Fue una mujer valiente y a pesar de los riesgos que implicaba significarse dentro de Falange, desde el principio dio la cara e intervino en numerosos actos del partido, afiliándose a instancia de Carmen Primo de Rivera, una de las hermanas de José Antonio a la Sección Femenina, llegando a ser la única falangista de la Facultad de Derecho. En el primer Consejo Nacional del SEU fue elegida para representar a la Facultad de Derecho, los asistentes al acto se retrataron junto a José Antonio. Dice Mercedes “Durante cuarenta años, la identidad de la muchacha que aparece a la izquierda del jefe de Falange fue silenciada. Fallecido el general Franco, la fotografía resurgió, esta vez con mi nombre y apellidos completos”. Fue Areilza quien la identificaría dando su nombre.

Una enfermedad  de Mercedes que le provocó durante un tiempo fiebre y malestar general, aconsejaba un cambio de aires. El clima frío de Madrid en invierno, acentuado por la humedad y la falta de calefacción  en su vivienda aconsejaba un cambio de residencia. “Dejamos Madrid y nos trasladamos a Málaga. El viaje por ferrocarril lo hicimos en tercera clase y para el traslado de los muebles usamos camiones de pescado que hacían diariamente esa ruta. La penuria económica en la que nos movíamos no daba para más”. 

Para la familia Formica el regreso a Andalucía fue el reencuentro con un paraíso perdido. Málaga le resulta una ciudad muy atractiva. En Málaga el otoño parecía primavera. Su clima templado resultó la mejor medicina para la deteriorada salud de Mercedes. Pero es que además allí encontrarían una casa luminosa, vida asequible y  seres  humanos de una calidad extraordinaria. Naturalmente en unas semanas recuperaría la salud.

Pero ya se empezaba a percibir un progresivo deterioro en las relaciones personales, las diferencias entre clases sociales se hacían ostensibles y se abría un lento pero inexorable camino hacia la revolución. Era el presagio de lo que se avecinaba.

Mercedes desde su llegada a Málaga había mantenido relaciones con personas muy próximas a Falange e incluso tuvo un encuentro en la capital de la Costa del Sol con José Antonio Primo de Rivera con motivo de una visita de este a aquella ciudad y una vez  instaurado el partido en  Málaga, compartió responsabilidades de su dirección. En febrero de 1936, José Antonio le nombró Delegada Nacional del SEU y miembro de la Junta Política de Falange.

En Málaga le sorprende el alzamiento y vive con horror la destrucción de la ciudad y el sufrimiento de los perseguidos por la horda de barbarie y crueldad que aniquilaba la ciudad. Al fin, junto a su familia, consigue abandonar la ciudad y trasladarse a Sevilla donde con inmenso dolor comprueba que, al igual que en Málaga se perseguía con igual saña a la persona de distinta ideología. Los rigores y espantos de la guerra en una u otra  zona, eran similares.

“Escucho el silencio” y “Espejos rotos y espejuelos” son el segundo y tercer tomo de la trilogía que encierra la autobiografía de Mercedes Formica y en ambos se perfila como  una figura liberal y adelantada a su tiempo.

Se presenta como una mujer que por haber vivido la contienda civil en los dos frentes y ser conocedora, por tanto, de los horrores cometidos por ambas partes, se muestra enormemente comprensiva con las angustias y anhelos de los supervivientes y desde una óptica verdaderamente positiva hace patente su ferviente deseo de olvidar  el pasado lo antes posible y superar el caos en el que el país se hallaba hundido y hacia ello encamina sus esfuerzos.

Este proyecto ejemplar es compartido por una mayoría de españoles que con las heridas sin cicatrizar y todavía, con el recuerdo vivo de la tragedia hacen un verdadero esfuerzo por superar aquella situación que se tornó aún más trágica, si cabe, para nuestro país por las consecuencias de la neutralidad mantenida durante la confrontación europea. 

Censura, abiertamente, Mercedes Formica la tibieza y pasividad del sector franquista para conseguir la liberación de José Antonio, preso en Alicante, e indignada se pregunta ¿Si la liberación de José Antonio no hubiese sido un incordio para los planes del régimen franquista.                                                                                                  

En esa línea critica abiertamente el decreto que daría a Franco todo el poder y ella misma,  abogó por la disolución de la Falange para evitar que Franco la desvirtuara, apropiándose de unos valores en los que no creía.

En tal sentido, se mostró en total desacuerdo con la amalgama de ideologías tan heterogéneas que supuso fundir a carlistas, tradicionalistas, requetes, antiguos miembros de las Juntas Ofensivas Nacional Sindicalistas y falangistas, dando paso a ese gran refrito que fue la Falange Española, Tradicionalista y de la Jons. Un gigantesco de resultados positivos para el éxito final de la guerra, a juicio de la autora, pero que vino a ahogar el pensamiento Joseantoniano, objeto desde entonces de infinitas manipulaciones.

Contrajo matrimonio en Sevilla con Eduardo LLosent y Marañón, intelectual  miembro de la Generación del 27 y tras finalizar la guerra el matrimonio se trasladó a Madrid, al ser nombrado este Director del Museo de Arte Moderno.  De sus primeros años en Madrid, Mercedes recuerda su plena integración en la Sección Femenina y el esfuerzo diario de estas mujeres por atender necesidades básicas de bebés, niños y ancianos, sin duda, el sector de población más vulnerable.

Tras doctorarse en Filosofía y Letras en 1945, concluiría en 1948 sus estudios de Derecho que debió interrumpir al iniciarse la guerra. Intentó en vano opositar al Cuerpo Diplomático y posteriormente a Notarias y Abogacía del Estado, pero no había contado con un requisito común en todas esas oposiciones, el aspirante debía  ser varón. Mercedes, con amarga ironía, se lamentaba: A la mujer se le admite en la universidad, pero a la hora de hacer valer su titulo debe convertirse en hombre. 

A la vista de ello, decidió ejercer la profesión y al causar alta en el Colegio de Abogados, comprobó con estupor que ella se convertiría en la tercera abogada ejerciente en Madrid. Tuvo serias dificultades para poder ejercer como abogado por ser mujer al no encontrar ningún bufete en el que desarrollar  un periodo de prácticas y finalmente se estableció por su cuenta y sin llevar a cabo pasantía alguna, dedicándose, fundamentalmente, al escaso turno de oficio y a luchar a favor de los derechos que se le negaban a la mujer en el mundo laboral, a la vez que se especializaba en el derecho matrimonial y de familia, era una materia con la que se encontraba especialmente sensibilizada; el divorcio de sus padres tuvo gran influencia en su posterior interés por la suerte de las mujeres separadas.

Falangista convencida, seguía colaborando con la Sección Femenina de ahí que Pilar Primo de Rivera le encargase una ponencia sobre “La mujer en las profesiones liberales” que se presentaría en el Congreso Femenino Hispanoamericano Filipino que se celebró en 1951. En ese texto Mercedes Formica reivindica plenamente la incorporación de las mujeres al mundo laboral en igualdad con el varón. La ponencia sería retirada por la organización al ser tachada de feminista y negarse su autora a llevar a cabo cambio alguno en su texto inicial. Ya, por entonces, era habitual colaboradora de prensa y dirigía la revista “Medina” de la Sección Femenina.

Pero sería su artículo “El domicilio conyugal”, retenido durante meses por la censura y publicado al fin  en el diario ABC el 7 de noviembre de 1953, el que catapultaría su nombre y abriría una polémica  que duró varios meses y que provocó opiniones encontradas y  toda suerte de comentarios e interpretaciones. Este artículo tremendamente polémico, abriría el camino para una drástica reforma de la legislación matrimonial.

El debate llegaría a tal magnitud que ABC llevó a cabo una encuesta realizada entre los más prestigiosos juristas, cabe citar entre ellos a Ramón Serrano Suñer, Antonio Hernández Gil, Antonio Garrigues Díaz Cañabate, José María Ruiz Gallardon, Alfonso García Valdecasas y una extensa lista cuya relación resultaría prolija, posicionándose cada uno sobre el particular.

La controversia trascendió nuestras fronteras, el británico Dayley Telegraph; la  revista norteamericana Time; el diario argentino La Prensa; periódicos nórdicos, alemanes, suizos, franceses y de varios países sudamericanos se hicieron eco. La revista Holiday la cita como una de las tres mujeres más importantes del año. La reportera Inge Morceth (de la agencia Magnus Capa, colaboradora de Life, Vogue, o Paris Match entre otras) viajó a Madrid expresamente para fotografiar y entrevistar a Mercedes. Hasta el semanario clandestino de la CNT, reseñó la interesante cuestión planteada por la abogada.

Pero Mercedes Formica pretendía una reforma general de la legislación imperante en aquellos años en lo referente a la mujer y habida cuenta de que en los sectores mas cerrados del régimen no era bien vista por considerarla una mujer excesivamente avanzada, llegando a ser encasillada por los más radicales como  una feminista peligrosa se valió de la astucia para conseguir ser recibida por Franco.

Para disipar recelos la entrevista con Franco se concierta a través de la Sección Femenina y Mercedes se hace acompañar de un sacerdote letrado, un hombre hábil, dialogante y bien visto en el Pardo. El Jefe de Estado se mostró muy receptivo en la entrevista, no en balde él era hijo de padres separados y le abrió el camino para que se pudiese reunir con el Ministro de Justicia. En su entrevista con Iturmendi insiste en la necesidad de acometer una reforma a fondo de la legislación que afecta a la mujer y, concretamente, se centra en el derecho matrimonial y de familia y en el laboral. Cuentan sus biógrafos que al despedirse del ministro le dijo a este: “Quiero que sepa que yo soy muy pesada, pesadísima”, asegurándole que insistiría hasta conseguir el cambio.

La resonancia de  aquel articulo de ABC y posteriores contactos al más alto nivel, propiciaron que el  Presidente del Tribunal Supremo José Castán Tobeñas se hiciera eco de sus reclamaciones en su discurso de apertura del año judicial de 1954.

La insistencia de esta mujer daría sus frutos y cinco años después de su sonado aldabonazo en ABC, vería como  prosperaba su legítima aspiración y se modificaban numerosas disposiciones del Código Civil, Ley de Enjuiciamiento Civil, Código de Comercio y legislación complementaria; más de un centenar de artículos venían a dignificar a la mujer en las relaciones conyugales y en la parcela laboral. Así entre la normativa de más alcance modificada a partir de 24 de abril de  1958, se puede referir la siguiente:

La vivienda del matrimonio dejaría de ser la casa del marido para convertirse en el hogar conyugal. Desde ese momento, los jueces pudieron decretar algo muy común hoy día, esto es que la mujer permaneciese en la vivienda conyugal, tras la separación.

También fue eliminada la figura degradante del , ese derecho-obligación del marido de que en caso de separación debía depositar a su mujer en la casa de los padres de esta o en un convento.

Se eliminaron los poderes absolutos del marido para vender y administrar los bienes del matrimonio; por otra parte, permitió que las mujeres viudas al contraer nuevas nupcias, pudiesen conservar la patria potestad sobre sus hijos.

Mercedes Formica reclamó, así mismo, la eliminación de otros preceptos legales atentatorios contra la dignidad de la mujer, como el tratamiento discriminatorio de la mujer adultera frente al hombre adultero en el Código Penal.  Aquí no tuvo tanta fortuna y hubo de esperar a la llegada de la democracia, 1978, para ver la despenalización del adulterio.

Otro de sus logros más brillantes fue la eliminación de la licencia marital en las operaciones del tráfico civil o mercantil y la obediencia al marido que eran normas de obligado cumplimiento.

A este primer paso, muy importante pese a su limitado alcance, se le bautizó con ironía con el nombre de la aludiendo a su apellido.

Tras separarse en 1960 de Eduardo LLosent y Marañón y conseguir del Tribunal Eclesiástico la declaración de nulidad del matrimonio, en 1962 contrajo nuevas nupcias con el Ingeniero Industrial y, años antes, alcalde de Bilbao José María Careaga y Urquijo, quien fallecería en 1971.

Pero si resulta admirable y digna de loa la actuación de esta mujer en el campo del Derecho y muy especialmente en las parcelas de familia y laboral no menos importante es su dedicación a la novela y a la investigación histórica. Mercedes Formica se nos revela como una gran escritora.

A los títulos anteriormente referidos y que componen la trilogía autobiográfica de la autora, titulada por ella misma “Pequeña historia del ayer” debemos añadir Bodoque. Monte de Sacha (finalista del premio “Ciudad de Barcelona” en 1950). La ciudad perdida. A instancia de parte (premio Cid  de la cadena SER en 1955) y Collar de ámbar.  Luego su actividad literaria derivaría hacia la investigación histórica  y frutos de esta nueva etapa son sus trabajos sobre Ana de Austria, hija de Don Juan de Austria (premio Fastenrath de la Real Academia Española) y sobre María de Mendoza, amante de Don Juan de Austria. Solución a un enigma amoroso; así como numerosos trabajos relacionados con la vida española del siglo XVI basados en documentos inéditos del Archivo de Altamira. Pero es que a esta mujer tan polifacética le quedó tiempo para cultivar con notable éxito la novela rosa, usando para ello el seudónimo de Elena Puerto.

Ya termino pero antes quiero que sepan que a pesar de sus innegables meritos, una de las grandes olvidadas en las obras encomiásticas del feminismo progresista es Mercedes Formica. Esta abogada y escritora, injustamente olvidada por la judicatura, la abogacía  y el feminismo ha sufrido un doble ninguneo; en la esfera que le tocó vivir el  sector más intransigente del franquismo la tachó de feminista, pero es que además, el propio franquismo no le perdonaría su lealtad a José Antonio y a los ideales de Falange que defendería hasta el final de sus días. Consiguió algo que no esta al alcance de todos, ser odiosa para la derecha que la tachaba de feminista  y para la izquierda que la catalogó de franquista.    

Fallecería en Málaga, donde pasó los últimos años de su vida, el 23 de abril de 2002, victima del alzheimer. Como saben el 23 de abril, día del libro se conmemora la muerte de Miguel de Cervantes así como del Inca Gracilaso y de William Shakespeare, para mi también sería oportuno recordar en esa fecha a Mercedes Formica.

Punto y final. Sea, pues, este acto un recuerdo de la Real Academia de Córdoba hacia la figura de Mercedes Formica y el sentido homenaje que este modesto servidor de ustedes y admirador de su obra tiene hoy la satisfacción de tributarle.

                        

 

Alfonso Gómez López

 

Abogado, articulista y escritor