Como todo en la vida, en el toreo también hay precedencias. Hemos sabido de la muerte de Diego Puerta y queremos evocar a la gran figura que fue el torero de San Bernardo que muchos triunfos logró en estas tierras y muchos amigos conservó por su sencillez y buen trato. No podía ser mas que el gran maestro, Luis Miguel Dominguín, quien le diera la alternativa en 1958, después de dos años de novillero exitoso, especialmente promovido por Balañá padre, quien lo presentó y repitió múltiples veces en Barcelona. Puerta era grato a la vista y a la emoción desde que partía plaza, siempre sonriente, con ese duende sevillano que tanto le caracterizó.

 

Con él las cosas rodaban bien desde el inicio, dado que era fácil con el capote, instrumentaba muy a su estilo la chicuelina, lenta y ajustada, Sus verónicas eran bellamente acompasadas con la cintura, dejando la mano un poco arriba, remataba con donaire y arrebataba las primeras palmas, armado de una pequeña muleta, sus derechazos eran largos, con mucho temple, bien ligados y remataba con toda elegancia con el pase de pecho. Siempre se exigía y siempre emocionaba y su carga fueron las más de 30 cornadas que recibió, entre ellas dos horrorosas en Bilbao y Barcelona. No era extraño verlo con pantalones de monosabio (ahora algunos payasos se ponen jeans), que por entregado, recibía serios achuchones. Era una mezcla inenarrable de dramatismo en la ejecución y de alegría en su andar. Cobró como los grandes, a los que acompañó en esa generación de oro de los 60’s, Santiago Martín “El Viti”, Paco Camino, Jaime Ostos, Manuel Benítez “El Cordobés” y Juan García Monde~o. Lo recuerdo en Guadalajara el 21 de marzo de 1963 en la corrida de El Siglo, toros de San Mateo para Huerta, Puerta, Camino y Capetillo. Tarde de escándalo en la que el sevillano no perdió la pelea y con José y Camino regaron la plaza de arte, valor y apéndices. Al retirarse en 1974 en una encerrona en Sevilla con toros de Urquijo, se dedicó exitosamente a la ganadería, haciéndose de animales de los Domecq. Le llamaban Diego Valor porque lo exhibía constantemente en tardes de triunfo y en tardes de sangre en las que rehusaba pasar a la enfermería. Mientras Sevilla siga dándonos toreros con gracia y entrega y un mucho de elegancia, Diego Puerta estará entre sus inmortales.

 

Como ya es costumbre, los que menos valen para la empresa capitalina son los aficionados. Se había anunciado a Miguel Angel Perera, quien anda por tierras sudamericanas, mostrando ese poder con la muleta que subyuga a las multitudes pero éste rechazó, sabiamente, el infame encierro de El Nuevo Colmenar. Se trajo rápidamente a Manuel Jesús “El Cid” quien tuvo una excelente temporada española y el especialista en “victorinos” que también ya lidió miuras llegó presuroso por primera vez a estas tierras. Con tal ganado, pese a que por allí debe andar simiente española, el fracaso era seguro. El resultado, el aforo vacío y dos toreros mexicanos de valía …. en los tendidos, Arturo Saldivar y Sergio Flores. El uno apunta para una tarde en febrero, el otro ultrajado en España, ya va por la borla de matador. Para el de Salteras, el primero de nombre “Armilla” un novillo brocho, al que le dio algunos derechazos ceñidos e intentó por la izquierda, donde es maestro, pero la res se agotó, matando de estocada entera. Inédito. En su segundo, El Cid se la rifó con el más hermoso del encierro, un berrendo que apuntaba buenas tareas, humillando, pero después de la vara trocó la calidad en descompostura por lo que Manuel lo despachó con otra en lo alto. Atado o forzado por la tradición del regalito, cayó un novillo que iba al engaño con el grito de “miau”. Nada tenía este de Marrón –como del domingo pasado- y sólo asentó El Cid su enorme clase por la izquierda en dos o tres detalles que culminó con un pinchazo.

 

Manuel Mejía pasó inédito con el primero “Va por Ti” de poca cara y débil de remos lo lanceó a la verónica muy distante y aunque armaba bien el engaño lo toreaba sin emoción y con distancia. Mató al debilucho de una estocada en lo alto. Con “Don Paco” un entrepelado de bonita estampa despertó esperanzas pero el toro se rajó y nada pudo hacer. Su retiro debe ser inminente.

 

La escasísima clientela sólo se pudo regocijar con algunas hechuras de El Zapata. Con “Corazón de Toro”, un toro largo, alto y de más cara, lo saludo con faroles de rodillas, el toro se escobilló el izquierdo y después pasó más tiempo en el suelo que embistiendo, sin embargo El Zapata estaba para hacer su número exitoso y colocó pares de banderillas al violín que fueron fuertemente aplaudidos. El toro no tenía más que un par de tandas por cada lado y él regaló dos dosantinas. La estocada fue certera y la llamada autoridad se sacó del cajón el pañuelo cuando la petición era minoritaria. Otro gato fue “Caporal” un brocho, bizco, al que El Zapata le dio buenos delantales. Seguía su número y puso el par “Monumental” ante la algarabía de la familia y los amigos. Intentó el pase de El Imposible pero el marrajo no quería nada más que la muerte, la que se le ofreció con una estocada en buen sitio. De arriba, para tener un triunfador, generosamente se le dio otra oreja. Vimos una salida en hombros desangelada y sin eco.

 

Es verdaderamente desalentador el resultado en la quinta parte de esta bostezante y novilleril temporada. Los éxitos no se pueden medir por los apéndices, que con generosidad se dan, en verdad el único triunfo sólido y respetable ha sido el de Arturo Saldívar. Se dice que el domingo vendrán Capetillo, Talavante y Silveti. Si alguno de los de la fiesta no decide lo contrario. Con Capetillo habíamos quedado que después de la corrida de las dinastías sólo se despediría, pero las aficionadas a las telenovelas lo quieren ver en vivo y en directo. Comen a parte y muy aparte, Alejandro Talavante y David Silveti. Ellos si el ganado embiste, triunfarán, pero nada podemos apostar porque el hato ganadero que hemos visto por la llamada en un tiempo “puerta de los sustos” ha sido decepcionante. ¿Cambiará?

 

Reseña de la corrida:

 

Plaza México. Floja entrada, menos de un cuarto. Toros de Nuevo Colmenar, desiguales de presencia y deslucidos por lo general. El mejor, el quinto.

 

Manolo Mejía: silencio en ambos.

 

El Zapata: oreja protestada y oreja.

 

El Cid: aplausos, silencio y ovación de despedida.