Y…  surgió la guerra civil española y con ello las secuelas en todo sentido.  En mi caso personal me dejó separado de mi padre, que quedó en Madrid, zona  republicana y de mi madre, que había regresado a la Argentina  con motivo del fallecimiento de mi abuelo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Perdí el contacto con esas personas.   Me hice contable y estuve empleado como tal, dejando obligatoriamente suspendida las actividades taurinas, aunque pude actuar con traje de luces en el año 1937 en la plaza de toros salmantina.

 

Siempre me habían inculcado que las capeas pueblerinas no enseñaban nada bueno y por eso, yo no acudía a ellas.  Por lo tanto creo que hasta el año 1939, una vez finalizada la contienda pude retomar algo  y toree otra vez en Salamanca de sobresaliente  y en algunos lugares dentro de la provincia.

 

Y  cuando en 1940 había retomado las actuaciones, otra vez  me cortan las aspiraciones.  Esta vez  por el motivo de no ser español, ya que mi nacionalidad de argentino la hice valer siempre.  Por ese motivo me detienen y después de pasar por algunas cárceles me internan en el Campo de Concentración de Miranda de Ebro, adonde estábamos medio centenar de argentinos entre los miles de extranjeros que por él pasaron.  No obstante en junio de 1941 organizaron un Festival Taurino en esa ciudad y se enteraron que yo me encontraba preso en el Campo de Concentración, la empresa solicitó permiso al Comandante y me concedieron salir a torear (escoltado por dos soldados con armas).  Me sacaron en hombros y ello me sirvió para que me dieran un destino en las oficinas del Campo hasta mi liberación por intervención de la Embajada, después de más de un año.

 

Volví a Salamanca y en la parte taurina era comenzar de nuevo.  Claro que los toreros  residentes en Salamanca eran los mismos: Ahí estaban Florentino Diaz Flores, Jesús Salvador, “Faroles”,  “El Primi”, Pavesio,  el viejo “Coquinero” y otros.

 

Toree en varios lugares de la provincia de Salamanca  y dos veces en la plaza de toros salmantina.  Todo ello durante 1942. Entonces yo tenía 21 años pero me daba cuenta que era muy difícil llegar.  Tenía mi buen empleo de contable, me puse de novio y al año siguiente me casé, olvidándome de lo pasado.  

 

Mientras tanto en Argentina, a raíz de la contienda española habían llegado algunos toreros españoles;  “El Niño de Haro”, Eladio Sacristán Fuentes, etc.  que actuaron en varios lugares de la provincia durante 1936 y 1937.  Pocos años antes se construyó una plaza en la ciudad balnearia de Mar del Plata con capacidad para 4.000 espectadores que perdura hasta principios de 1936, con los apoyos y críticas habituales, a pesar de anunciarse como “Doma artística de toros”.  Tiempo después también  toreó en San Juan, la conocida torera Juanita Cruz.

 

El 30 de mayo de 1946 se realizó otro espectáculo taurino en el “Atalaya Polo Club”, de San Isidro, en el denominado Gran Buenos Aires, con la actuación del matador Joselito Martín y el aficionado práctico Señor Mariano Foronda, acompañados de sus cuadrillas.

 

En 1948 regreso a Buenos Aires con mi esposa e hija de 4 años. Obtengo una buena colocación  No pienso más en los toros en un país, que a pesar de contar con más de un millón de residentes españoles, no es de tradición taurina, además de existir una ley en defensa de los animales que prohíbe esta clase de espectáculos.

 

No obstante en los años 1949 al 51 un grupo de calificados aficionados, encabezados por el señor Mariano de Foronda  crean el Club “El Ventorrillo” y en las afueras de Buenos Aires, en la localidad de Rafael Castillo, construyen una plaza de toros, con gradas de maderas y burladeros, careciendo de barrera.  En su inauguración, abril de 1949,  intervienen como aficionados prácticos el propio Sr. Foronda, y  Fernando Losada, haciendo el despeje de plaza el conocido actor Pablo Palitos con su pequeña hija. Posteriormente llegan a actuar en ella los toreros españoles “El Choni”, Joselito Martín, “El Pajarero”, Antonio Fuentes, Jesús Mendo, Pepe Jaén, “Barrerita” y los peruanos “Diamante Iqueño”, “El Japonés” y “Fortuna”; “  Y en 1951 otra vez  dicta el Gobierno otro Decreto-Ley bajo el número 14346 y en su artículo 3º se ratifica la prohibición de estos tipos de espectáculos y se procede a la destrución de las instalaciones.

 

El 8 de enero de 1950 se inaugura en la localidad bonaerense de Chascomús una plaza de toros con capacidad para 2.000 personas, con tribuna, valla de madera, burladeros y seis toriles, contando con un palco “real” en ella  actúan “El Niño de Haro”, Eladio Sacristán Fuentes, figurando como banderilleros Eduardo Plata “Platita” y Fernando Rosales “Rosalito”.  En otra oportunidad actuó el Duque de Pinohermoso, ofreciendo una exhibición de rejoneo a caballo.

 

Recién, en 1961, cuando yo tengo 40 años, a raíz de encontrarme con cuatro ex novilleros radicados en Buenos Aires, el gusanillo, el virus, vuelve a florecer y con ellos me propongo  organizar algunos espectáculos taurinos, sabiendo que la ley determina que “se prohíben las corridas de toros,novilladas o parodias en  las que se maten, hieran u hostilicen  a las reses”.  Por lo tanto ideé la forma de anunciar que a las reses “no se mataba, no se herian ni hostilizaban”,   La última “palabreja” era el mayor obstáculo.  Así que teníamos que cuidar no infligirla. Los puristas dirán que estas exhibiciones no le hacen ningún bien a la fiesta.  De acuerdo, pero ninguno de nosotros pretendíamos lucrar económicamente, sino dar a conocer la parte artística de la fiesta. 

 

Tanto la Radio como la  televisión, revistas, etc. se hacían eco en forma de principal noticia. Las que produjeron mayor interés fueron las realizadas en 1964 en Mar del Plata, en la que yo actué, junto al español Juan Bravo y el Colombiano Luis Alonso. Se habían programado varias fechas pero tuvo que suspenderse a la segunda actuación.  La otra fue la realizada en San Isidro (lugar muy cercano a la capital Federal) a beneficio de las Obras Diocesanas.  Se habían programado también varias presentaciones pero solo se pudo hacer la primera.  La Sociedad Protectora de Animales llegó a solicitar a su Santidad el Papa la prohibición y así lo reprodujeron los medios  a grandes titulares.  En este caso, después de autorizaciones y denegaciones tuvo que intervenir el propio Presidente de la República para autorizar la que logró realizarse.  Lo mismo ocurrió con la programada para el domingo siguiente, que no pudo llevarse a efecto.  En este festejo actuamos, todos con trajes de luces,.  Hubo previamente un despliegue artístico de las colectividades españolas.  Generalmente usábamos traje campero. Los diestros fueron  “El Ciclón”, de Portugal,  los españoles Pepe Jaen.  Curro Arias,  “Barrerita”,  y los hispano-argentinos “Ruzafeño”, Mariano Ronda y yo.   En general toda la prensa lo calificó de  muy bueno y reconociendo que no se infringió la ley., pero….  Después de estas prohibiciones se realizaron en lugares provincianos como Bahía Blanca, Tucumán,  Salta, etc.. En casi todo el país.,  Es de hacer notar la actuación en Salta del ex matador de toros José Pastor, con más de 70 años de edad. 

 

Todo  ello produjo que varios españoles y argentinos se aficionaran e intentaran también torear, cosa que hicieron en muchos lugares. De esa nueva cantera taurina surgieron Juan Cruz, Miguel Ferreras “El Zamorano”; Walter Collazo; Orlando Solís y otros.

 

Cuando ya nos dimos cuenta que la Sociedad Protectora de Animales no nos daría respiro,  Mariano Ronda, que no era otro que el hijo de don Mariano de Foronda, el fundador del Club “El Ventorrillo” al que me referí más arriba  y que toreaba muy bién, con cerca de ciento cincuenta actuaciones en su haber, todas en la Argentina ( ¡lástima que no se decidiera presentarse en México o España!) ofreció un predio en  la vecina localidad de Chivilcoy y allí, en forma privada, construyó una placita y en ella íbamos de tanto en tanto a “sacarnos el gusto” toreando algunos becerros., pero eso fue  hasta  mayo de 1977.

   

No creo exagerado al decir que en esa etapa (1961 a 1977) se realizaron más de quinientos festejos en todo el país.  Lógicamente la polémica era permanente, pero  los medios se mostraban favorables a este tipo de espectáculos, sin sacrificio de las reses

 

Como puede apreciarse,  cada tanto se han hecho intentos más o menos exitosos, pero desde entonces no se ha producido una “nueva oleada”.  Mucho depende de la llegada de algunos toreros o torerillos a estas tierras, cosa que por ahora no se ha producido.

 

Seguro que pocos saben de esta larga experiencia taurina y no dudo que resultará una grata sorpresa, aunque los puristas puedan criticar que las corridas sin muerte  son “cualquier cosa”.   A ellos los invito a luchar contra la corriente y la ley.   Como dijo un antiguo matador  “Se hace lo que se puede”

 

¡Todo sea por la Fiesta Brava!