En lo que pintaba como una tarde de lluvia y con predicciones en contra a que el festejo se llevara a cabo, se apiadó el dios Tláloc de los taurinos y se despejó el cielo. El primero que salió por la puerta de toriles fue “Revolucionario” con 348 kilos y número 16, de El Garambullo, propiedad de Alejandro y Francisco Funtanet, al que Rodrigo Hernández recibió con verónicas de gran calidad. Inició su faena con doblones probando por ambos lados, entendiéndose por derecha con el astado. Ligó muy buenas series por derechazos y prosiguió con bellas tandas por naturales. Mostró oficio y conocimiento aprovechando las cualidades que le ofreció el novillo. Dejó una estocada entera y fue merecedor de dos orejas dando una vuelta al ruedo con los ganaderos. El toro fue premiado con arrastre lento así como con sonoras palmas de la concurrencia, un sector del respetable había pedido el indulto que no fue concedido.

El segundo de la tarde fue “Artillero” con peso de 377 kilos y número 20, al que Paulo Campero recibió a la verónica, luego toreó de rodillas y durante los quites estuvo variado. Puso banderillas ganándose así el agrado de la afición sanmiguelense. Durante la labor muleteril, probó por ambos lados y luego de varios intentos ligó por naturales en los que le faltaba dejarle la muleta en la cara del novillo y aguantar, de igual manera, pudo haber mostrado más temple dado que el novillo metía la cabeza y era de embestida pronta. Concluyó con adornos y tras pinchar dejó una estocada caída. Escuchó las palmas de los aficionados y el novillo recibió fuertes aplausos en el arrastre.

El tercero de la tarde fue “Portiño” reseñado con el número 99 y un peso de 400 kilos, de la ganadería de Atenco, muy bien armado y que salió enterándose, y al ser recibirlo por mandiles Jaime Adrián, le embestía con mucha fuerza y bravura. Su cuadrilla le ayudó a meterlo en capa hasta que pudo entenderse. Brindó al matador Alejandro del Olivar. El novillo requería ser toreado por un chaval con más oficio, experiencia y conocimiento, exigía mucho y era lo suficientemente bravo para poner en aprietos a cualquiera. Adrián salió con gran afición y fue alcanzado por el de Atenco resintiendo una lesión que tenía en la rodilla y recibiendo un puntazo en el escroto. Doliéndose, tras ser atendido en la enfermería, siguió toreando y con el corazón por delante terminó su lidia, batalló con la espada pero finalmente concretó para retirarse ante las palmas del público que agradeció su valentía. Es de reconocerse que en su cuadrilla, tiene a una  moza de espadas, su nombre es Norma Rocío Ortas, dato que se escribe para la historia de la mujer en el mundo del toro.

El que cerró plaza fue “Allende” que hizo honor a su nombre saliendo cual auténtico guerrero, con 410 kilos de peso y con el número 85, hermoso ejemplar con trapío, que le puso las peras a veinticinco a Manolo Sánchez Mejías. Con ayuda de un subalterno pudo meterlo al capote, pero el de Atenco siguió haciendo de las suyas y derribó a un picador que salió con el hombro dislocado y con el que le sustituyó fue con gran fuerza al caballo. Al ver poca disposición y decisión en los banderilleros, el tomó los rehiletes y con apuros realizó la labor colocando sólo un par. En la muleta dejó ver que torea poco, ya que “Allende” exigía una muleta poderosa, con sitio y oficio. Sánchez Mejías no tuvo suerte con el estoque, escuchando tres avisos y yéndose vivo el novillo a los corrales.

Para mañana se anuncia una exhibición de rejoneo a cargo del caballista michoacano Enrique Fraga y la actuación de los valientes Forcados Sanmiguelenses, al mando de Armando Lance y Germán Goyeneche, y para el 3 de octubre la novillada de triunfadores que protagonizarán Paola San Román y Rodrigo Hernández lidiando astados de 4 diversas ganaderías que entrarán en concurso y al cierre del festejo el niño torero sanmiguelense Francisco Martínez estoqueará un eral de Manuel Macías. El viernes 8 de octubre será la premiación y clausura de la Feria del Bicentenario.