La inolvidable faena de “Chicuelo” en Maracay (Venezuela)

Para las Ferias de Maracay de 1935, los hermanos Juan Vicente y Florencio Gómez Núñez, contrataron a la gran figura del toreo de España, el genial artista sevillano, Manuel Jiménez “Chicuelo” que de todos los toreros de aquella época, era quizás el que tenía mayor personalidad. Con sus célebres “chicuelinas”, lance que se convirtió en innovación aportada por el toreo de capa del artista y que tanto interés despertó en el público. Señalaba mi abuelo Florencio al respecto: “A mi hermano Juan Vicente y a mí nos pareció interesante traerlo a Venezuela, especialmente, para presentarlo en la Maestranza de Maracay (Venezuela), porque “Chicuelo” representaba la gracia, el garbo y la elegancia. Era un torero muy fino y artista. El mejor cultivador del pase natural”.

Como en las Ferias anteriores, se presentaron subalternos de gran renombre y prestigio como: Benito Martín “Rubichi”, banderillero sevillano de corta estatura que era íntimo amigo de Manuel Jiménez “Chicuelo”. Ingresó en su cuadrilla en 1927, convirtiéndose en uno de los subalternos más solicitados. “Rubichi” y Rafael Ortega “Cuco” actuaron bajo las órdenes de “Chicuelo” en las tres corridas que toreó en Maracay.

El Programa de las Feria de Maracay de 1935, anunciaba lo siguiente: “Entusiasmo de los fanáticos por la colorida fiesta de la sangre y del sol y orgullo no tan sólo de los aficionados sino de todo buen venezolano, es el que podamos ver en nuestras arenas patrias a Vicente Barrera, quien con Ortega y Juan Belmonte integran la máxima trinidad del toreo español, y al famoso autor de las chicuelinas, Manuel Jiménez, “Chicuelo”. Justa admiración le debe la afición venezolana, a los señores don Juan Vicente y Florencio Gómez Núñez, propietarios de “La Providencia”, ganadería en la que cifran sus más ardientes esperanzas los verdaderos amantes de la magnífica fiesta, y sin cuya desinteresada cooperación e inteligentes esfuerzos, no habría tomado el auge que tienen actualmente entre nosotros, esta fiesta de la luz y del valor que bien se podría llamar, con absoluta propiedad: La Fiesta de la Raza”.

En la primera corrida de la Feria de Maracay, el 18 de enero de 1935, actuaron los diestros españoles Manuel Jiménez “Chicuelo” y Vicente Barrera en compañía del matador de toros mexicano David Liceaga. Se lidiaron tres toros media casta de “La Providencia” y tres toros de pura casta de Don Graciliano Pérez Tabernero. El Gral. Juan Vicente Gómez, Presidente de la República de Venezuela, acudió a presenciar la corrida, que por cierto estuvo bastante animada por la gran concurrencia de público. Los diestros participantes lograron algunos detalles de buen arte. “Chicuelo” destacó por su toreo de capa, fino y variado. Con la muleta ejecutó algunos pases de calidad y clase, siendo muy ovacionado en el cuarto toro, dando la vuelta al ruedo. Lo más vistoso y destacado de la corrida, fueron los quites con el capote realizados por “Chicuelo” y Barrera al cuarto toro de Graciliano Pérez Tabernero que permitió el lucimiento de ambos, hasta provocar el delirio del público que premió la belleza de sus quites lanzando prendas y sombreros al redondel.

David Liceaga, sufrió una cornada de 15 centímetros de profundidad en la axila por un toro media casta de “La Providencia”, convirtiéndose en el primer torero herido por asta de toro en la Maestranza de Maracay. La cornada fue impresionante porque parecía que el toro lo había herido en el pecho El diestro mexicano fue trasladado, inmediatamente, a la enfermería siendo atendido por el personal médico que realizó una excelente intervención. “Chicuelo” tuvo que matar al toro con media estocada en lo alto y descabello.

En la segunda corrida de la Feria, celebrada el sábado 19 de enero de 1935, actuaron los diestros Manuel Jiménez “Chicuelo”, Eleazar Sananes “Rubito” y Vicente Barrera, enfrentándose a tres toros media casta de “La Providencia” y tres de pura casta de Don Antonio Pérez Tabernero. Esa corrida fue histórica y memorable, por lo que realizó “Chicuelo” aquella tarde, que hizo al público presente aplaudir con entusiasmo su extraordinaria faena.

Recordaba mi abuelo Florencio Gómez Núñez: “En mi opinión, la faena más grande hecha en Venezuela fue la realizada por Manuel Jiménez «Chicuelo», en la Plaza de Toros Maestranza de Maracay el 19 de enero de 1935. El toro se llamaba “Carpintero”, era el cuarto de la tarde, marcado con el número 61, de Don Antonio Pérez Tabernero. “Chicuelo” le cortó las dos orejas y el rabo, pero no fue sólo por cortar las orejas y estar muy bien, sino por el arte que le imprimió el torero sevillano a ese toro.

Le pegó diez y seis naturales a un toro perfecto, bravo y noble. Fue el ejemplar mejor lidiado que he visto en Venezuela y quizás en mi vida, porque en España tampoco vi nunca a un toro tan bien lidiado como ese. A tal punto que esa faena la recuerdan todos los aficionados enormemente y no la pueden olvidar. «Chicuelo» toreó divinamente bien con el capote, con ese estilo clásico de sus verónicas a pies juntos y además haciendo el compás y dando una media verónica de las más grandes vistas por mí hasta este momento. Sensacionales y clásicas fueron las cinco «chicuelinas» que realizó al toro “Carpintero” de la gran faena de Maracay.

Manuel Jiménez “Chicuelo”, antes de irse para España, nos regaló el traje de luces tabaco y oro que vistió en esa memorable tarde, acompañado con una bonita dedicatoria. “Chicuelo” siempre recordaba con especial cariño, esa faena que realizó en Maracay, considerándola como una de las mejores ejecutadas por él, en toda su carrera taurina”.

La dedicatoria de Manuel Jiménez “Chicuelo” a los hermanos Juan Vicente y Florencio Gómez Núñez, decía: “Con este traje tabaco y oro he toreado muy a mi gusto el toro N° 61, “Carpintero”, de Don Antonio Pérez Tabernero, de San Fernando, en la segunda corrida de la Feria de Maracay, la tarde del sábado 19 de enero de 1935. Lo regalo a los caballerosos aficionados, Don Juan Vicente y Don Florencio Gómez Núñez, con toda simpatía en demostración perdurable de mi afecto y amistad sinceros”.

Manuel Jiménez “Chicuelo”.(Maracay, 21 de enero de 1935)

La crónica taurina publicada en el periódico “El Nuevo Diario”, reseñó sobre la gran faena de “Chicuelo”, lo siguiente: “Manuel Jiménez “Chicuelo” y Vicente Barrera cortan orejas y rabos. Sananes cumplió. Los toros de Antonio Pérez de San Fernando, excelentes, y buenos los de La Providencia. La corrida fue prestigiada por el Presidente de la República, Benemérito General Juan Vicente Gómez, sus familiares y Cuerpo de Edecanes.

¿Cómo decir que torea “Chicuelo” con el capotillo? Decirle a nuestros lectores que con las manos muy bajas, pasando el toro muy cerca, mandándole como las propias rosas, cuidándolo muchísimo, suavemente, metiendo el capote en los hocicos desde muy lejos y llevándolo hipnotizado en todo el viaje, es cosa que ya han dicho todos, pero explicar cómo lo hace Manolillo Jiménez es imposible; solamente recurriré a decir que “Chicuelo” se copia a sí mismo, se mejora en cada lance y se parece solamente a Manuel Jiménez, el de Sevilla. Pero donde “Chicuelo” se salió de sus propias normas fue en la faenaza de muleta que escribió sobre las arenas del circo, en su toro cuarto, de D. Antonio Pérez de San Fernando; no lo olviden.

Prodigio de naturales como si hacerlos delante de un astado fuera la cosa más natural del mundo, sus preciosos pases de costadillo, de pecho, molinetes y ayudados por alto, siempre sobre la mano izquierda. Pero el gran mérito, el enorme mérito de esta faena, no fue la variedad y calidad de los pases que dio al bravo toro de casta, fue la serie de pases idénticos, sin alterar para nada el ritmo de la embestida del toro, ni hacer mover siquiera los machos de la taleguilla.

Fue en resumen una faena de cuarenta o cincuenta muletazos enormes, mejor siempre el último, ligada en un palmo de terreno, sin permitir que una sola vez metiera nadie el capote. Solo y en los medios toreó a placer, regalándose el ánimo, satisfaciéndose a sí mismo, y casi sin darse cuenta que miles de personas puestas en pie rugían y agitaban los pañuelos, pidiendo la oreja, cuando aún el diestro no había ni quería cuadrar al animal.

A matar entró como lo han dispuesto los técnicos y mandones de la torería, derecho y con la vista fija en el morrillo, para dejar una casi entera que tumba al toro patas arriba. En medio de atronadora ovación, corta orejas y rabo, con vuelta al ruedo, salida a los medios y el delirio que ha producido calentura al 90 por ciento de los espectadores. Si en lugar del técnico Henrique Chaumer, tenemos a otro, “Chicuelo” se trae el toro para el hotel de regalo; primero las orejas, después el rabo, las patas, la cabeza y el lomo. Ahí ha quedado esa faena, escrita por Manuel Jiménez “Chicuelo” en las arenas de la Maestranza de Maracay, en la tarde del 19 de enero del año de gracia 1935”.

Recordó Manuel Jiménez “Chicuelo”, en una charla en el hotel Colón de Sevilla con el cronista taurino venezolano Pepe Cabello, publicada en el libro “Toreros fuera del ruedo”, su memorable faena en Maracay, aquel 19 de enero de 1935: “Sinceramente considero que fue una de mis mejores faenas. Era bravo el toro y le pude dar muchos naturales. ¡Muchos!”

La tercera y última corrida de la Feria de Maracay fue celebrada el domingo 20 de enero de 1935. Componían el cartel los diestros: Manuel Jiménez “Chicuelo”, Vicente Barrera y Juan Martín Caro, “Chiquito de la Audiencia”. Marcó un gran acontecimiento taurino, y fue una corrida histórica, ya que por primera vez en Venezuela se lidiaron en una misma corrida seis toros españoles de pura casta. Tres toros de don Graciliano Pérez Tabernero, de Salamanca (Divisa: azul celeste, rosa y caña) y tres toros de pura casta de don Antonio Pérez, de San Fernando, Salamanca (Divisa: azul, encarnada y amarilla).

Manuel Jiménez “Chicuelo” fue ovacionado, fuertemente, después de realizar el paseíllo, como recuerdo de la extraordinaria faena realizada por él en la corrida anterior. Estuvo muy dispuesto y entregado en ambos toros. Volvió a deleitar al público asistente toreando con el capote. Con sus compañeros de cartel, hizo unos quites muy vistosos y los tres matadores fueron muy aplaudidos por sus magníficas demostraciones de arte. “Chicuelo” realizó una buena faena de muleta a su segundo toro que pudo ser premiada con la oreja, pero falló con la espada y esto le privó del trofeo. Vicente Barrera, consiguió un resonante triunfo realizando una faena variada y completa que le valieron las dos orejas y el rabo de su segundo toro.

El 7 de marzo de 1937, nació el hijo de Manuel Jiménez “Chicuelo”, Rafael Jiménez Castro, quien se convertiría, posteriormente, en matador de toros, anunciándose como “Chicuelo Hijo”, tomando la alternativa, el 6 de abril de 1958 en Sevilla de manos de Antonio Ordóñez y Manolo Vázquez como testigo. Su padre Manuel Jiménez “Chicuelo” presenció emocionado desde el callejón la corrida. Otro de sus hijos, Manuel Jiménez Castro, también incursionó en el toreo como novillero.

El 2 de julio de 1939, en la plaza de toros de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, en la corrida de la Prensa, lidiando reses de don Clemente Tassara, Manuel Jiménez “Chicuelo”, le dio la alternativa a Manuel Rodríguez Sánchez “Manolete”, actuando de testigo Rafael Vega de los Reyes “Gitanillo de Triana”. El maestro sevillano “Chicuelo”, cortó dos orejas y rabo; “Gitanillo de Triana”, cortó dos orejas y Manuel Rodríguez Sánchez “Manolete, dos orejas. El 4 de junio de 1942, triunfa “Chicuelo” nuevamente en esa plaza de toros, ante reses de Núñez, en la corrida de la Prensa, cortando dos orejas y rabo, alternando con el “Andaluz” y Antonio Bienvenida.

Manuel Jiménez “Chicuelo”, se presentó nuevamente en tierra venezolana en 1940, actuando tres tardes en el Nuevo Circo de Caracas. El 14 de enero, en compañía de Antonio García “Maravilla” en un mano a mano, lidiando toros de la ganadería del marqués de Villamarta. Los diestros, a pesar de su buena voluntad, no pudieron lucirse por el comportamiento de las reses. El 21 de enero, se volvió a presentar “Chicuelo” con Joaquín Rodríguez “Cagancho” y José Ignacio Sánchez Mejías, quien recibió la alternativa de manos de “Chicuelo” (considerada no válida en España). Se lidiaron toros de la ganadería de doña Rosalía Surga. “Cagancho” fue el triunfador cortando dos orejas a su primer enemigo. “Chicuelo” sobresalió ante su primer toro realizando sus célebres “chicuelinas” y escuchó música en su segundo. El 28 de enero, se lidiaron toros de don Felipe Bartolomé para los matadores Manuel Jiménez “Chicuelo”, José Ignacio Sánchez Mejías y Jaime Pericás que cortó dos orejas y rabo a su segundo.

Su última actuación fue el 1 de noviembre de 1951 en Utrera, Sevilla, ante reses de Concha y Sierra, apadrinando a los doctorados Juanito Doblado y Juan de Dios Pareja Obregón. El 25 de abril de 1965, la muerte de su queridísima e inseparable esposa, Dolores Castro Ruiz “Dora la Cordobesita”, sumió a Manuel Jiménez “Chicuelo” en una profunda tristeza que afectó mucho su estado de ánimo. Fue un matrimonio feliz. “Chicuelo”, partió a su encuentro entregando su alma en Sevilla, el 31 de octubre de 1967. Como un merecido homenaje de reconocimiento y recuerdo a su torería, se inauguró una bellísima escultura en bronce de Manuel Jiménez “Chicuelo” en el barrio sevillano de la Alameda de Hércules por el alcalde de la ciudad, el 21 de agosto de 2009. Su hijo Rafael Jiménez Castro “Chicuelo Hijo” estuvo presente en el acto.

He querido recordar en este artículo a la gran figura del toreo que fue Manuel Jiménez “Chicuelo”, quien dejó plasmadas para la posteridad faenas de ensueño como la realizada en la Maestranza de Maracay en 1935 y en otras plazas de toros importantes del mundo.