Con esta novillada, primer festejo de julio en Madrid, la empresa ha realizado un nuevo experimento con el fin de mejorar la asistencia de domingos anteriores.

 

Cambió el horario de comienzo fijándolo en las 20.30 de la tarde, con el fin de redimir el calor de la tarde a los espectadores y además fijó un precio único para los tendidos de manera que la Plaza registró más de media entrada. Parece un buen acierto, ahora ya no falta, que dejen entrada libre a los niños que vayan acompañados, para hacer afición. Lo lamentable de la tarde fue el afán equivocado de los novilleros en insistir querer sacar faena imposible de las condiciones de los mansos con genio y bajos de casta de la ganadería madrileña de Zacarías Moreno, de Guadalix de la Sierra, encaste Juan Pedro Domecq Díez. Cuando el ganado no se presta a lucimiento, lo práctico y detalle de buen lidiador es trastearlo con eficacia para prepararlo para la muerte y en hora y media se ha resuelto el compromiso en su totalidad. En vez de este detalle de avezado lidiador, se insiste con voluntad, equivocada, para no conseguir nada más, que perder el tiempo y cansar al respetable público, incluso con la consecuencia de pasar al toro de faena y cuesta igualarlo para matar. A los jóvenes novilleros les debían enseñar esta premisa de lidia práctica, aunque hay matadores de toros que caen en el mismo error, aunque sea por la voluntad absurda de dar al público, lo que no es posible.

 

Pues así, lo aburren y sacrifican, dado que tiene que aguantar más de dos horas de aburrido festejo.

 

Los novillos corridos justos de fuerza, mansos con genio, bajos de casta, con embestida corta y derrotando no ofrecieron momentos de lucimiento, excepto algunos quites. El primero se echó en la arena falto de fuerza y el sexto también.

 

El zaragozano Luis Miguel Casares se las vio con el primero que peleó en varas corneando el peto. Realizó dos lucidos quites. Pretendió iniciar la faena citándolo en los medios, pero desistió ante la querencia a tablas del novillo. A la mitad del muleteo el novillo se acostó y lo pasaportó de pinchazo y estocada entrando con el brazo suelto. El cuarto se durmió en el peto en la pelea en varas, se repuchó, recargó y volvió a repucharse. Buen tercio de banderillas a cargo de Juan de los Reyes y José Mª Amores que fueron ovacionados. Ante la muleta,  con media arrancada, genio y derrotando. Lo cogió en un derechazo, volvió a la cara del novillo y atacando con el brazo suelto cobró un pinchazo sin soltar y una estocada. Pasó a la enfermería en brazos de las asistencias entre una ovación con una herida.

 

El salmantino Juan del Álamo se las vio con el segundo que se fue suelto de la primera vara, derribó en la segunda y se volvió a ir suelto como en la tercera y cuarta entrada al caballo con arrancada violenta. Citó el de Ciudad Rodrigo, fuera de cacho y con el pico de la muleta, rematando el pase fuera, muy al estilo en uso en la actual torería, o sea, todo lo contrario de lo que se debe hacer. El novillo acabó por no pasar y dobló tras media estocada con el brazo suelto, tres pinchazos, un aviso, una atravesada y escuchó pitos. El quinto con embestida descompuesta, genio y arrancada corta, no había nada que hacer. Antes la espada reculó y no igualaba, tras un pinchazo y una estocada con el brazo suelto pasó al desolladero. Escuchó aplausos a la voluntad.

 

El segoviano Víctor Barrio recogió al tercero con buen juego del capote, pero se fue suelto, con embestida descompuesta. Se arrancó en varas y derribó, repite y también se va suelto. En banderillas cogió al peón Miguel Martín, sin nada grave que lamentar. Inició la faena doblándose con el novillo de manera muy torera, sin quitarle la muleta de la cara y doblándose. Templó en una serie de pases entrando el novillo con la cara a media altura y parándose en la mitad del muletazo. Poco se podía hacer y con el brazo suelto dejó un pinchazo, dos descabellos y estocada. Saludó desde el tercio. El sexto se fue suelto de la primera vara y tras la segunda se tumbó en la arena con flojedad manifiesta. Buen quite de rodillas por afarolados. En un pase con la muleta resultó cogido y volteado sin consecuencias graves. Sacó pases largos hasta que el novillo se quedó sin arrancada y buscó para coger. Lo despenó de una estocada, sonando un aviso cuando doblaba el astado.

 

Y tras dos horas y diez minutos de festejo salimos de la plaza, cuando la novillada se podría haber despachado en hora y media, si los novilleros tuvieran otro concepto de la lidia. Parece que en las Escuelas sólo les enseñan a hacer pega pases. Antes en las capeas se aprendía pronto a lidiar y defenderse de los morlacos, pero los tiempos cambian, y a veces, no a mejor.

 

 

José Julio García

Decano de la Crítica Taurina

Periodista – Escritor

Escalera Del Éxito 103