Desde hace al menos quinientos años se han venido celebrando en Córdoba, corridas de toros o festivales en torno al toro bravo.
El primero de éstos festejos, del que hay noticias feacientes, data del siglo XV y fue para celebrar el nacimiento de la Infanta María, hija de Ios Reyes Católicos Isabel y Fernando. Para la celebración de tal acto hubo que habilitar  la explanada de los Santos Mártires.
También en el año 1492 se lidiaron dos toros en honor del malogrado Príncipe Don Juan de España, hijo único de los Reyes Católicos. Esta corrida tuvo lugar en el Patio de su propia casa, o sea, en Alcázar de los Reyes Cristianos.
Alcázar de los Reyes Cristianos.

Después hubo en Córdoba  muchísimos espectáculos burlescos o de los llamados «regocijos» como les denominaban, por aquellos años, a las corridas de toros, y que fueron celebrados en otros lugares de la ciudad como: la calle Feria, la Corredera o la plaza de la Magdalena, (ésta contó con la actuación del torero sevillano José Delgado Pepe-Hillo, en función de convite, por la toma de hábitos en el convento de Santa Inés, de una novicia hija de una acomodada familia cordobesa).  

  No sería hasta el siglo XVIII cuando comenzó en Córdoba a construirse los primeros cosos de madera. El primero, en el año 1759, situado en el Campo del convento de la Merced y casa Matadero, lidiándose en dos tardes 32 toros que fueron picados por los varilargueros Juan Díaz y Pedro «Gorrón». 
 Más tarde se construirían los Cosos de los Tejares (demolido) y el de los Califas,  (actual plaza de toros).
 Virtualmente la tradición torera cordobesa arranca, en lo que se refiere a matadores de toros, con Francisco González Díaz «Pachón» (1815), porque a los que anteriormente figuraron como matadores de toros, los hermanos Manuel y Pedro Barrios, en la época en la que desarrollaron sus actividades profesionales, no existía el ceremonial de la alternativa y actuaban indistintamente, unas veces de matadores y otras de banderilleros.
 Son muchos los aficionados que reconocen que Córdoba ha aportado al mundo de los toros lidiadores de gran fama, casi todos, nacidos en el Campo de la Merced y alrededores del Matadero Viejo: el mismo «Pachón, quién llegó a adquirir tal nombradía que su presencia era solicitada en todas las plazas más importantes de España entre las que, naturalmente, estaba la de Madrid. El Rey Fernando VII le premió con 100 ducados por un hecho acaecido en la Villa y Corte en que puso a prueba todo su valor y destreza ante un toro que pudo arrancarle la vida. González Díaz «Pachón» recibió, toreando en Cádiz, un puntazo en una de sus rodillas imposibilitando para siempre  su participación en los ruedos. Por esta circunstancias, con la  facultades físicas muy mermadas y agravada la situación con los escasos y recursos económicos, el torero cordobés, se vio obligado a realizar otro tipo de trabajos. Enterado de su mala situación el Rey Fernando VII, le concedió un destino retirándose totalmente de los ruedos. En 1814 pasan las huestes del sevillano José María Inclán que le daría la alternativa el 22 de mayo del 1815 en la plaza de madera del Campo de la Merced, recibiendo definitivamente  el doctorado en Madrid, de manos del maestro Antonio Ruíz «El Sombrerero».

 

Además de «Pachón», hubo otros grandes toreros que vieron también la luz primera en el barrio del Campo de la Merced: Rafael Bejarano Carrasco «Torerito»; José Dámaso Rodríguez Rodríguez «Pepete»; Manuel Fuentes «Bocanegra»; Rafael Rodríguez Sánchez «Bebé Chico»; Rafael Molina Sánchez «Lagartijo»; Rafael Guerra Bejarano «Guerrita»; Rafael González Madrid «Machaquito»; Manuel Rodríguez Sánchez «Manolete» (padre e hijo) pese a que el nacimiento de éste último se produjo en la calle Conde de Torres Cabrera, próxima al barrio de la Merced, (la jurisdicción del distrito le abligaba a empadronarse en el barrio de San Miguel), en cuya parroquia recibió las aguas bautismales. Por esa proximidad al barrio torero de la Merced y porque también pasó toda su infancia y adolescencia en la famosa plaza de la Lagunilla (en pleno corazón de Santa Marina), Manuel Laureano Rodríguez Sánchez «Manolete», merecería ser considerado como su padre torero «mercedario»; 

-Otro de aquellos afortunados que allí nacieron fue José Flores González «Camará»; quién con los años pasó a ser el hombre que dirigiera con tanto acierto los pasos del mundialmente conocido y admirado torero Manuel Rodríguez «Manolete» hasta el mismo día de su cogida y muerte en plaza de toros de Linares.




 – También merecerían ese honor: Antonio de Dios Moreno «Conejito»; José María Martorell Navas y un sin fin de subalternos de pie y de a caballo. Recuérdense los apellidos toreros de los Molina, Martínez, Sánchez, Guerra, González, Rodríguez, de Dios, Saco, de la Haba, y los apodos: «Caniqui; «Cerrajillas», «Manene», «Mojino», «Moni», «Pesca» «Patatero»; «Chiquilín»; «Cantimplas»; «Zurito»; «Mazzantini»; «Melones» «Catalino»… y por último, comentar el caso tan peculiar del matador de toros Enrique Rodríguez Moreno («Manolete II»). Este torero era conocido en Córdoba por ser «botones» del famoso «Club Guerrita». En el año 1917 en la plaza de Vista Alegre de Madrid obtuvo la borla de matador de toros, de manos de Rufino Sanvicente «Chiquito de Begoña», actuando de testigo Juan Cecilio «Puntaret». Estuvo ejerciendo su oficio, de manera discontinua, hasta el año 1922 que lidió su última corrida en Madrid.
 Pese a llevar el «alias» del padre, del que transcurrido el tiempo, fuera motejado con el sobrenombre «El Monstruo» del toreo, no le unía ningún parentesco.
 Ante tanta productividad torera de este popular y singularísimo barrio habría que preguntarle a la autora de tan generoso y prodigioso parto taurómaco…

!Córdoba!, tú que

 eres la alegría, 
 la cuna del arte 
 y de la sabiduria.
 Dime cuál es el misterio 
 que no llego a comprender,
 del por qué nacieron,
 tantos y tan grandes toreros
 en el Campo de la Merced
 de tú barrio del Matadero…

Antonio Rodríguez Salido

 Compositor y letrista

Escalera del Éxito 176