Maestro: como todos los que vieron el percance me horrorizó contemplarlo en el momento, percibiendo enseguida como en el destello de “un flash”, en el acto, la gravedad que comportaba y el compromiso posible del globo ocular enucleado y pendiente de un nervio muy alargado. Eso fue instantáneo, antes de las repeticiones de la cadena de televisión, con secuencias ralentizadas a cual más estremecedora, en las que contra mi impresión inicial comprobé que el cuerno había entrado por debajo de la mandíbula y salido por el reborde superior de la órbita destrozando en su camino todo lo que encontró y rompiéndole la cara.

 

Fue tranquilizador sin embargo que usted en seguida se levantó cubriendo la zona con unas manos inmediatamente ensangrentadas, con lo que se excluía el miedo a un daño irreversible.

 

Los hechos posteriores han sido muy seguidos y conocidos y, le aseguro, que todos los aficionados que lo vimos en directo o en los telediarios quedamos impresionados y abatidos varios días.

 

A destacar y felicitar la determinación y acierto del Dr. Valcarreres con aquel rápido proceder al trasladarlo hacia el hospital universitario en cuanto le tuvieron estabilizado y controladas sus funciones vitales. Sin duda es lo que había que hacer. Aquella noche los que le queremos, es decir todos los taurinos y tantos familiares y amigos, dormimos mal, nos despertamos sobresaltados pensando en qué estaría pasando en el Miguel Servet, convencidos que la vida no la perdería pero con la incertidumbre del alcance real de los daños y las consecuencias que le determinarían en el futuro.

 

Hacia las 5,30 h. de la mañana ya pude leer en  mi móvil el avance del parte facultativo escrito por mis heroicos compañeros, emitido al finalizar una larga y delicada intervención, con la  participación de varios especialistas. Una hemorragia de difícil control que dominaron sabiamente con la ligadura de un tronco arterial importante que irriga la cara –sin consecuencias negativas posteriores  por compensación de otros vasos-, graves lesiones óseas, musculares y nerviosas y el ojo gravemente contusionado.

 

Grata fue la sorpresa cuando muy pronto pasadas las primeras horas le pudieron extubar, recibió a su familia más próxima y a sus apoderados y exhibió el optimismo, alegría  y la esperanza que siempre le acompaña. Ya esbozó con la mano un derechazo y pidió que “no le quitaran de sus compromisos en América». Luego lógicamente los altibajos emocionales por las molestias, la pérdida de visión, no estando al parecer del todo descartada la posibilidad de  recobrarla, y al usted ser consciente de que la recuperación completa o suficiente será lenta y no podrá  torear en algunos meses.

 

Ha sentido sin embargo el apoyo y cariño de toda España, taurina o indiferente por la Fiesta, pero solidaria con un hombre de gigantesca vitalidad y capacidad de sobreponerse a las adversidades.

 

Maestro…, mi maestro en cirugía taurina, el Dr. Olsina (q.e.p.d.), me enseñó o recomendó no establecer afectos con los profesionales del toreo porque cuando sufren percances se pasa peor. Pero eso con usted es imposible porque se hace querer y admirar por sus reacciones dentro y fuera del ruedo, su jovial torería.

 

No me cabe duda que ese toro de Zaragoza no le retira a usted, ni nos priva a nosotros de volverle a ver con su tauromaquia tan propia, alegre, dominadora, poderosa y ¡¡ojo!! de enjundia y arte, cuando un toro le deja expresar lo que también lleva dentro. A los aficionados nos quedan en la memoria faenas o momentos que no se olvidan por tiempo que pase. Unánimemente los que vimos aquellas series de naturales, largos, lentos, de mano baja, en los finales de un reciente San Isidro, nos convencimos de que también atesora arte y sentimiento -¿cómo no en un jerezano ?-  y que el ciclónico adjetivo que suele preceder a su apellido – nunca debe tomarse como peyorativo sino lo contario por la entrega y honradez que conlleva – es algo que se ha ganado no volviendo la cara a las corridas más duras y peligrosas, asumiendo gravísimos percances y vaciándose al ciento por ciento en todas las plazas en que comparece.

 

Maestro, que todo este sacrificio y sufrimiento le haya servido al menos para darse cuenta del apoyo y cariño que se ha granjeado en su ya dilatada trayectoria. En Barcelona le hemos visto mucho y siempre bien, pero eso lo podrían afirmar en todas partes. Le conocimos y atendimos ya de novillero en aquel lejano 1991 de un puntazo intranasal, lo recordará seguro.

 

Por último quiero desearle también en su reaparición, esperada y segura, que le den oportunidades, con ganaderías menos duras, de prodigar al Padilla artista que lo es y que al menos aquella vez de Madrid pudimos paladear desde toda España. Para que así quede en la historia y porque se lo merece. Un fuerte abrazo.

 

Dr. Enrique Sierra Gil

CIRUJANO –JEFE

Plaza Monumental de Barcelona

Escalera del Éxito 173