Fueron dos faenas de dominio y clase a dos astados igualmente encastados y nobles, que humillaron y repitieron al mando y temple del matador peruano quien en «ropa de calle» toreó a gusto y deleitó a la «concurrencia» de este singular evento.
La noble bravura de las reses, manejada por la destreza lidiadora de Paco permitieron dos faenas completas en un espacio casi abierto sin acusar querencias ni perder la fijeza en los engaños.
Luego remató las faenas con dos «espadazos Céspedes» de impecable ejecución
Desde Tarragona, informa Alicia Guillem