Dentro del desarrollo del Torneo Novilleril Ocho Naciones para descubrir nuevas figuras del toreo, el juego de los astados no acompaña como se desearía. En esta ocasión  se corrieron novillos de la divisa salmantina de Sepúlveda de Yeltes, cinco y uno de la Ganadería de Sonia González.

 

En general bien presentados, su comportamiento para la lidia fue deslucido y bajos de casta.

 

El mexicano Angelino de Arriaga pasó desapercibido al no tener oportunidad con sus oponentes para su labor.

 

El vizcaino Iván Albasolo que hacia su presentación, no alcanzó nada destacable en su primera tarde en el ruedo madrileño. Tuvo fallo con la espada en el quinto y escuchó aviso.

El salmantino Damián Castaño se le vio centrado con capote y muleta y al matar con prontitud fue ovacionado.

 

Es evidente la buena voluntad de los jóvenes toreros y el valor que demuestran, pero han de tener presente que cuando el material taurico no ofrece lucimiento, es preciso abreviar, trastear con eficacia y no perder el tiempo en tanteaos para nada, pues lo mismo que pretender que sacar agua de un pozo seco. Esto deben entenderlo los toreros  para no cansar y aburrir al público y a mí.

 

 Hemos alcanzado el cuarto festejo de este certamen novilleril y poco destacado llevamos visto. Se ha visto ganas de hacer, valor, pero poco recursos lidiadores. La culpa que obedece? ¿Al carretón o a las enseñanzas para ponerse bonitos?. En vez de ponerse en toreros, como debe ser.

 

 

 

José Julio García

Decano de la Crítica Taurina

Periodista – Escritor

Escalera del Éxito 103