Fernando Estévez Silva. Fernando Estévez Silva es una excepción, es de esos pocos ganaderos que no «eliminó todo lo anterior» y se quedó con una partida de vacas de origen jijón. Hoy reconoce que no es fácil mantener un encaste poco conocido pero se siente recompensado por la extraordinaria bravura que tienen estos animales. 

  Nos cuenta Fernando cómo en su ganadería Jara del Retamar tiene animales de Casta Jijona que le entran hasta 8 veces al caballo. Si no se cumple en el caballo con más exigencia que el resto de variedades, no se pasa la prueba y el animal es directamente desechado. También nos habla de los premios que recibe de los organizadores de festejos populares. Los organizadores de estos festejos saben que su público es el más exigente, porque además de organizadores son a la vez aficionados. Estos aficionados se preocupan de comprar toros que verdaderamente tiene bravura, les da igual la procedencia del ganado.

Fernando conoce bien las diferencias que existen entre su ganado y el resto, ha sido novillero, toreó más de cincuenta corridas. Los toreros actuales buscan un ganado más cómodo, a veces incompatible con la bravura. 

Las hechuras del ganado jijón tienen mayor caja que la del ganado que estamos acostumbrados a ver. Tienen una cornamenta que impresiona y su aspecto de toro diferente salta a la vista. Existen variedades de pelajes, abundan los berrendos aparejados que nos recuerdan la vía Martínez de Casta Jijona de la que proceden.  

  Estos «tesoros genéticos» deberían ser apoyados por nuestra administración pública. Los ganaderos que aún conservan razas ancestrales tendrían que recibir ayudas especiales para suplir las carencias que puedan tener en esta defensa contra la desaparición de la biodiversidad existente en el toro bravo. Además de las posibles ayudas a las vacas nodrizas sería muy aconsejable habilitar ayudas directas al ganadero, que le permitieran mantener la cría de este ganado con independencia de su rentabilidad. 

 No debemos olvidar que la existencia de la variedad animal debe ser protegida. Los ganaderos no tienen que soportar por si mismos esta carga de ser los protectores de las especies en peligro de extinción. No sólo hay que defender el género «Toro», también hay que defender todas la especies existente en el género. Si se defienden todas las especies, el género «Toro» estará asegurado. La defensa genérica del toro no permite que pervivan todas sus variedades. Si queremos un defensa integral del toro será necesario descender un peldaño mas. Se debe acudir a la protección de todas las variedades de esta raza, con independencia del rendimiento mercantil de las mezclas que históricamente se vienen haciendo de los distitos tipos raciales. Si continuamos en esta linea de dejar desparacer variedades y de seguir mezclando los distintos resultados de las mezclas anteriores, llegará un momento que se agotarán los prototipos originarios. Esto impedirá la regeneración y refresco de sangres que son necesarias para el mantenimiento de la pureza animal. Al final quedará una mezcla, de mezclas de difícil ubicación en el género animal y de imposible recuperación del género originario. 

Si ganaderos como Fernando decidieran eliminar este ganado, con esta decisión desaparecería parte de la riqueza genética originaria de nuestra tierra. 

   Esperemos que ese momento no llegue nunca, sólo cabe agradecer a Fernando Estévez Silva su dedicación a la conservación de ganado bravo de Casta Jijona y desearle que permanezca mucho tiempo con este empeño. 

       Por último debemos agradecer al Centro de Formación Agraria de Moraleja, dependiente de la Consejería de Agricultura y Desarrollo Rural de la Junta de Extremadura que en su II Curso de Conocimiento del Toro Bravo dedicara una de sus cinco jornadas al Toro Jijón. Esta jornada nos ha permitido conocer al ganadero Fernando Estévez Silva. Imprescindible la ayuda del coordinador del curso para que esto fuera posible, José Luis Castro Jáñez se consolida como experto organizador de actividades formativas del toro bravo y a éste le deberemos en el futuro, que nuestra afición por el toro, no sólo no decaiga, sino que se fortalezca en las raíces de lo bien aprendido.