Siempre he considerado, desde cualquier punto de vista, que la Fiesta Brava es algo sagrado, de sumo respeto y quienes se consideran reales aficionados taurinos, deben poner y ofrecer, lo mejor de sí, el mayor esfuerzo y voluntad, para que la Fiesta de Los Toros, en estos tiempos de constantes cambios estructurales socio político económicos, ocupe la importancia, relevancia, sitio, posición, que se merece, como el Arte y Cultura que es.

La Fiesta Brava es de sagrado respeto. No me cabe duda alguna. Es todo un principio, postulado sine qua non, que deben tener muy en cuenta, quienes son sus verdaderos aficionados.

A los toros no se va de jerga, de parranda, de bullanguería, a darse pinta y figurón. Se va a admirar, evaluar, enaltecer, premiar la casta, estampa y presencia del toro de casta y por supuesto, la valentía, coraje, profesionalidad del matador de toros, novillero, rejoneador, picador, banderillero, peón de brega; la actuación de la Autoridad Taurina.

Bajo esta premisa, se hace necesario que los aficionados taurinos apoyen la Fiesta, que su presencia sea más efectiva, en todos los festejos, ya sean festivales, novilladas, corridas de toros, pero por encima de todo que entiendan, como condición sine qua non, que a las actividades taurinas se va a observar, el comportamiento de novillo y del toro, a presenciar y evaluar la actuación del becerrista, del novillero, del matador de toros, del rejoneador.

De sagrado respeto es la Fiesta Brava, La Fiesta de Los Toros y en todos está, se mantenga por siempre, ocupe el sitial universal que se merece y olé.