(Primera Parte)


Los inicios: toros y cañas en plazas públicas.-

En Madrid, existieron las corridas de toros desde el periodo musulmán. Así parece confirmarlo una leyenda que narra cómo el Cid, de incógnito, se atrevió a alancear un toro en la plaza del Alamillo para ganarse el favor de una bella mora (de ahí que en Madrid exista el nombre de “calle del toro”, que está entre la calle Costa de San Andrés y la plaza del Alamillo).

Sea cierta o no esta leyenda, se sabe con seguridad que, desde la Baja Edad Media, se celebraban en la ciudad corridas de toros, ligadas siempre a algún tipo de acontecimiento religioso o civil.

No deja de ser curioso que los lugares donde se daban estos espectáculos, por lo general plazas públicas, están unidos por la cañada real que atraviesa Madrid, desde el Puente de Segovia, por la calle del mismo nombre y la Cuesta de la Vega (actuales jardines a la espalda de la Catedral de la Almudena), a la calle Mayor y la calle de Alcalá. Ese era el camino acotado para paso de ganado que aún está vigente, aunque su uso es hoy día puramente testimonial.

Juegos de cañas y toros junto al puente de Segovia, siglos XIV y XV

La noticia más antigua de una plaza de toros como tal, aparece el 23 de octubre de 1418, cuando el concejo madrileño montó una plaza cuadrada entre las puertas de la Vega y de Segovia para correr unos toros en honor a Juan II de Castilla. Durante el reinado de este mismo monarca, hay noticias de que se montaron otras plazas, también cuadradas o rectangulares, en el campo del Rey (lo que hoy en día es la plaza de la Armería del Palacio Real).

Su hijo Enrique IV continuó con la tradición de correr toros, y lo hizo en plazas de madera, de similar forma a las anteriores, montadas bien ante el Alcázar o en el Campo del Moro.

También se cuenta que los Reyes Católicos veían los toros que se corrían en la plaza de San Andrés desde las ventanas del Palacio de los Laso de la Vega. Y hay noticias de que, durante su reinado, se llevó a cabo la construcción de una nueva plaza rectangular en el Prado de San Jerónimo o paseo del Prado, donde está el actual Palacio de Villahermosa sede del Museo Nacional Thyssen Bornemisza, plaza que, parece ser, permaneció activa hasta bien entrado el siglo XVII y que, a sus festejos, asistieron Felipe II y Felipe III.

Uno de los espacios más importantes donde se corrieron toros en Madrid fue la Plaza del Arrabal, origen de la actual Plaza Mayor, que ya existía en la época de Juan II de Castilla.

Con el traslado de la Corte a la villa de Madrid, Felipe II mandó urbanizar el espacio que ocupaba dicha plaza del Arrabal, y en ella se celebraron corridas de toros por San Juan y Santa Ana. Después siguió siendo escenario de numerosos festejos de toros y cañas celebrados por la Corte, sobre todo en el reinado de su hijo Felipe III, que fue un gran aficionado.

Fue el propio Felipe III el que convirtió la Plaza del Arrabal en la Plaza Mayor de Madrid, una vez terminadas

las obras que, dirigidas por Juan Gómez de Mora, se iniciaron en 1617 y terminaron en 1619, año en el que, el día 3 de julio, se inauguró la nueva plaza con una corrida de toros (1).

Como dato curioso se sabe que durante el reinado de Felipe III, llegó a ser muy celebre la plaza que tenía el duque de Lerma en su huerta, que estaba al lado de su Palacio ubicado, aproximadamente, en lo que hoy es el hotel Palace, esquina a las actuales plazas de las Cortes y de Cánovas del Castillo o Neptuno. De hecho, esta plaza se puede considerar como el primer antecedente en Madrid de una plaza de toros construida “ad hoc” para tal tipo de espectáculos, aunque no fuera redonda.

Recreación pictórica de una corrida de toros en la Plaza Mayor de Madrid

La Plaza Mayor de Madrid, ha sido el coso taurino de mayor capacidad que ha existido jamás, pues se calcula que podían asistir hasta 42.000 personas a los espectáculos que allí se celebraban, que fueron bastantes porque se mantuvo como coso real de la villa durante los reinados de Felipe IV y Carlos II.

En el siglo XVII, también se celebraron corridas de toros en plazas públicas adaptadas para la ocasión, tales como la Puerta del Sol, la Plaza de la Cebada, la Plaza de las Descalzas, la Plaza de Lavapiés y la Plaza de la Priora (que desapareció cuando se construyó la Plaza de Oriente y el Teatro Real) e, igualmente, se hicieron fiestas de toros en los patios del desaparecido Palacio del Buen Retiro, aunque estas eran exclusivamente para la nobleza.

En el reinado del primer Borbón, Felipe V, nacido y educado en Francia y, por tanto, nada aficionado a la tauromaquia, las corridas de toros reales entraron en decadencia y, en contra de la voluntad del Ayuntamiento,

la Plaza Mayor dejó de ser el escenario para los fastos reales, limitándose su uso como coso taurino.

Solamente por impulso del propio ayuntamiento siguieron celebrándose en ella corridas de toros en ocasiones señaladas, como por ejemplo: en 1703 con motivo del cumpleaños de Felipe V; en 1704, tras la vuelta del rey desde Portugal; en 1725, por el regreso de la Infanta María Ana Victoria; en 1726, por el nacimiento de la infanta María Teresa; en 1746, por la subida al trono de Fernando VI; en 1760, por la llegada al trono de Carlos III; en 1765, con motivo de la boda de Carlos IV; en 1789, por la proclamación como rey de dicho monarca; y en 1803 por la boda de Fernando VII.

Durante el reinado de Isabel II, el 10 de octubre de 1846, se celebró el último festejo taurino en la Plaza Mayor de Madrid, con motivo de las bodas reales de la propia reina con su primo Francisco de Asís de Borbón y de su hermana, la infanta María Luisa Fernanda, con Antonio de Orleans, duque de Montpensier.

Pero desde el año 1700 en que subió al trono Felipe V, hasta 1846 en que se celebró el último festejo taurino en la Plaza de Mayor, las corridas de toros no decayeron en Madrid porque se construyeron otros cosos, algunos de notable importancia, aunque casi todos ellos sean poco conocidos hoy día.

Aparecen las plazas de toros, propiamente dichas.-

Con la llegada de los Borbones desapareció la práctica taurina amparada por la monarquía y la nobleza, momento en que empezó a declinar la práctica de alanzar toros por los caballeros, como principal acto de la tauromaquia, relegando la exhibición que la nobleza hacía, demostrando sus habilidades y valor ante los súbditos, lo que favoreció la evolución hacia el toreo a pie, que empezó a tener mucha más aceptación popular.

Estos espectáculos de toreo a pie adquirieron bien pronto la condición de actos de asistencia masiva, y como tales se iniciaron en Madrid entre los años 1737 y 1749 en tres plazas circulares que sirvieron de modelo para lo que, en adelante, serán las Plaza de Toros de carácter permanente.

La primera plaza de toros circular, toda entera de madera, fue levantada por la Archicofradía Sacramental de San Isidro en 1737, encargando el proyecto a Pedro de Ribera, maestro mayor de la Villa de Madrid. Este coso se ubicó en el Arganzuela, en el paraje denominado “Casa Puerta”, lo que hoy es el triángulo formado por la calle Embajadores, la avenida del Planetario y la calle Antracita, en Legazpi. Tenía capacidad para 10.900 espectadores.

Cartel de corridas de toros a celebrar en la plaza de Casa Puerta

Su duración no está clara, pues mientras unas fuentes dicen que tan sólo duró un año, hay otras que cuentan que fue desmontada en 1748, aunque en esos doce años sólo se celebraron tres corridas de toros. Lo que no cabe duda es que fue de gran importancia porque las dimensiones de su ruedo, de 50 metros de diámetro, y su estructura circular, sirvieron de modelo para otras plazas posteriores (2).

Dos años más tarde, en 1739, los padres del Convento de Atocha promovieron la construcción de otro coso taurino siguiendo el modelo del de la Casa Puerta. De esa nueva plaza, sólo se sabe que desapareció en 1741 y que estaba en “las eras de la Puerta de Alcalá, fuera de la cerca de Felipe IV, en el camino de Vicálvaro”, o sea en la esquina noreste del Retiro, donde hoy están las Escuelas Aguirre, más o menos en el triangulo formado por las calles de Alcalá, O’Donnell y Menéndez Pelayo.

La tercera plaza provisional en madera, fue la que acordaron levantar, en el año de 1743, la Sala de Alcaldes de Casa y Corte, que estuvo en uso hasta el año 1748. Se ubicó, probablemente, en el mismo lugar de la que sería la definitiva plaza de la Puerta de Alcalá construida en piedra.

La primera plaza de toros estable de la ciudad de Madrid.-

La plaza de toros de la Puerta de Alcalá estaba situada entre las actuales calles de Villanueva, de Alcalá, Lagasca y de Serrano. La mandó edificar Fernando VI, el primer Borbón nacido en España, encargando el diseño al arquitecto real Juan Bautista Sacchetti. Se inauguró en 1749 y estuvo funcionando hasta el 17 de agosto de 1874, día en que comenzó su derribo.

Plano de época en el que se observa la situación de la plaza de toros de la Puerta de Alcalá

A lo largo de esos 125 años, pasaron por su ruedo toreros tan legendarios como los siguientes:

· Francisco Romero y Acevedo (3), del que se afirma y se niega a partes iguales que inventó la muleta y fue el primero en matar un toro a pie y con espada, por lo que hay quien lo considera el primer torero a pie profesional. Es muy posible que pasase por esta plaza en los primeros años de existencia de la misma.

· El que seguro que sí toreó en el coso de la Puerta de Alcalá hacia 1764, fue el torero aragonés Francisco Antonio Ebassún “Martincho”, que sirvió de modelo para varios grabados de la tauromaquia de Goya.

· Juan de Dios Romero de los Santos, segundo miembro de la dinastía Romero de Ronda.

· El sevillano Joaquín Rodríguez “Costillares”, al que se debe el invento el “volapié” o manera de matar a los toros “parados”.

· Su discípulo José Delgado Gálvez Guerra (o Gálvez) “Pepe-Hillo” (4) que encontró la muerte en las astas del toro “Barbudo” de don José Gabriel Rodríguez de Peñaranda de Bracamonte, precisamente en esta plaza de la Puerta de Alcalá, el día 11 de mayo de 1801.

· El competidor de “Pepe-Hillo”, el famoso Pedro Romero Martínez, tercero de la dinastía de Ronda.

· Los dos discípulos predilectos de Pedro Romero: el chiclanero Francisco Montes Reina “Paquiro”, expresión máxima de la técnica torera de su época, y su competidor Francisco Arjona Herrera “Curro Cuchares”, considerado el primer “torero-artista”.

· Antonio Sánchez García “El Tato”, torero castizo y sevillano de nacimiento, que el 7 de junio de 1869 fue corneado en esta plaza por el toro “Peregrino” de Vicente Martínez y, a resultas de tal, hubo que amputarle la pierna derecha.

· Y próximo a ponerse el punto y final a la existencia de esta plaza de la Puerta de Alcalá, también actuaron en ella la pareja de competidores, artífices de la primera gran época de la tauromaquia: Rafael Molina Sánchez “Lagartijo” y Salvador Sánchez Povedano “Frascuelo”.

Estampa de la plaza de la Puerta de Alcalá, donde se celebra una corrida de toros. Se observa la Puerta de Alcalá, La calle Pósito (actual de Alcalá) y, a la derecha de la plaza, entre esta y el taller de carruajes, el Paseo de la Ronda (actual calle de Serrano).

En consecuencia, el ruedo del coso de la Puerta de Alcalá, fue testigo de la evolución del toreo, desde el invento de la muleta y la profesionalización el toreo, pasando por el desarrollo de las suertes y de los modos hacia el concepto moderno de la lidia y, sobre todo, la creación de una afición que hizo que la Fiesta Nacional alcanzara altas cotas de popularidad.

Recreación sobre el Madrid actual, de la posición que tenía la antigua plaza de toros de la Puerta de Alcalá

La Plaza de la Puerta de Alcalá hubo de ser derribada porque todos los terrenos donde estaba situada y sus alrededores, habían sido comprados por el marqués de Salamanca, con el propósito de crear un moderno barrio de expansión hacia el este de Madrid, conocido como el “ensanche de Castro”. A cambio, para levantar un nuevo coso, el promotor de la idea cedió unos terrenos que estaban unos kilómetros más adelante, en la misma carretera de Aragón. Pero tal propuesta tuvo un fuerte rechazo de los madrileños, que consideraban que la nueva plaza estaría demasiado alejada del centro de la ciudad. El problema lo solucionó un empresario llamado Maroto, que donó unos terrenos anexos a la misma carretera de Aragón, cercanos a la Fuente del Berro. Dichos terrenos, en la actualidad, coinciden parcialmente con la ubicación del Palacio de los Deportes y de la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre, y estaban enmarcados por las actuales calles de Goya, de Lombia y del Duque de Sesto, y en su interior quedaban parcialmente las actuales calles de Jorge Juan, de la Fuente del Berro y de la Povedilla.

Una plaza pequeña y que duró muy poco.-

Antes de entrar en detalles de la nueva plaza de la Fuente del Berro, hay que describir otra plaza de toros que, cronológicamente, quedó a “caballo” entre la vieja de la Puerta de Alcalá y la nueva de la Carretera de Aragón. Es la conocida como plaza de toros de Los Campos Elíseos.

Los Campos Elíseos era un bello parque con jardines y atracciones, construido a imagen y semejanza de los existentes en otras ciudades europeas, según un “mastodóntico” proyecto de un empresario catalán llamado José Casadesús, que se llevó a cabo bajo la dirección técnica del arquitecto Lucas María Palacio y Rodríguez.

Estaba situado entre las actuales calles de Goya, Alcalá, Príncipe de Vergara y Velázquez, sobre parte de lo que hoy son las calles de Jorge Juan, Villanueva, Núñez de Balboa y Castelló.

A la izquierda, plano de la época de la situación de los Campos Elíseos y en la parte superior se ve la plaza de toros. A la derecha, esquema del interior y exterior de dicha plaza de toros de los campos Elíseos.

Se estableció, en contrato con el Ayuntamiento de Madrid, que su permanencia y duración sería de 15 años, en función del avance del plan urbanístico del Marqués de Salamanca. Su financiación se consiguió a través de la creación de una sociedad anónima con un capital social de ocho millones y medio de reales (12.771,51 €), y el 18 de junio de 1864 quedaron abiertos los Campos Elíseos al pueblo de Madrid que, previo pago de una módica entrada, podían disfrutar de sus instalaciones.

En su interior, en el ángulo noroeste, a escasos 500 metros en línea recta de la Puerta de Alcalá, existía una pequeña placita de becerros, que venía funcionando desde 1860, que quedó incorporada como un atractivo más al parque.

Aunque la existencia del parque de los Campos Elíseos fue muy efímera, pues cerró sus puertas en 1868, la placita de becerros siguió funcionando, pero como sus instalaciones eran muy deficientes, se demolieron en 1874 y, en su lugar, se levantó una plaza de toros según el proyecto del arquitecto José Asensio Berdiguer, con un ruedo de 32 metros de diámetro y graderíos construidos de fábrica de ladrillo sobre pies derechos y zapatas de madera, que fue inaugurada el día 18 de junio de 1879, de manera que la nueva plaza empezó a funcionar cuando ya no existía la de la Puerta de Alcalá.

En esta plaza de toros de los Campos Elíseos, el mismo año de su inauguración, se celebró la primera corrida nocturna de Madrid en la que, a la luz de lámparas de gas, el torero de Arganzuela, Cayetano Sanz Pozas, se enfrentó a toros de Veragua. Y por su ruedo pasaron otros insignes toreros, cabiendo destacar que en ella se vistió de luces por primera vez, como novillero, Luis Mazzantini Eguía, y Rafael Guerra Bejarano “Guerrita” actuó en esta plaza cuando aun se anunciaba en los carteles como “Llaverito”.

Pero su vida como coso taurino de cierta importancia fue muy corta, pues a los dos años de su inauguración, concretamente el 18 de julio de 1881, se produjo un incendio y su estructura de madera fue pasto de las llamas.

Dibujo de una tarde de toros en la plaza de los Campos Elíseos

La nueva plaza de toros de la Fuente del Berro

La plaza que vino a sustituir a la de la Puerta de Alcalá, se construyó entre los años 1873 y 1874, siguiendo el proyecto de estilo neo-mudéjar de los arquitectos Emilio Rodríguez Ayuso y Lorenzo Álvarez Capra. Su denominación era de Plaza de Toros de la Fuente del Berro, aunque también fue conocida como la de la Carretera de Aragón.

La nueva plaza de toros de la Fuente del Berro o de la Carretera de Aragón, antes de su inauguración

El edificio superaba en capacidad a la antigua plaza de la Puerta de Alcalá. El ruedo tenía 60 metros de diámetro y el aforo se aumentó hasta los 13.120 espectadores. Disponía, además, de mejores instalaciones que la anterior plaza, y el único inconveniente es que estaba más alejada del centro de Madrid.

La plaza de la Fuente del Berro un día de corrida.

Se inauguró el 4 de septiembre de 1874 y por su ruedo pasaron todas las grandes figuras del último tercio del siglo XIX y las del primero del XX. Su ruedo y graderíos fueron testigos de la rivalidad entre legendarios toreros, tales como:

· “Lagartijo” y “Frascuelo”, anteriormente mencionados por haber actuado en el coso de la Puerta de Alcalá que, en esta nueva plaza de la Fuente del Berro, mantuvieron su rivalidad en las más importantes temporadas de sus respectivas carreras.

· Manuel García Cuesta “El Espartero”, que encontró la muerte en este ruedo, el 27 de mayo de 1894, corneado por el toro “Perdigón” de la ganadería de Miura. Y su supuesto competidor Rafael Guerra Bejarano “Guerrita”, que en realidad fue el “amo” de la torería en los diez últimos años del siglo XIX.

· La pareja que lideró el toreo en los primeros años del siglo XX: Ricardo Torres Reina “Bombita”, fundador el Montepío de toreros, y el cordobés Rafael González Madrid “Machaquito”, primer espada que cortó una oreja en este coso (5) y que fue inspirador de “la estocada de la tarde”, famosa escultura de Mariano Benlliure (6).

· El madrileño Vicente Pastor y Durán “El chico de la blusa”, que tantas tardes alternó con Rafael Gómez Ortega “El Gallo” y con el mexicano Rodolfo Gaona Jiménez.

· La pareja que marcó la “edad de oro” de la torería: José Gómez Ortega “Joselito” o “Gallito”, que falleció en Talavera de la Reina, mortalmente corneado por el toro “Bailador” de la Vda. de Ortega, justo al día siguiente de haber toreado su última corrida en esta plaza de la Fuente del Berro el 15 de mayo de 1920; y su inseparable competidor y amigo Juan Belmonte García, el Pasmo de Triana.

· Y los grandes maestros de la “edad de plata” tales como: Manuel Granero y Valls, la gran promesa del toreo valenciano, que encontró la muerte en este ruedo de la Fuente del Berro el 7 de mayo de 1922, corneado de forma terrible por “Pocapena” un toro de Veragua; el sublime artista sevillano Manuel Jiménez Moreno “Chicuelo”; Marcial Lalanda del Pino, el torero de Rivas-Vaciamadrid, dechado de sabiduría torera; el trianero Francisco Vega de los Reyes “Curro Puya” “Gitanillo de Triana”, que de las dos formas era conocido, gran promesa del arte taurino que cayó mortalmente herido en este ruedo madrileño por el toro “Fandanguero” de Pérez Tabernero, el 31 de mayo de 1931, aunque no falleció hasta el 14 de agosto del mismo año, después de dos meses y medio de sufrimientos; el fino torero valenciano Vicente Barrera y Cambra muletero poderoso y dominador; Manuel Mejías Jiménez “Manolo Bienvenida” que tan prematuramente enfermó de cáncer pulmonar, falleciendo en San Sebastián el 31 de agosto de 1938; y el maestro Domingo López Ortega “Domingo Ortega” que, al principio fue conocido como el “cateto de Borox” y terminó siendo el “catedrático de Borox”, que confirmó su alternativa en las postrimerías de la existencia de este coso taurino.

Interior de la plaza de toros de la Fuente del Berro.

El ruedo de la plaza de la Fuente del Berro fue también empleado para otros acontecimientos históricos, por ejemplo, cuando don Alfonso XII se casó con María de las Mercedes de Orleans, el día 23 de enero de 1878, entre otros festejos populares que se celebraron en Madrid, hubo un desfile de carrozas en el ruedo de la plaza de la Fuente del Berro. E igualmente, con motivo de la boda de don Alfonso XIII con Victoria Eugenia de Battenberg, a pesar del atentado de Mateo Morral en la calle Mayor que causó la muerte de 23 personas, a los dos días, o sea el 2 de junio de 1906, se celebró una corrida de toros en la plaza de la Fuente del Berro, en la que los toreros entraron al ruedo en carrozas de gala.

Vista lateral de la plaza de toros de la Fuente del Berro.

Esta plaza de toros de la Fuente del Berro, mantuvo abiertas sus puertas hasta el 14 de octubre de 1934, día en que se celebró la última corrida, con un Marcial Lalanda pletórico que, como premio a una memorable faena, fue el último torero en salir a hombros por la puerta grande de la plaza de la Carretera de Aragón. Después se cerraron sus puertas definitivamente y, al día siguiente, comenzó el derribo de este coso que guardaba entre sus muros algo más de 60 años de historia de la tauromaquia.

FIN DE LA PRIMERA PARTE

(Continuará)

NOTAS DE LA PRIMERA PARTE.-

1.- En casi todas las ciudades importantes de España, solía haber un lugar concreto, normalmente una espaciosa plaza, donde se celebraban las fiestas de toros. Así, en Córdoba, donde hubo corridas de toros desde hace más de 500 años, estas se celebraban en la Plaza de la Corredera. Allí subsiste aún la calle Toril, como recuerdo del callejón por el que saltaban las reses a la plaza. Está documentada la celebración de una fiesta de toros en dicha plaza con motivo del nacimiento de la Infanta Doña María de Aragón, cuarta hija de los Reyes Católicos, que nació en el Alcázar de los Reyes Cristianos de Córdoba el 29 de junio de 1482. La Plaza de la Corredera estaba reservada, como la Plaza Mayor de Madrid, para los grandes acontecimientos y perduró, para tal fin. hasta el año 1816. Pero también en Córdoba como en Madrid, se celebraban corridas de toros en otros lugares públicos, como el Campo Santo de los Mártires o la Plaza de la Magdalena, hasta que mediado el siglo XVIII se construyó la primera plaza circular de madera, en el Campo de la Merced.

2.- La plaza de toros circular existente, considerada como la más antigua de España, es la de Bejar (Salamanca) que data su inauguración en 1711. Es cierto que se trata de una plaza de piedra, ladrillo y madera, que si hubiese sido exclusivamente construida con este último material, es probable que ya no existiera. La siguiente plaza circular en antigüedad existente es la, muy pequeña, de Campofrío (Huelva), que data de 1716. Todas las demás son posteriores a la de la “Casa Puerta” de Madrid de 1737, si bien como ésta era de madera en su totalidad, no perduró, lo mismo que muchas otras de diferentes localidades, de su misma o similar antigüedad, como por ejemplo la que existió en el Campo de la Merced de Córdoba que se construyó en 1759 y estuvo en actividad hasta 1831.

3.- Sobre Francisco Romero y Acevedo, padre de Juan de Dios Romero de los Santos y abuelo de Pedro, Gaspar, José y Antonio Romero Martínez, o sea el fundador de la primera gran dinastía de toreros, existe la creencia de que era natural de Ronda, pero hay pruebas documentales de que vino al mundo en la ciudad de Málaga el día 12 de mayo de 1695, y allí fue bautizado en la iglesia de San Juan a los dieciséis día de haber nacido, o sea el 28 de mayo de 1695. Era hijo de Sebastián Romero, natural de Villanueva de Córdoba o de la Jara, la antiguamente conocida como la Encineana del Valle de los Pedroches, donde nació el 25 de enero de 1650. Este labriego jarocho se fue a Málaga en busca de mejor fortuna y allí conoció a la malagueña María de Acevedo con la que se casó y tuvo al anteriormente dicho hijo varón, con el que siendo aun niño, se trasladaron a Ronda, que entonces tenía bastante actividad y mucho señorío, estableciéndose en el barrio de Santa Cecilia donde abrieron un negocio de zapatero remendón.

4.- Según “El Toreo: Gran Diccionario Tauromáquico” de José Sánchez Neyra (publicado en 1879) “Pepe Hillo”

se llamaba “José Delgado y Gálvez”, y había nacido en “Villalvilla… Espartinas… Sevilla…el 19 de septiembre de1768, siendo hijo legítimo de José… y de Petronila”, mientras que en el “COSSÍO Los Toros (inventario biográfico) dice que se llamaba “José Delgado Guerra” porque “…de su partida de bautismo… se deduce que nació en Sevilla el 14 de marzo de 1754; que fue hijo de Juan Antonio Delgado y de Agustina Guerra…” atribuyendo la autoría de tal aseveración al “Dr. Thebussem” (pseudónimo del crítico y escritor Mariano Pardo de Figueroa) que la enunció en 1886.

5.- Con anterioridad a que, el día 17 de mayo de 1911, “Machaquito” cortase la oreja del toro “Zapatero” de Miura en la Plaza de Toros de la Fuente del Berro, ya había cortado otra oreja en dicha plaza Vicente Pastor, concretamente el día 2 de octubre de 1910, pero no se considera válida pues no la concedió el presidente de la corrida, sino que fueron unos aficionados los que, de forma arbitraria, poco seria e incluso constitutiva de desacato a la autoridad, le cortaron la oreja al toro y se la entregaron su matador, Vicente Pastor, conocido como “El chico de la blusa”.

6.- El 9 de mayo de 1907, en la plaza de la Fuente del Berro, “Machaquito” ejecutó la que podría considerarse “la mejor estocada de la historia del toreo”, por la perfección en su ejecución y la eficacia de su resultado. Y fue el crítico taurino “Don Modesto” el que incitó al escultor Mariano Benlliure, amigo y seguidor del torero, para que esculpiera”…un toro herido de muerte con una estocada monumental, hasta el puño, tambaleándose beodo, llevando en la punta del pitón derecho un trozo de la pechera de su matador…” y así lo hizo el escultor que tituló su obra como “La estocada de la tarde”.

Trabajo de recopilación, ordenación y redacción, realizado por:


Cayetano Melguizo Gómez

Cabanillas del Campo, noviembre de 2021

Jose Luis Cuevas

Montaje y Editor

Escalera del Éxito 254