2ª corrida de la Temporada Grande de la Plaza “México”.  Tarde nublada y fría, dos tercios en el numerado.

 

6 toros de Barralva, de la sangre mexicana, bien presentados.  Destacó el 3°  que mereció el arrastre lento.  Algunos acusaron falta de bravura, otros debilidad y  dificultades para la lídia.   Pesos: 480, 490, 515, 478, 510 y 485 kilos.

 

ARTURO MACÍAS (Obispo y oro). Oreja / Silencio.

ALEJANDRO TALAVANTE (Negro y plata). Aviso y Silencio / Aplausos.

OCTAVIO GARCÍA “El Payo” (Blanco y plata). Salida al tercio / Oreja.

 

Todavía son motivo de polémica en el medio taurino mexicano los hechos del domingo pasado, pero que hay que poner un alto, coincidiendo  con una moraleja: Muchos aficionados están hastiados del toro de regalo y quienes han abusado de ellos, en un momento, les sale el tiro por la culata. Se rebelan, señores, las masas!!! Eso le aconteció aún a un torero de la talla de Ponce.

 

Hoy tuvimos una tarde diferente, el ganado de Barralva tenía los kilos para esta plaza y también la presentación, aunque a la hora de los hechos, sólo uno, el tercero, se significó por su fijeza y bravura.  Macías, quien tenía largo rato sin estar presente aquí, después de grandes tardes, hizo un gran esfuerzo por convencer en su reaparición, pero fue El Payo quien se llevó el gato al agua, aprovechando que a él le salieron los dos mejores toros del encierro y  entusiasmó al público en  sus dos faenas.  Talavante confirmó todas sus espléndidas cualidades, aquí tan bien apreciadas, pero también su enorme debilidad con la espada.

 

Fue el primero de la tarde, “Príncipe”, un negro, delantero, vuelto,  al que Macías toreó bien con la capa y se le fue algo crudo con la vara, quitó por saltilleras y una brionesa, ajustadas, y luego, dentro de la moda que prevalece, dio un par de péndulos en los medios, -que exitan a muchos villamelones, pero la res era débil y blandeaba,  carecía de bravura, mejor por el lado izquierdo, al que toreó por naturales, pero además la embestida era corta. Pese a ello “El Cejas” lo toreó en redondo y remató con la arrucina, mostrando  buena disposición y llevándose aplausos.  Sus manoletinas fueron ceñidas,  careció de puntería con el estoque y  en la suerte salió golpeado  dejando una estocada tendida y pero fulminante.  Recibió una oreja generosa por parte del ex banderillero y ahora juez Jesús Morales.  Con su segundo, “Viejino”, negro, bragado, delantero, -con cierto parecido al polémico “Tapabocas”- fue poco lo que pudo lograr el aquicalitense.  Dio un bello quite en el que mostró su destreza con el capote, instrumentando  chicuelinas, tafalleras, caleserinas, reboleras y hasta una brionesa que le merecieron aplausos.  Pronto la res denotó peligrosidad, derrotando y saliendo por arriba, se revolvia en corto,  calamochaba y  fue así que se enterró la voluntad de  “El Cejas”.  Quizá, podía  haber intentado a mayor distancia. Mató de media tendida y delantera. Silencio y pitos para la res queretana.

Alejandro Talavante tiene ya un cartel consolidado en México pero esta vez no pudo confirmar plenamente lo que de él sabíamos y habíamos visto en estas tierras.  Con “Cumpleañero”, negro, bragado, enmorrillado, lo recibió con verónicas parsimoniosas; el toro recibió una vara trasera que  luego se corrigió, pero quedó con poco castigo.

 

Quitó con chicuelinas a mano baja y bregó y luego remató bellamente. Con cierta semejanza a lo que realiza Ponce, flexionó sus piernas para estudiar la embestida del morlaco que resultó de poco recorrido y salía rebrincando.  Se quedó quieto en varios derechazos salpicados al fin con el martinete y el pase de pecho.  Dio también molinetes invertidos, rematando con un pase  de trinchera con hondura y clase.  Llegó a embraguetarse con el animal pero este denotaba, además agotamiento.  En la suerte de matar pinchó sin soltar para repetir otras dos veces y dejar una estocada tendida y trasera y tres intentos de descabello.  Cayó el aviso y fue despedido en silencio.  Nos quedamos sólo con sus detalles.  Con el quinto, “Marinero”, negro, bragado, meano, bien armado y de cara seria, también  poco y mal castigado.  Al hilo de las tablas le dio cuatro pases por alto, fijos los pies.  Por el lado del animal que era el derecho, le recetó hondos y muy templados derechazos, cambiando la mano al rematar para recibir  ovación.  Repitió por el mismo lado, dándole una enorme dimensión al derechazo.  Le vimos un trincherazo en una contienda en que el animal también quería imponer su ley.  El de Badajoz le dejó el trapo en la cara y templó otros derechazos.  Al matar volvió a fallar, dejando  un pinchazo hondo y tendido para sólo recibir aplausos por la hermosa manera en que había manejado templadita y por abajo su muleta.

 

Como tercera espada se presentó Octavio García “El Payo”, pálido y consciente de su responsabilidad y dispuesto a reivindicarse con una afición que le quiere.  Con su primero, “Cachetón”, cárdeno obscuro, delantero, bragado, el más bien presentado del encierro y el mejor en cuanto a bravura y fijeza, se le castigó brevemente. Al inicio de su faena recurrió como casi todos ahora, al cambiado por la espalda, luego le instrumentó derechazos largos, aunque breve fue  la tanda.  Siguió por el mismo lado, con otra tanda, mostrando sus progresos por el buen trazo y temple mostrados.  Por la izquierda dio algunos naturales templados y muy abajo que al rematar con el de pecho provocó una ovación. Solazó a la clientela con una tanda de pases en redondo y siempre con la mano baja dibujó otra vez excelentes derechazos.  Repitió con la zurda su toreo lento y artista y atronó el ¡olé! en la plaza.  Una faena bien estructurada que convenció a la mayoría .  Concluyó con tres dosantinas y otras tantas manoletinas, pero no tuvo fortuna al matar,  pinchó dos veces, una entera caída y  descabello, llevándose una salida al tercio.  Al toro se le concedió el arrastre lento.  Con el sexto, “Maitecho”, negro, zaino, bien armado que mostró falta de fuerza pero nobleza y entrega al caballo, fue bien castigado por el varilarguero Azpeitia,  El Payo recurrió otra vez al péndulo, y luego había que torearlo a media altura, donde era noble,  iba muy bien por el derecho.  El Payo lo entendió y fue cincelando una bella obra de orfebrería mexicana, deletreando sus pases y ofreciendo distancia,  lentitud y temple que el público ovacionó sonoramente.  Le vimos una vitolina, otros pases con la derecha y una dosantina.  Concluyó con bernadinas al grito de “torero”.  Mató  con media delantera y un segundo descabello.  La gente entusiasmada por los  notables avances de El Payo pidió, en minoría, un auricular que con el pañuelo imperativo del empresario otorgó el novel juez de plaza.

 

Da gusto ver que los jóvenes de nuestra baraja  confirman sus anhelos de triunfo, aconteció con Diego –pese a sus detractores- y ahora percibimos avances tanto con Macías, más cerebral; como especialmente con El Payo más artista, enterado y asentado.  El domingo próximo viene otro de los “3 Nuevos Mosqueteros”,-como los denomine hace dos años-: Juan Pablo Sánchez,                                                ¡Enhorabuena!