Los portales taurinos informan de indultos, la prensa reporta faenas sin parangón, en los noticiarios hablan de triunfos apoteósicos, entre todos, desbordan palabras grandilocuentes ensalzando a toros magníficos, obras de arte descomunales, salidas a hombros. En fin, una mejora que te cagas por la ignorancia y falta de sensibilidad con la que ves las cosas. Las personalidades del mundo taurino declaran que la temporada en la Plaza México ha sido un éxito. Claro, hay que entender algunas pequeñeces, como que la única tarde en dieciséis corridas en que la grada más grande del mundo tuvo una entrada más o menos respetable, esta se dio con unas quince mil localidades vacías, es decir, un tercio de su aforo. Los nacionalistas pregonan que los toreros mexicanos han dado la cara, como si hablando de música fuera imprescindible declarar la igualdad entre el Mariachi Vargas de Tecalitlán y Madonna. Pero hombre, no lo vas a negar, ha habido comparecencias significativas, corte de orejas. Sí, en su mayoría a faenas tan memorables que se nos olvidaron antes de la cena. Actuaciones de muy dudosa calidad, pero que han dado pie para llamar extraviados a los que alzaron la voz al grito de ¡toro!. Han salido, también, ejemplares importantísimos y de nota alta, los que por su escaso trapío apenas se salvaron de la rechifla.

 

          Luego, llegaron los maestros españoles. José Tomás empezó sus vacaciones en América alegrándonos el panorama con sendas faenas tremendistas a dos insignificantes toros de la vacada de don Teófilo Gómez. El domingo reciente, a José Mari Manzanares el lote le salió incomodo y el viento le jugó contras, por lo que sólo dio muestras de algunos pases burdos. En tanto que Federico Pizarro se desdibujaba, mientras Fernando Ochoa se creía el cuento de que merecía la oreja de cada uno de sus toros. Eso sí, hace ocho días está lo de Miguel Ángel Perera que con mucha vergüenza torera –especie esta en peligro de extinción- y una oreja en la espuerta, decidió que no, que para su categoría no bastaba y era necesario poner más arriba el listón y lo hizo. El diestro extremeño bordó a un toro cornipaso, serio y con un par de despabiladores.   

 

          Para terminar de montarla, la del aniversario nos la van a calzar al ahí se va con una corrida nocturna. Hasta el momento, como una cortesía a la afición, a setenta y dos horas de la fecha, la única noticia es que será con Perera, Manzanares y cuatro toreros mexicanos. Qué cosas. Es la temporada del resurgimiento, de la que saldrá la próxima figura nacional, la del rescate de la fiesta, la de los grandes triunfos de los toreros mexicanos, la de los encierros impecablemente presentados. Ya ven, uno mira y con un por qué a flor de labios, se queda lamentando que con tantas maravillas cada día escasee más la clientela.

 

 

 

 

 

 

 

Desde México, José Antonio Luna