Es una de las principales obras de este genio, y una de las copias que se incluyen en el panel artístico dedicado a Arte y Tauromaquia en nuestro Museo del Toro.

En el cuadro se expone el diccionario completo de metáforas recopiladas en el sistema paranoico-crítico: la abeja, el toro, su mujer Gala, Dalí niño, el espacio, su fuerza creativa y destructiva.

La iconografía es al mismo tiempo elaborada y tan límpida como permite la técnica del pintor. (Una de sus excentricidades fue organizar una corrida con Luis Miguel Dominguín cuya principal innovación consistía en que el toro muerto, en lugar de ser arrastrado por las mulas, sería enganchado a un helicóptero que lo llevaría por los aires…).

Se trata, una vez más, de un cuadro codificado: el torero, «que como va a morir, ya está muerto», representa al hermano del pintor. Pero también representa una serie de amigos muertos, desde Lorca hasta René Crevel, y hasta los hermanos Kennedy…

La imagen del torero sería un poco como la estatua funeraria del panteón de la amistad, y la muerte del torero en la arena es, por otra parte, una constante en el arte y la vida de los españoles.

El niño-Dalí, ubicado abajo, en la extrema derecha, observa maravillado las moscas reales, las moscas-autogiros, las Venus gigantes o pequeñas, las rosas, el rostro de Gala que se parece al del Cristo y que le hace eco diagonalmente.

En pocas palabras, un mundo nuevo, alucinación materializada que toma forma bajo sus ojos: un mundo confuso, abigarrado, caótico, alucinógeno..

La Venus de Milo, cuya figura de matrona se repite en la grandiosa arquitectura -más circo romano que arena taurina- forma parte desde hace mucho tiempo de la mitología personal del artista.

Dalí dividió su pintura en cuadrados y cada uno de esos metros cuadrados es un cuadro en sí mismo. Y a la vista de ese niño que mira todos los pasajes conocidos de la iconografía daliniana, las Venus de Milo, los acantilados, los peñascos en forma de toro coronado por banderillas, que en su agonía clava el morro en la arena, las aguas límpidas de una cala cercana a Cadaqués…

Las horribles moscas que se lanzan como en escuadrilla sobre el pequeño Dalí, son en palabras del artista, «las musas del Mediterráneo», España fue siempre un país de las moscas. También las asimila a pequeños helicópteros.

Una obra sin duda, digna de admirar detalle a detalle.

Ésto y mucho más podrás conocer en nuestro Museo, ¡ te esperamos !.