El público pasó una buena tarde dominguera, con el buen juego de los toros de Fermín Bohórquez, los rejoneadores les ofrecieron todo cuanto esperaban al sentarse en el tendido. Exhibición de doma y monta, toreo ecuestre encelando la embestida y templándola. Clavaron rejones y banderillas, bien al estribo, o la grupa que es a toro pasado. El habitual público de los festejos de rejoneo, con tal que claven los distintos pa­litroques, lo aplauden igual, con todo entusiasmo, no distinguen la ejecución. Y si se acierta con el rejón de muerte a la primera, esté colocado donde esté no importa y llega la apoteosis. Ellos lo pasan bien y hay más palmas que en el “Domingo de Ramos».También con sus gestos y ademanes los rejoneadores son  hábiles en arrancar aplausos que no s e regatean. Consecuentemente a esto una corrida de rejoneo es un espectáculo que entusiasma, divierte y se admira. Independientemente que el arte del rejoneo y su ejercicio, es arriesgado, hermoso, por el domino del caballo, su destreza y depurada técnica. Antes y ahora por suerte disfrutamos del estilo, la técnica, la doma y la monta de los rejoneadores. Ninguno regatea en sus actuaciones entrega y voluntad en pos del triunfo, si este en alguna ocasión no llega es cuestión de las circunstancias.

 

 A los toros, de Bohorquez dieron replica, en primer lugar Andy Cartagena, natural de Benidorm y sobrino del gran rejoneador Ginés Cartagena. Le cupo en suerte un toro manso con querencia a tablas. Lo toreó bien encelándolo y templando la embestida que rompía con sus querencias y falta de bravura. Certero con el rejón de muerte salió del compromiso. Con el cuarto se prodigó en alardes de doma y monta ante un toro bravo que obligaba y lo llevó toreado. Al acertar con un rejón y descabello fue ovacionado. El toro también  fue recompensado en el arrastre.

 

El jienense Álvaro Montes recibió a sus toros con la garrocha a portagayola. El segundo pronto de arrancada y codicioso lo dominó y tumbó de un rejón en lo alto y dos descabellos .Saludó desde el tercio. El toro fue ovacionado en el arrastre. El quinto obligaba a torearlo con imposición y dominio y lo superó. Terminó de un rejón de muerte y fue premiado con la oreja.

 

El portugués Diego Ventura se le ve sobrado de facultades, acertó clavando y desarrolló un toreo ecuestre dominador. Al tercero lo despachó de un re­jón de muerte  y alcanzó el premio de una oreja. Al sexto también lo envió al desolladero de un certero rejón y fue premiado con oreja. Y el festejo acabó con la apoteosis del lusitano en hombros por la Puerta Madrid.

 

 

 

José Julio García

Decano de la Crítica Taurina

Periodista – Escritor

Escalera Del Éxito 103