Nace en Córdoba el 14 de enero de 1936 en el barrio de la Catedral, calle Buen Pastor nº 13. A poco de nacer, se fue a vivir al castizo barrio de Santiago, en la Plaza del Conde de Gavia nº14. Con catorce años se asienta el barrio del Campo de la Verdad al serle adjudicada a su madre (viuda) una casita del barrio de Fray Albino. Se pude decir que sus raíces son profundamente cordobesas y cultivadas especialmente ese barrio popular del otro lado del Guadalquivir.
Tuvo varias profesiones, empezando como aprendiz en el manejo de la pintura industrial, especialidad que desarrolló unos años más tarde en CENEMESA. Posteriormente entró a formar parte de la plantilla de la factoría de Butano S.A. en Córdoba con la especialidad de oficial 1ª pintor. En la misma empresa realizó cursos interiores de mecánica, electricidad y neumática, llegando a jubilarse en la oficina de atención al cliente de REPSOL-Butano.
Antonio es conocido de una forma popular por ser compositor de música y letra de pasodobles toreros, sevillanas, zambras, rancheras, villancicos y canciones carnavalescas. Esta afición la hereda de su padre Manuel Rodríguez Castro quien fuera primera guitarra en el Centro Filarmónico y también de la famosa Rondalla González en las décadas de los veinte y treinta. Antonio desde muy pequeño comenzó a componer letras con música, continuando y cultivando este trabajo en su juventud. Nunca llegó a ser un profesional remunerado de la música. En su juventud todo lo había aprendido de oído a través de su padre aplicando de la técnica numerada. A los cuarenta y cinco años siendo padre de cinco hijos, curso estudios en el Conservatorio de Música adquiriendo una titulación, con ella, pudo llegar a ser miembro de la Sociedad General de Autores y Editores S.G.A.E., con lo cual, le permitió publicar y editar sus trabajos. Se puede decir que Antonio ha desarrollado dos artes unidos, el musical y el poético, todo hecho por amor a Córdoba y a sus gentes.
Llegó actuar como cantaor solita de flamenco acompañado a la guitarra por su hermano Rafael; ambos cantaban conjuntamente también rumbas, sevillanas, etc. Se les veía en los festivales benéficos que se organizaban en el Teatro Duque de Rivas junto a otros artistas noveles o aficionados como el polifacético Pepe Conde o el rapsoda Luis Navas etc. En aquella época Antonio cantaba flamenco en reuniones de amigos en las tabernas cordobesas delante del clásico medio de vino de Montilla. No se le veía cortejando a personalidades o a mecenas que pudieran subirlo hacia mayores metas, pues él siempre cultivo su independencia.
Fue componente del Centro Filarmónico, en este centro, se unió con un grupo de compañeros para fundar la primera comparsa carnavalesca cordobesa en los años sesenta llamada Los Caballeros Che-Ché (Comparsas). En el año siguiente participaron con el nombre de Los Escocios (Comparsas) en las famosas Fiestas Típicas Gaditanas participando al año siguiente con Rafalito y sus apaches (Comparsas). En el año 1970 forma una comparsa propia titulada Los Piconeros, con ponentes en su mayoría del Centro Filarmónico. Con esta comparsa se presentó en Cádiz llegando a ganar el Primer Premio Regional, en reñida competencia con grupos de toda Andalucía. Al año siguiente participó en el mismo festival con el nombre de Los Rondadores, ganando el Tercer Premio Regional. Mas tarde compuso letras con música y preparaba a grupos que participaban en la «Tacita de Plata», como fueran Raíces de Andalucía y Los Dandys del Carnaval.
Su especialidad son los pasodobles toreros, este trabajo le permitió dedicar muchos de ellos a toreros y personajes como: Finito de Córdoba, Manuel Benítez Pérez «El Cordobés», Rafael Jiménez González «Chiquilín», al famoso locutor Matías Prats, a los críticos taurinos como José Toscano Chaparro, Rafael Sánchez González, Salvador Sánchez Marruedo hijo del famoso Rafael Sánchez Ortiz «El Pipo» célebre descubridor de grandes toreros, y al ganadero salmantino Higinio-Luis Severino cuyo pasodoble lo tituló «Ganadero de Lumbrales». Así mismo, realizó coplas dedicadas a su tierra como: Soy de Córdoba, Y Cordobesa, La Loca y Niña Cordobesa que cantaron y cantan las más grandes tonadilleras. Es coautor con Francisco Conde Magán del pasodoble dedicado al diestro José Luis Moreno y El Coso de los Califas donde Antonio escribió la letra.
No termina sus actividades en la música ni en poesía, sino que en su juventud tuvo comienzo toreros participando en la Becerrada homenaje a la Mujer Cordobesa. No pudo hacer carrera taurina por razones de orden familiar, al tener que ayudar a ésta con su trabajo, dado que Antonio no le faltaba valor y cualidades como para haber llegado a ser figura en el toreo. Esta afición le llevó a desarrollar otra faceta personal, como fue, el dar sus primeras charlas y conferencias taurinas en las Peña la Montera y Peña Azahara. También desde hace quince años, escribir mensualmente en la revista taurina Toreos de Córdoba sobre temas tales como: Efemérides o curiosidades antiguas del toreo; entrevistas con aficionados; relación existente el mundo taurino con el mundo flamenco. Igualmente publica sus propios pasodobles y canciones. Tuvo el privilegio de comentar el contenido histórico, efemérides y significado de los más famosos pasodobles del toreo, en un concierto musical donde se interpretaban los mismos, cuya orquesta estaba compuesta por sesenta profesionales de la música.
Antonio Rodríguez Salido es persona de profundas raíces cordobesas, lo manifiesta en sus pasadores, escritos, charlas y conferencias, pero muy especialmente en su talante serio y cortés, lleno de gracia desbordante. Representa al senequismo cordobés impregnado del más puro estilo popular. Generoso y amable con todas la personas que lo tratan, sin pretender protagonismos, especialmente cuando se trata de recibir reconocimientos adquiridos en grupo, como fue el caso de Los Piconeros, que al imponerles el Potro de Plata por la Federación de Peñas Cordobesas, Antonio salió a recogerlo no en nombre propio, sino en representación de todos sus compañeros.
Con profundas raíces cordobesas, Antonio, definía lo que era ser cordobés con un sentido casi poético: -«Para ser cordobés, primeramente hay que ser muy honesto, hay que ser integró, hay que ser una persona sensata, y luego tener un amor muy grande a tu tierra, a tus raíces, a tu familia, a tus amigos, y en fin, a los cordobeses en general. Eso le llamo yo ser buen cordobés. En el verso Senequismo Cordobés, expongo la diferencia de ser cordobés frente al carácter andaluz de otras ciudades hermanas»