La Plaza presentó un lleno, con gente ávida de comprobar cuanto se ha comentado de los tres espadas del cartel referente de Las Fallas valencianas y de la Feria de Sevilla. Además, en los chiqueros los toros anunciados de la ganadería de Núñez del Cubillo, encaste Domecq, Núñez y Osborne. Es fama de esta divisa la calidad de embestida, noble, humillando y repitiendo, que tanto favorece al hacer de los toreros. Al publico se le vio contento, por cuanto ofrecía el cartel de este festejo isidríl, o prometía, encabezado por El Juli, Sebastián Castella y José Maria Manzanares.

 

De los toros anunciados de Núñez del Cubillo, solo se lidiaron cuatro. Dos fueron desechados en el reconocimiento, sustituidos por otros dos ejemplares  de la ganadería portuguesa de Ortigao Costa, co­rridos en primero y quinto lugares .Devuelto al corral el quinto resentido de remos en su lugar salió el sobrero de la divisa de Carmen Segovia, que pastan en Morazarzal (Madrid), encaste Torres­trella.

 

 Los diestros se les vio puestos, con sitio porque torean con fre­cuencia y lo hacen con ese modelo que se ha impuesto de manera constitudinaria de citar fuera de cacho y con el pico de la muleta y unas veces rematar el pase hacia afuera y otras para los adentros y ligar por lo menos dos. Si el remate de las tandas es con el pase de pecho, raras veces la muleta recorre de cabeza a rabo, sale por la pala del cuello o por los costillares. A la hora de matar, la llamada antes la «Suerte Suprema’; se perfilan al hilo pitón y yéndose fuera de   la suerte, sin jugar la muleta y atacando con el brazo suelto. Así la estocada queda, según la casualidad, la mayoría de las ocasiones ladeada baja o pasada o trasera, difícilmente alta. Lo curioso es el tranquillo de Manzanares, hace un ademán de adelantar la muleta, no es matar recibiendo, es más bien matar al encuentro, y le resulta.

 

Su acierto en colocar la espada, le sirvió para cerrar su muleteo de buen gusto y alcanzar el premio de las dos orejas, que le abrió la Puerta Madrid.

 

Los toros de Núñez del Cubillo, encaste Domec, Nuñez, Osborne, cumplieron en varas. El segundo renqueó de la pata izquierda. Todos tomaron la muleta humillados y repitiendo. El de Ortigao Costa, encaste de “El Torreón», cumplió en varas acudió al cite con las telas tore­ras con decisión. Devuelto al corral el quinto, salió el sobrero de Carmen Segovia, que se salió suelto en  varas y embistió saliéndose suelto de los capotes y llegó con embestida larga a la muleta.

 

El Juli cumplió con el primero, y cortó una oreja del cuarto. Sebastián Castella fue aplaudido al doblar el segundo. Al quinto le hizo un  toreo que llegó al público y tras la estocada dobló el astado, lo levantó el puntillero y sonó un aviso. José María Manzanares tiene ángel y encanto en el manejo de los trebejos toreros. Sonó un aviso antes de que doblase el tercero y fue aplaudido, tras el arrastre. Al sexto le realizó una faena atractiva que caló en el público y al ma­tar de una estocada «sui genesis» fue premiado con las dos orejas y por tanto con la salida en hombros.

 

Los toreros cumplieron con holgura dentro de la línea del toreo que se practica en el siglo XXI. Y la gente lo pasó  bien. La Tauroma­quia ortodoxa, ya es del siglo pasado. El público devoto del toreo actual  tiene una manera de verlo…y la torería también.

 

 

 

 

José Julio García

Decano de la Crítica Taurina

Periodista – Escritor

Escalera Del Éxito 103