Los antitaurinos con su campaña sostenida y feroz en contra de la fiesta, sin quererlo han dado en el clavo para que los profesionales, periodistas, empresarios, ganaderos y aficionados se unieran  con un fin común, defender la permanencia de una tradición única que es parte del gentilicio nacional.

Sin embargo aun quedan muchas cosas por mejorar si de verdad deseamos que la fiesta tenga un futuro seguro y en crecimiento, hay que revisar el toreo en la forma pero sobre todo en el fondo. Es preocupante ver a muchos profesionales tirar por la calle de en medio ante los problemas dejando solos a unos cuantos valientes que van a dar la cara ante las instancias gubernamentales y los grupos antitaurinos. Revisando a fondo los números de la temporada es preocupante ver que a lo largo del año sólo se han celebrado dos novilladas. ¿ Es así como pretendemos tener toreros en un futuro?

Los festejos menores en los pueblos también están en descenso por diversas causas, entre ellas el elevado costo del ganado de lidia, lo cual hace prácticamente inviable la compra de un encierro. Por otra parte muchas veces la presentación de los toros deja mucho que desear y así se ahuyenta a la afición de nuestras plazas. Las ferias grandes gozan de relativa buena salud pero no por ello hay que dormirse en los laureles ya que se han perdido por ejemplo las novilladas de los ciclos de Mérida y Maracaibo, las cuales esperamos que se programen en sus próximas ediciones.

La difusión de la fiesta también entra en las taras que hemos de superar para lograr espacios que promuevan los valores y virtudes de un espectáculo satanizado por la ignorancia y la manipulación. Salvo la honrosa excepción de algunos medios entre los que destaca a nivel nacional el diario Meridiano y las páginas web especializadas en el tema, las grandes empresas de comunicación social dejan de lado la tauromaquia, algo latente cuando se hacen reportajes de las ferias importantes.

Dice un proverbio chino que “de las grandes crisis surgen grandes soluciones”, ojalá lo tomemos en cuenta para que la fiesta de los toros resurja con fuerza y esplendor, ya que aunque vemos la luz al final del túnel todavía nos queda atravesarlo.

                                                                                                 

 

Crónica de Víctor Ramírez “Vitico”