Este tercer festejo fue el escenario para la confirmación de alternativa de Pepe López, que tuvo como padrino  a Humberto Flores y de testigo a Federico Pizarro. El novel espada recibió a “Compañero”  un hermoso jabonero cornidelantero  herrado con el número 149  con 458 kilos, con una larga cambiada de rodillas, y ya de pie logro pegarle unas agradables verónicas. Para finalizar su faena de capa, después del tercio de varas con quites por chicuelinas. Con la muleta  estuvo tenaz toreando al de su alternativa  con  una y otra mano, logrando sacarle  plausibles  tandas por ambos lados. Con la toledana pinchó tres veces, antes de enterrar la espada en las carnes de su enemigo, recibió una tímida ovación, y los restos del que abrió plaza fueron elogiados por el congelado  público.

Con el segundo lote y sexto de la tarde de nombre Guillo”, herrado a fuego con el número 170, que en la romana dio un peso de 485 kilos, un imponente astado negro, bragado, bien puesto de pitones , el toricantano destapó el pomo de la esencias, Recibiéndolo  con verónicas , que despidió con gaoneras después de ser picado. Con la pañosa inicio su faena toreando al morito con la mano diestra,  consiguiendo pegarle  largas tandas de muletazos templados que  desentumieron al respetable arrancando  un emotivo olé de las gargantas de estos.

Para continuar toreándolo con la mano zurda  y conseguir ligarle  par de naturales,  y regresar al lado derecho para rematarlo  con una tanda de cinco  prolongados derechazos. Y al momento de perfilarse a matar el público excitado, por la nobleza  y recorrido  del que cerró plaza, a base de gritos y silbidos pidió el indulto del de Santa María de Xalpa, momento que aprovechó  el joven diestro para seguir toreando  al cinqueño,  ignorando las señales de Juez de Plaza Eduardo Delgado, que en  tres ocasiones desde su palco le indicó  que lo matara. Y que al final aceptó la imposición  del  respetable y otorgando  el indulto al “Guillo”.

Humberto Flores con el primero de su lote estuvo decoroso, con el percal lucio haciendo un espectacular quite por chicuelinas. Con la sarga  su faena fue de bríos, principalmente  por el lado izquierdo del astado. Con la espada estuvo preciso, matando  de una estocada entera caída que fue suficiente para que rodara el segundo de la tarde. Cortó un apéndice y dio vuelta al ruedo. Con el cuarto de la tarde un imponente burel verdugo chorreado de nombre “Potosino”, el tapatío  le hizo faena a base de riñones, pues el tío, tuvo una embestida incierta, saliendo del engaño con la cabeza alta buscando el cuerpo del primer espada. Y a base de gran valentía e inteligencia Humberto logró sacar un par de  pases que el voluble público del Coso Capitalino no supo reconocer, tomando partido por el de Santa María de Xalpa. Mató de estocada entera y saludó en el tercio. Provocando división de opinión del conclave en los tendidos.

Federico Pizarro que reapareció en el ruedo de la Monumental de Insurgentes luego de varias temporadas de ausencia se reencontró con su toreo. A su primero, un  bicho con mucha presencia, pero sin codicia, el segundo espada lo recibió  con un par de soberbias verónicas pegado a tablas a un costado del burladero de matadores,  para dejarlo en la jurisdicción del varilarguero, y finiquitar su labor con el capote con  quites por gaoneras que fueron elogiadas por la afición. Inicio su faena de muleta con un cambiado por la espalda en los medios, para  enseguida tomar la muleta con la mano izquierda y meter  a “Hechicero” en su muleta, tirando de este, templándolo, consintiéndolo, logrando que la faena se fuera para arriba, y extasiar a la afición con los artísticos detalles muleteriles de el diestro capitalino, cerró su labor con la franela con un  artístico forzado de pecho digno para una escultura que puso de cabeza a la plaza. Mató de un estoconazo ligeramente desprendido, que hizo rodar al tercero de la tarde sin necesidad de la puntilla. Cortando la segunda oreja de la tarde  a la que paseó por el redondel de la Monumental de Insurgentes. Con el quinto de la tarde Federico estuvo variado con el percal, consiguiendo pegarle un par de verónicas, que remató con una revolera y dejar al morito en el peto del piquero, cerrando su faena de capa con un par de quites por chicuelinas. Su actuación en el tercio de muerte fue a base de inteligencia, pues  “Rebujito”, no tuvo la nobleza, ni el recorrido de sus hermanos, lo toreó con ambas manos logrando sacarle meritorios pases, pues el toro terminó agarrándose a la arena. Dejó tres cuartos de estocada y mató al primer intento de descabello, y fue ovacionado por el respetable.

 

 

Sol y Sombra

 

Sol

El imponente y bien presentado encierro  que enviaron para este tercer festejo los ganaderos  de Santa María de Xalpa  Benigno L. Pérez Lizaur y Miguel Valladares García, del que destacaron los corridos en primero y sexto lugar. La gran actuación de los tres espadas Humberto Flores, Federico Pizarro, y Pepe López  que no defraudaron a la empresa y afición con el desempeño mostrado en este tercer cartel y que probablemente veamos a los tres reapareciendo en la segunda mitad de esta temporada seguramente alternado con los diestros españoles que están contemplados para actuar en esta segunda etapa.

 La ya nada extraña  y  muy frecuente excelente actuación de los subalternos  Gustavo Campos y Cristián Sánchez,  que esta ocasión  saludaron  en el tercio por su labor al cubrir el tercio de banderillas.

 

Sombra

La falta de carácter del Juez de Plaza para hacerse entender con sus asesores,  e intimidarse por el público que le exigió el indulto del sexto de la tarde y que a pesar que en tres ocasiones le ordenó a López que lo matara este terminó amedrentándose por el conclave, otorgando el indulto al que cerró plaza. La falta de experiencia de Pepe López al no tirarse a matar al magnífico ejemplar de Santa María de Xalpa, al que pudo tumbar las peludas e incluso el rabo redondeando su actuación y levantarse como máximo triunfador en lo que va de esta incipiente temporada grande 2008-2009 de la Plaza México.

 

 

 

 

 

 

Crónica y Fotografía de Ricardo Gómez Cardona “Cantaclaro”