Fuente: Del Toro al Infinito
Ganó el Premio Nacional de Literatura en 1974 y, como independiente, cerró la lista de Vox por Sevilla al Congreso de los Diputados.
Aquilino Duque ha muerto este sábado en Sevilla a la edad de 90 años. Dedicó su larga vida a la literatura, en la que brilló como poeta, ensayista, novelista, memorialista, articulista y traductor por más que los reconocimientos se le hurtaran no pocas veces por sus posiciones políticas.

La consejera de Cultura y Patrimonio Histórico, Patricia del Pozo, ha lamentado la muerte del poeta y escritor sevillano Aquilino Duque a los 90 años de edad. «Las letras y la cultura están de luto por la pérdida de Aquilino Duque, una de las referencias de la poesía de nuestro tiempo», ha indicado la consejera.

Fue un gran poeta, un excelente narrador, un inteligente ensayista y un refinado traductor.

Nacido en Sevilla el 6 de enero de 1931Aquilino Duque Gimeno vivió su infancia y adolescencia en Zufre e Higuera de la Sierra, en la provincia de Huelva. Se licenció en Derecho por la Universidad de Sevilla, y luego amplió sus estudios en Reino Unido, en el Trinity Hall de Cambridge y en EEUU, en Dallas.

Durante su trayectoria literaria, cosechó premios como el Washington Irving de cuentos, el Leopoldo Panero y el Fastenrath de poesía, además del Premio Nacional de Literatura por su novela El mono azul. Igualmente, formaba parte de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras.

El también poeta Enrique García-Máiquez no hace ni una semana, al recordar en un artículo de prensa que Duque pertenece a la Generación del 50, decía:

«Impresiona comprobar la de premios Príncipe de Asturias de las Letras o Premios Cervantes que se han repartido entre los miembros de su generación: Caballero Bonald, Claudio Rodríguez, Francisco Umbral, Carmen Martín Gaite, Ana María Matute, Francisco Nieva, Marsé, Goytisolo, Brines, Valente, Gamoneda… y cito los que me sé de memoria ¿Cómo es posible que siendo Duque más brillante, más divertido, más culto y sabio, mejor escritor y más alto poeta que la mayoría de ellos no haya ganado ninguno?»

Traductor del ruso de Osip MandelstamAquilino Duque, trabajó como funcionario internacional porque se desenvolvía con varios idiomas: alemán, francés, inglés, italiano y portugués -tradujo «Os Lusiadas» en los años setenta-.

Precisamente una de sus últimas publicaciones ha sido su traducción del poema «Réquiem», de Anna Ajmatova, en una primorosa edición cosida con hilo azul de la editorial Los Papeles del Sitio, una editorial independiente, calificativo que tal vez habría que emplear con el propio Duque si sólo hubiera que definirlo con uno -como independiente cerró la lista de Vox por Sevilla al Congreso de los Diputados-.

En la misma editorial había publicado estos días «Mi santa Rusia», un conjunto de textos sobre ese país, su cultura y sus escritores, y el poemario «Fuegos y juegos» (Renacimiento).

Prueba de la tranquilidad con que se tomaba las cosas y de las reservas que el mundo cultural y editorial tenía con él es que su primera novela, «Palos de ciego» (Renacimiento), que escribió en Estados Unidos cuando tenía 25 años, no se haya publicado hasta hace cinco.

Duque podía ser lo más contrario a un ecologista típico pero vivía en una casa aislada en el campo, se calentaba con leña, cultivaba un huerto por gusto y fue autor de una «Guía natural de Andalucía» y del pionero «El mito de Doñana», un parque nacional en el que podía adentrarse con su chaqueta de tweed y su corbata de lana, como si la elegancia fuera otro atributo de su naturaleza.

Pese a sus posicionamientos políticos -muy crítico con el Estado de las autonomías y con los defectos del sistema democrático-, siempre mantuvo amistad con el poeta Rafael Alberti, en quien reconocía «el único prodigio poético» que había conocido.

En uno de sus últimos artículos en prensa, Duque se confesaba atónito por que alguien pudiera romper una amistad por diferencias ideológicas, lo que pone de manifiesto su carácter liberal por más que los amigos de las etiquetas se empeñaran en ubicarle en cualquier extremo de la derecha.

Con su libro «Crónicas extravagantes» protagonizó en 1996 una polémica de alcance nacional porque fue publicado por la Universidad de Sevilla y contenía afirmaciones como que «la democracia es la religión de un mundo sin religión, lo que equivale a decir que es una religión falsa».

Como poeta tenía sus raíces bien hundidas en la tradición y su «Poesía Incompleta», que la agrupa por completo en edición de Pre-Textos, es una prueba de que ha dejado escuela, como también atestiguan los poetas de generaciones posteriores que se reclaman discípulos suyos.