Informa desde México. Jaime Oaxaca

El 24 de junio de 1526 –día de San Juan- se realizó el primer festejo taurino en México que en aquella época se llamaba la Nueva España.

Se mencionan la historia y tradición como argumentos sólidos para justificar la existencia actual de la tauromaquia. Casi 500 años de distancia y a ninguno de los integrantes de las fuerzas vivas se le ocurre festejarlo de forma alguna.

Manolete, el importante diestro hispano, nació en julio de 1917, así que está a punto de cumplirse el primer centenario de su natalicio. En diferentes lugares de España lo festejan, sucedió en la pasada feria de San Isidro, en México lo está haciendo una empresa taurina, Manuel Rodríguez fue un figurón del torero, claro que se merece todos los homenajes.

Sin embargo, al acontecimiento de aquella primera corrida de toros, poco caso se le hace

Escribieron los historiadores que con motivo del regreso de un viaje (1524-1526) del conquistador Hernán Cortés de Las Hibueras, (Honduras) se realizó tal festejo.

“Estaba Cortés viendo correr ciertos toros cuando le avisaron de la llegada del visitador Luis Ponce de León», narran en sus crónicas Torquemada y López de Gómara. El visitante venía con poderes de la corona española para hacerle un juicio sobre los manejos administrativos y políticos. Algo así como la contraloría del reino español.

Nada tiene que ver la forma en que se realizaban aquellas corridas con el espectáculo actual; el nombre de “corrida”, se genera porque el pueblo corría los toros para llevarlos a la plaza, de aquellos festejos se deriva la fiesta contemporánea.

El historiador Nicolás Rangel registra el 13 de agosto de 1529 -día de San Hipólito- como la fecha de la primera corrida; sin embargo, existen los antecedentes ya mencionados. La confusión se debe a que el Cabildo de la ciudad ordenó que se corrieran toros en la fecha mencionada para celebrar la caída de la Gran Tenochtitlan.

Innegable que el origen de la fiesta brava es español. Para bien o para mal fuimos conquistados por los hispanos, la unión de las razas indígena e hispana trajo como consecuencia el mestizaje; no obstante, predominó lo español. Nos impusieron el idioma, la religión, sus costumbres; trajeron, enfermedades, caballos y el ganado vacuno. Con el paso del tiempo todo fue aceptándose como propio.

La afición está de plácemes, celebrándolos primeros 491 años de tauromaquia. Ese espectáculo que ha sobrevivido durante casi cinco siglos, evolucionado hasta lo que ahora conocemos.

Han tratado de destruirla.

Los antitaurinos, supuestos protectores de animales, son tipos que utilizan calzado, bolsos, chaquetas y todo lo que pueden de cuero porque las cosas de piel dan categoría, quieren que no haya corridas de toros. Asimismo algunos legisladores quienes en lugar de hacer leyes para resolver los problemas críticos que tienen hundido a nuestro país como la inseguridad y la corrupción, proponen leyes para acabar con la fiesta como si destruirla fuera prioridad.

Quienes más daño le hacen son los propios profesionales, ellos sí pueden terminar con la fiesta y lo están haciendo. Los alacranes están bajo las sábanas.

Los ganaderos eliminando bravura. Los toreros engañando, lidiando novillos en lugar de toros. Los empresarios estafando, ofreciendo espectáculos indignos. Las autoridades de plaza al servicio de las empresas haciéndose de la vista gorda. Los medios de comunicación alcahueteando los fraudes. Los aficionados aceptando los engaños.

Ahora es buen momento para hacer propósito de enmienda, que los pecados son muchos. La fiesta brava se está acabando, sólo el regreso de la autenticidad puede salvarla.

Aprovechemos que aún queda fiesta, festejemos que en México hay corridas de toros. La tauromaquia, una tradición, ya son 491 años.