El recién alternativado Pepe Núñez, subió entonces al palco y le dijo al presidente que no mataba al toro, el cual incluso había matado un caballo en el tercio de varas. «Cubetero» pertenecia a la ganadería conocida como del Cura de Valverde, por ser su propietario, don Cesáreo, canónigo de la catedral de Salamanca. La presidencia optó, entonces, por suspender el festejo y meter en la cárcel al recién doctorado Pepe Núñez. Hizo mal: en aquellas circunstancias, seguir con el festejo hubiera sido celebrarlo sin enfermería, ocupada como estaba por los otros dos toreros.
Pero no acababa allí el terrible domingo: cuando llevaron al día siguiente a los heridos a Palma de Mallorca, en una habitación contigua yacía el rejoneador Salvador Guardiola, desnucado por un toro en la plaza de la capital de las Islas. A este toro lo mató Salvador Távora, entonces sobresaliente, y tiempo después célebre dramaturgo y director teatral de vanguardia.
Esto nos lo contaba Alfonso «Chiquilin» en la cafetería Hispania, en la calle Cruz Conde, a Paco Avalos, Manolo Yepes y a mi. Tenía yo 14 años, y me parece que los estoy viendo a todos.
(En las fotos, un soberbio natural de Chiquilin en las Ventas, el momento de su cogida por «Cubetero» y el cartel comunicando la suspensión de la corrida)