Carlos Escolar “Frascuelo”, representante del toreo auténtico y venerado por los aficionados de Madrid, fue recibido con una fuerte ovación que correspondió saludando desde el tercio. Al primero, que de salida apretaba para los adentros, lo veroniqueó con gusto. El toro cumplió en varas. Muleta en mano se dobló con él y lo tanteó por ambos pitones. El toro se vencía y como no había nada que hacer lo preparó para despenarlo de dos pinchazos, media estocada y dos descabellos. El cuarto peleó bien en varas y el rehiletero Luis Carlos Aranda se lució en un par de banderillas por lo que fue ovacionado. El toro llegó corto a la muleta y punteando, No es posible redondear faena, aunque hubo detalles toreros de calidad. El toro echa la cara abajo lo que complica el entrar a matar. Tras un pinchazo, una estocada corta delantera y descabello finiquitan al toro. Aplausos de los aficionados y pitos del público verbenero iconoclasta.

 

“Rafaelillo” pechó con el mansote corrido en segundo lugar que llegó a la muleta embistiendo con la cara alta y quedándose en la mitad del pase. Lo muletea con decisión y sin confiarse pues se le vence con malas intenciones por el lado derecho. Con el brazo suelto acaba de un pinchazo sin soltar y estocada doblando el toro en el portón de toriles. Devuelto el quinto al corral salió el sobrero de Sepúlveda que también retornó a toriles por flojedad manifiesta de remos. Sale el segundo sobrero, de Araúz de Robles, mansote, blando de remos, que no ofrece ocasión para lucirse. Lo despacha entrando con el brazo suelto y dejando dos pinchazos y estocada.

 

Javier Valverde tuvo en el tercero un toro que peleó bien en varas metiendo los riñones y que llegó a la muleta parado, corto de embestida y sin son. Lo torea de trámite y con el brazo suelto cobra un pinchazo y una estocada con travesía. El sexto, cornivuelto blandeó de manos y se dolió al pincho en banderillas. No se empleó ante la muleta y al comienzo del trasteo dobló por la arena. Aún insiste el diestro en sacar pases, cuestión imposible pues sólo significaba perder tiempo. Entrando con el brazo suelto dejó  un bajonazo que el divertido público aplaudió. Algo de risa o mejor dicho de pena y para llorar que en la plaza de Madrid ocurran están incongruencias.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Crónica de José Julio García

Decano de los críticos taurinos de España