Con una enorme expectación en la inauguración de la Temporada Grande de la Plaza México, Diego Silveti confirmó su alternativa en una plaza emblemática para su dinastía. Lamentablemente, le correspondieron los dos toros de peor juego de la corrida de San Isidro, y luego no tuvo opciones de poder lidiar un sobrero de regalo tras solicitarlo, ya que sus dos compañeros de cartel, Enrique Ponce y Arturo Saldívar solicitaron lidiar sendos sobreros antes de hacerlo el nuevo matador mexicano.

 

A pesar de esta contrariedad, Diego Silveti defendió con solvencia y mucha torería este su primer paso por el embudo de Insurgentes, demostrando la preparación y el oficio que ha adquirido en su preparación de la temporada europea. Vestido de rosa mexicano y oro, y ante 35.000 aficionados que cubrieron más de las tres cuartas partes de la Monumental, Diego confirmó el doctorado con el toro «Rey David», cárdeno, número 106, un animal cuajado y de buen fondo, pero sin la raza y la movilidad suficientes para terminar de romper en la muleta. Muy bien a la verónica en el saludo, Silveti estuvo firmísimo con este toro una vez cogió la muleta. Hubo momentos de gran torero con la mano derecha, y una vez que acortó distancias, Silveti empujó tras la muleta el poco recorrido del ejemplar de San Isidro. En un momento de su labor el toro le empitonó feo a la altura de la ingle, por fortuna, sin consecuencias. No acertó con al espada, lo que diluyó un posible premio.

 

Luego, en sexto lugar, sorteó un toro de poco juego, ya que desarrolló pronto un genio defensivo que no le dio opciones en ningún momento. A este ejemplar le instrumentó un original quite por tafalleras, para luego mostrarse muy por encima del toro de San Isidro, que siempre estuvo a la defensiva, sin entregarse y con la cara muy suelta. Silveti volvió a defender su sitio con capacidad y valor, pero sin poder demostrar el buen concepto muletero que lleva dentro. Tampoco estuvo afortunado con los aceros de muerte y su labor quedó en silencio.

 

Al final del festejo, y una vez que abandonó la Monumental, los aficionados le ovacionaron con fuerza, reconociendo el esfuerzo realizado en esta su primera incursión en la Plaza México.

 

Silveti estuvo acompañado por el maestro Enrique Ponce, que cortó una oreja a su segundo toro después de una faena templada y de gran expresión, y le negaron un trofeo ganado con justicia en el primer sobrero de regalo, al que fue construyendo una larga faena de menos a más. Un pinchazo previo a la estocada, le dejaron sin un merecido premio.

 

El triunfador del festejo fue Arturo Saldívar, que dio una completa tarde de toros cortando un total de cuatro orejas y un rabo, máximos trofeos que paseó del octavo toro de la tarde. Firme y muy dispuesto, sin dejar escapar una sola oportunidad de lucimiento, Saldívar salió en hombros por la puerta grande.