A quienes apasiona la Fiesta Brava, son sus más arraigados aficionados, en honor a la verdad, no existe nada que pueda impedirles el ocupar cualquier espacio, tiempo, lugar, de su diario trajinar, por muy ocupado que lo tengan, para entablar una conversa sobre el acontecer y lo último que ocurre en el mundo del toro.

Es una pasión y afición que se lleva muy dentro de sí.

Cuando se tiene y se disfruta de una verdadera afición, como la taurina, cualquier momento, es propicio e ideal, para hablar de la Fiesta Brava y cuando se enteran de cualquier espectáculo taurino, ya sea un festival, una novillada, una corrida de toros, que vaya a celebrarse en cualquier rincón taurino del país, al que se pueda asistir, no hay «piedra en el camino» que impida hacer acto de presencia y apoyar lo taurino.

Qué bueno es la reunión de un grupo de amigos taurinos, hacer viaje a una población donde se sabe que habrá actividad taurina. El viaje se monta «en un santiamén» y por el camino a recorrer, solo se habla de toros. Se hace uno o varios altos en el camino, para «arrearse un calentao o una friíta» con aquello de que «pá agarrar mínimo» como lo reza el argot popular venezolano y presenciar, el festival, la novillada o corrida de toros.

Es pasión y afición taurina, no hay duda de ello.

Pasión y afición, que cada se acrecienta, se estimula, se preserva, se impulsa, se defiende, se transmite, si señor, se transmite a otros, a esos que apenas comienzan a sentir el gusanillo de lo taurino en su sangre, a quienes se  debe fortalecer y avivarles, con los conocimientos del toro, enseñarles que cada día, se aprende del Arte de La Tauromaquia, por supuesto, hacerles ver también, lo bueno, la malo y feo que existe dentro del mundo del toro y hoy día más, cuando se tiene enemigos dentro y afuera de él, pero por encima de todo, hacerles entender sin equivocación, que la Fiesta Brava se vive, con sobrada pasión y afición y olé.