“Resulta, como digo cómico y en numerosas ocasiones doloroso, que lo que es universalmente aceptado para la profesión medica humana sea menospreciado para la profesión médica veterinaria.”

               Pero no debemos quedarnos en el lamento lastimero, sino que debe espolearnos para, a través de nuestros órganos de representación seamos beligerantes en nuestros derechos y más aun en nuestras responsabilidades. El prestigio profesional no es algo que se obtiene mediante titulación oficial sino que se gana en el quehacer diario con un ejercicio responsable y dedicado, y esto ultimo lo realizamos sin el menor genero de dudas, por tanto exijamos el respeto que necesitamos, no por vanagloria colectiva sino como instrumento para alcanzar los objetivos  que se nos marca en la actividad técnica que desarrollamos. Debemos decir en voz alta que el único profesional capacitado para certificar toros es el veterinario y no toreros, presidentes o aficionados, por muchos años que estos lleven en los ruedos o festejos, ya como decía aquel dicho popular “por muchos años que calces zapatos no te enseñan a hacer mocasines”.

            Otro los temas actuales de discusión y tertulia en los encuentros profesionales es la del RECONOCIMIENTO EN CAMPO, a diferencia de la unanimidad profesional mostrada en el tema del informe vinculante, en el caso de la realización del reconocimiento en el campo se ha demostrado el encuentro de opiniones separadas y todas ellas con motivaciones  y razonamientos  que cimientan las opiniones. Por este motivo, quiero expresar mi personal punto de vista para que este sea un elemento más en la, sin duda, enriquecedora discusión. El nacimiento de la posibilidad de realizar un primer reconocimiento en el campo nace de la queja mantenida por los ganaderos de ver rechazados animales por falta de trapio en las plazas y el consiguiente coste que supone el traslado de los animales rechazados y su reposición por nuevos animales a reconocer. La posibilidad de que los veterinarios reconozcan en primer término y en el campo las características de un grupo de animales que el ganadero exponga supone, sin más, la resolución del problema origen de esta demanda, pero genera otros muchos. Esta actuación debería ser de reconocimiento y en ningún caso de selección, ya que los profesionales veterinarios reconocerían animales que el ganadero hubiera seleccionado para este ejercicio no debiendo dar oportunidad de escoger al equipo veterinario animales que pudren pasar los parámetros de reconocimiento. En segundo lugar, quien cubriría los gastos que supondrían esta actuación con la distancia y el tiempo que esto supone, sin duda alguna, este es el aspecto de mayor controversia y dificultad. La presión económica que el sector sufre, la falta de dedicación exclusiva de los veterinarios actuantes en espectáculos taurinos, unido a la fuerte presión que ejercen algunos agentes en la elección de los animales para según que actuantes en los espectáculos suponen obstáculos a tener en cuenta en la discusión a cerca de la realización o no de un primer reconocimiento en campo, que desde un primer estudio supone una ventaja ya que supondría resolver la causa inicial que origino su solicitud.

            Por último, quisiera expresar la necesidad que tenemos en un elemento vital para la actuación de los profesionales veterinarios en los espectáculos taurinos, se trata de LA FORMACIÓN. Curiosamente nos encontramos en un año prolífico en eventos relacionados con nuestra actividad; Pamplona, Madrid, Zafra a los que debemos añadir los diferentes cursos de iniciación y especialización organizados por los distintos colegios profesionales de España, sin duda una oferta extensa pero a veces y salvo honrosas excepciones, no suficientemente enriquecedora. El espíritu de la obtención de elementos baremables precisos y necesarios para el nombramiento de veterinarios sobrevuela en demasiadas ocasiones en estos eventos y provocan deterioros graves en la organización de estos actos. Resulta sorprendente, cuanto menos, que determinadas conferencias y comunicaciones realicen giras o bolos cual representación teatral se tratase y nos la encontremos en algunas ocasiones en cuatro actos diferentes. Solicitaría que se establecieran los controles necesarios para que esto no se produzca ya que supone un esfuerzo en algunos casos profuso el que realizan numerosos compañeros para acceder a estos eventos para que luego releamos una y otra vez los mismo elementos. Esto no enriquece a nadie y deteriora gravemente nuestro objetivo de fortalecer la profesionalidad y responsabilidad del estamento veterinario. Para finalizar , una ilusión a la vez que una solicitud, parece sorprendente que en un país de 11 facultades de veterinaria sean tan sorprendentemente escasas las iniciativas de formación en el ámbito de la lidia, no solo supone perder un entorno como la universidad para fortalecer esta actividad profesional sino que se pierde una herramienta de conocimiento de las nuevas generaciones, las cuales si que tiene ofertas de otros ámbitos que suponen antitesis a la lidia y que genera que estos futuros compañeros conozcan solo una visión negativa de esta realidad. Y solicitar a los responsables académicos, que no miren solo y exclusivamente a Europa en su desarrollo de iniciativas formativas sino que existen realidades en nuestro entorno que no merecen su olvido o sensibilidad de reconocimiento.