Erales de Santiago Domecq, desiguales de presentación. Destacaron el primero, quinto y sexto, los restantes mansurrones.
La tarde que abría plaza en la Monumental de Frascuelo daba la llave de apertura a la feria taurina 2009, con promesas del toreo y ganas de triunfar, aunque todavía con muchas cosas por aprender. Tuvo como protagonista al último espada de la tarde. Todos los novilleros derrocharon esperanzas y raza aunque con los errores lógicos de la inexperiencia. Los granadinos López Zurita, El Alvareño y Romero Hernández, prodigaron mucha ilusión, pero los habituales enganchones, revolcones, impedían que en lo artístico el festejo terminara de convencer. El mexicano Garza Gaona y el sevillano Javier Ortiz solventaron el compromiso más por la vía de la entrega que por la del arte.
Con el sexto de la tarde cambió el rumbo de las cosas, desde que se abrió de capa y quebró la cintura. Se llevó al público de calle y la primera puerta grande del ciclo, porque derrochó personalidad, cabeza fría y una sorprendente quietud en la cara del novillo.
López Zurita: ovación tras petición y aviso
Garza Gaona: oreja
Javier Ortiz: oreja
El Alvareño: oreja tras aviso
Romero Hernández: oreja tras aviso
Miguel Ángel León: dos orejas
Información y fotografías de Mercedes Quesada Bocanegra