Fue don José de
Don Modesto, tenía cierta tendencia a mezclar la tauromaquia con
Es bastante divulgado y conocido que a Ricardo Torres Bombita II le asignó el título de Papa del Toreo, por ser en su opinión el torero más destacado de la primera década del siglo XX, y a Manuel Mejías Bienvenida lo denominó como El Papa Negro, para distinguir y dividir el cetro taurino y no crear un “cisma”, y lo nominó por la excelente campaña en 1910, según declara en un articulo: << A Bienvenida por sus magnificas faenas en las primeras corridas de 1910 le nombré yo El Papa Negro>>. Llego a dar otro papado y esta “tiara” fue a parar a las “sienes” de Joselito El Gallo, con el nombre de Sumo Pontífice y propuso, pero no se lo dio, el concederle la investidura de ¡El Papa Amarillo![1]
Pero de todos los “títulos honoríficos” que asignó Don Modesto, incluso a
De los tres papas, un cardenal y también un presidente de
El 26 de mayo de 1910 había tenido Manuel Mejías una tarde gloriosa en la plaza de toros de Madrid, una más de la serie de triunfos que aquella temporada iba subiendo su nombre al nivel de las primeras figuras. Don Modesto desde la tribuna de El Liberal hizo una crónica que entre otros méritos le calificaba de: << ¡Héroe de la temporada!>>, y para cerrar la narración comenta: <
Manuel Mejías, persona inteligente, de claro talento natural, leyó el artículo de El Liberal, dándose inmediatamente cuenta de la capital importancia que para él tenía la crítica arrebatada y entusiasta de Don Modesto, a quien personalmente no conocía.
Tanto por la importancia y autoridad de quien firmaba el artículo, al torero le acuciaba el deseo de expresar inmediatamente al maestro su gratitud; y así hizo que el apoderado lo acompañara a casa del famoso revistero.
Pero antes se detuvieron en una joyería. Bienvenida tenía una sortija con un magnifico solitario. ¿Que menos que regalársela a Don Modesto en prenda de su gratitud? Hizo que limpiaran la piedra y que encerraran el anillo en un buen estuche. Y se dirigieron a la casa de Don José de
– ¿Que sorpresa, ustedes por aquí tan de mañana?
– Nada, Don José, aquí el matador que ha leído su crónica y no veía el momento de expresarse su gratitud – contestó el apoderado-.
Y Bienvenida sacando del bolsillo el estuche, lo entregó a Don Modesto, y mientras tanto iba desenvolviendo el obsequio, le agradecía el valor de la crónica y que la sortija que él usaba, era un recuerdo suyo y con gusto deseaba que la conservara.
Mire usted, Manolo -le dijo amable y grave cerrando y envolviendo el estuche-. Estamos en paz por la faena de ayer que tanto he disfrutado como aficionado.
Mire usted. Voy a darle una oportunidad. A mi hija se le ha roto una muñeca que le acababan de regalar y no para de llorar. Cómprele usted otra igual y a ella y a mí nos dará una alegría inmensa.
A los pocos momentos llevaban a casa de Don José de