistad
Por encima está de toda
Trágica eventualidad-.

—Mi querido langostino
Piensa un poco. De aquí a allá
Hay al menos setecientas
Millas para superar.
Primero, hasta Punta Umbría
Después, todo Portugal,
Luego, Pontevedra, Vigo
Y antes del cabo doblar,
El que llaman Finisterre,
Langostino, hay que pasar
Por la Costa de la Muerte
Que es una barbaridad-.

—Lo sé, mi amigo cangrejo
Pero yo no aguanto más.
Prefiero una muerte digna
A entregarle la bondad
De mi carne tersa y fuerte
A los gorrones que están
Más tiempo en las Marismillas
Que en Madrid, la Capital.

Desde que se fue mi madre
(Ay, mi querida Mamá)
A un Congreso de Sevilla
Y no volvió nunca más,
Estas aguas de la Boca
Del Guadalquivir, están
Más peligrosas que nunca
Con tanto fresco patán
Cruzando el río sin freno
Para intentarnos cenar.
Yo sé, cangrejo de mi alma
Que si no me marcho ya,
El día menos pensado
Una red me va a pescar.
Me llevarán a la lonja,
Allí me subastarán,
Y cocido o a la plancha
A Sánchez me ofrecerán,
o a su señora Begoña
(Si es que en África no está
Enseñando a los negritos
Modales y urbanidad),
O a sus suegros, sus amigos
O a las niñas de Papá,
O a don Pablo, doña Carmen,
Doña Lola o don Iván.
Prefiero que una lubina
Portuguesa, o un fletán,
O merluza del Algarve
O un cetáceo de Cascais
Me coman a que me coma
Esa gente tan fatal,
Esa gente tan atroz,
Tan hortera, tan vulgar,
Que se forran a mariscos
Mientras en España están
Haciendo colas y colas
Personas pidiendo pan.
Así, que amigo cangrejo
Te dejo. Voy a tardar
Catorce meses y medio
Al Cantábrico en llegar.
Todo, menos que me coma
(te lo repito, que estás
Teniente desde hace tiempo),
Esa gente tan fatal,
Esa gente tan atroz,
Tan hortera y tan vulgar
Que mastica con la boca
Abierta, y qué asco me da.
Adiós, mi amigo cangrejo.
Te veré en el más allá.
Si hay cielo para los hombres
También, lógico, lo habrá
Para los buenos mariscos
Que acostumbran a tragar.
Abrázame, pues, cangrejo.

—Un abrazo de amistad. 

Mucha suerte, langostino-.

—Muchas gracias, de verdad,
Recuerdos a tu cangreja
Y a tus niños, si los hay,
Que tengáis felices Pascuas-.

—Y tú, feliz Navidad-.

Y aquí principia esta historia
Que ha terminado fatal,
Porque al pobre langostino
Llegó un salmonete y… ¡Zas!