Artículo de Paco Mora

Como me lo han contado, lo cuento. Parece que con la normalización de la situación creada por “Puigdemoni” en Cataluña, un grupo significativo de hombres de negocios taurinos se proponen ponerse en contacto con los Balañá, propietarios de La Monumental de Barcelona, para tratar la reapertura de dicha plaza de toros, cerrada hace varios años unilateralmente por el Govern de la Generalitat de Cataluña, mediante la prohibición con la que el Tribunal Constitucional dictaminó que había adoptado decisiones que sólo corresponden al Gobierno central en representación del Estado.

Dado que la empresa Balañá se puso de perfil ignorando el dictamen del Constitucional, el grupo de empresarios referidos piensan proponerle a la propiedad de la plaza que, si no entra en sus planes reanudar el uso de la misma para organizar espectáculos taurinos, debe proceder al arrendamiento del inmueble para que otros le den el uso para el que fue construida.

Se habla de inaugurar la nueva época de La Monumental con una corrida de tronío en cuyo cartel figure la reaparición de José Tomás en un escenario en el que obtuvo grandes triunfos, con los tendidos repletos de público al conjuro de su nombre. Enrique Ponce, Morante de la Puebla y El Juli son toreros en los que se piensa también para ese acontecimiento. Es de esperar que, si tal proyecto se materializa, el de Galapagar no se niegue, como viene haciendo, a compartir cartel con el torero de Chiva. La plaza que tantos éxitos y tan pingues ganancias le ha proporcionado bien merece que el sobrino del llorado Victorino deje a un lado, aunque sea por un solo día, sus rarezas. Se barajan los nombres de seis ganaderías de las de mayor prestigio del campo bravo español, para esa fecha que se pretende que sea histórica para la recuperación de la Fiesta Nacional en Cataluña.

Parece que la cosa va en serio, aunque de momento y hasta ver el resultado de las negociaciones con los Balañá, el grupo empresarial referido prefiere guardar en el anonimato sus nombres. Si las gestiones resultaran infructuosas, sería cosa de pensar que el auténticamente antitaurino hoy por hoy sería el clan familiar Balañá. Repito: como me lo han contado, lo cuento. Y mis fuentes son dignas del mayor crédito.