Primera corrida de las programadas antes del comienzo de la Feria de San Isidro. Se corrieron cuatro toros de la ganadería extremeña de doña María Olea, encaste Conde de la Corte y dos de la divisa del Conde de la Corte, que también pastan en Jerez de los Caballeros, de casta Vistahermosa, a través de Ibarra, Parladé y Tamarón. En general el conjunto lidiado decepcionó por su poca raza, corta embestida que parecía no tener referencia con aquellos ejemplares de este hierro que se lidiaban sesenta o cincuenta años atrás. Con este material taurico Luis Miguel Encabo, Rabel de Julia y el sevillano Pepe Moral que confirmaba la alternativa, no pudieron conseguir sus propósitos.

 

Moral con el primero, el de la confirmación del hierro de Olea, se lució al tomar bien el capote, después, el toro cambió en varas y en banderillas sin arrancada hizo centro a los rehileteros. Llegó a la muleta como se sospechaba con apagada embestida, todo intento de faena quedó en grado de tentativa. Dobló de estocada entrando con el brazo suelto y dos descabellos.

 

Al sexto del Conde de la Corte, abierto de cuerna y bien presentado, lo recibió con dos largas cambiadas de rodillas en el tercio. El toro empujó en la primera varas y fue a menos para hacer imposible ligazón con la muleta. Acabó de media estocada con el brazo suelto y dos descabellos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Luis Miguel Encabo, padrino de la confirmación, lidió el segundo de “Olea” que fue bien al capote y se repuchó en varas. Lo banderilleó con dos pares al cuarteo en los medios y uno junto a las tablas, clavando al hilo del pitón, sin cuadrar en la cara. El astado corto de embestida y resentido de las manos ante la muleta no ofreció más posibilidad que para estoquearlo, lo que logró de una estocada.

 

Con el cuarto de Olea descarado de cornamenta fue castigado en varas y ya embistió gazapón. Lo banderilleó al cuarteo clavando al hilo del pitón. Ante la muleta el toro bajo de casta y fuerza y escarbando antes de arrancarse no ofrecía posiblidad alguna de lucimiento, lo trasteó para cuadrarlo y lo despenó de media ladeada.

 

Rafael de Julia vio cómo el tercero se venía abajo sin hacer nada por los capotes. Al salir de la primera vara se derrumbó en la arena y ya dejó ver que no había que hacer. Al primer muletazo se dobló de manos ya sin arrancada y echando la cara arriba en los intentos de muletearlo, lo despachó de una estocada perpendicular. El quinto se iba suelto de los capotes. En varas se salió suelto y al repetir recargó, en la segunda vara empujó. El esfuerzo lo acuso ante la muleta, al quedar con arrancada corta y dobló por efecto de una estocada corta y ladeada y dos descabellos.

 

En conclusión, tarde para olvidar, pues además hubo que soportar un vientecillo frio junto al mal juego de una ganadería de cartel venida a menos que tuvieron que soportar cuantos llenaron un cuarto de plaza.

 

 

 

 

José Julio García Sánchez

Periodista y Escritor

Decano de la Crítica Taurina

Escalera del Éxito 103