El primer detalle de la tarde lo tuvo el de Mairena del Aljarafe cuando se fue a hacer el quite que le correspondía en el toro de Sergio Aguilar en el que dejó ver las disposiciones y la tranquilidad que traía consigo. Tuvo las ideas muy claras y sabiendo que el toro iba mejor por el pitón izquierdo, le dio dos lances por ese lado. Cuando saltó al ruedo el tercero de la tarde, Salvador no lo dudó, y se fue a lancearlo con el capote de manera muy firme y templada, gustándose en cada verónica, que fueron al menos seis con una suavidad sublime. Lo picó poco Agustín González y quiso cuidarlo mucho, la lidia fue la correcta en todo momento y no le dieron ni un capotazo de más. Luis Mariscal, hermano del toreo, también pudo lucirse, y de qué manera, poniendo a todo el público de acuerdo en una atronadora y larga ovación en la que lo obligaron a desmonterarse. Salió Salvador muy dispuesto a brindar la faena. Se fue a los medios a citar de lejos al de Joao Folques, pero en los primeros muletazos el toro no fue. Después lo toreó al natural en un par de series en la que si el torero le dudaba, el toro se paraba. Por eso necesitaba de firmeza. Cerca de la mitad de la faena, ésta comenzó a tomar vuelo y el torero dio fe de su poder ante el Palha. Le bajó la mano, lo obligó y lo acabó sometiendo. La estocada perfecta de principio a fin y al rodar el toro, le concedieron una oreja con mucha fuerza. El sexto fue otro cantar que pareció que iba a ser otra cosa. El toro no era feo, aunque un poco más corto de cuello, parecía que iba a embestir. Lo lidió bien con el capote Cortés y a posteriori, Luis Mariscal. El Fundi salió al quite y el público protestó por los pases que pudiera quitarle a Cortés. Brindó a su apoderado, le dio al toro tiempo, espacio y distancia. Hubo dos cambios de mano de la firma. Pero el toro era muy soso, no transmitía y punteaba el engaño al final del muletazo. Pinchó en hueso para después matar de otra certera estocada.

 

El Fundi también ha venido muy dispuesto a Sevilla ayer. A su primer toro lo citó de lejos y el burel acudió a los engaños de manera excepcional. Al quite fue Sergio Aguilar y después de cuatro chicuelinas ajustadas fue prendido por la chaquetilla sin consecuencias ya que se quedó agarrado a los pitones del toro. A partir de ahí el comportamiento del toro cambió y ya fue imposible pues remataba arriba y miraba mucho. El Fundi estuvo muy firme con él y le ganó la pelea finalmente mientras cantaba la gallina. Fue premiado con una ovación que recogió en el tercio. Al cuarto toro lo recibió a la verónica y lo llevó al caballo con chicuelinas al paso. En el comienzo de faena el toro topaba con el engaño, pero a partir la segunda serie de derechazos, el de Fuenlabrada con su buen hacer lo fue enseñando a embestir. A pesar de darle sus tiempos y esperarlo, no tuvo más que hacer por la sosería que desarrolló. Por el derecho pareció tener más calidad pero ya casi nada pudo hacer. Fue silenciado.

 

El madrileño Sergio Aguilar ha venido a la maestranza a demostrar que no estaba aquí por casualidad, y que tiene un valor tan seco, que a veces roza lo absurdo, convirtiéndose en frialdad extrema. Y eso se sabe que no transmite. Muy bien Gimeno Mora y Pirri en su cuadrilla. El pitón servible fue el izquierdo en la distancia, pero a veces el torero abusó de cercanías y de echarse encima, lo cual derivó en que el toro no embistió como el habría querido. Se puso muy cerca y se la jugó de forma firme y contundente. En el momento en que lo atacó por el pitón izquierdo, el toro lo arrolló pero no le echó mano afortunadamente. Pinchó varias veces y la estocada última hizo guardia, de manera que tuvo que descabellar. Aunque ahora sí, acertó a la primera. En el quinto no tuvo opción de nada pues enganchaba, se quedaba corto y encima tenía una embestida muy sosa, así que no le servía ni el arrimón. Se pegó a tablas y lo mató allí con un pinchazo hondo y descabello.

 

 

224200910365~1240371370781.jpg      Desde Sevilla, crónica de Conchita Rodríguez Ortiz